¡Estaba harta! Había olvidado el sentimiento horrible que era tener un transformo de doble personalidad. Estar en un lugar y aparecer en otro sin recordar qué fue lo que hiciste. Por cierto, ¿dónde estaba? ¿Por qué estaba todo tan... oscuro? Comencé a caminar, mis pasos resonaban en todo el lugar. Era como si estuviera pisando un pequeño charco de agua constantemente. En eso, me tropecé con algo y caí al suelo. Estaba de cara con el cadaver de Oliver.
-¿Me extrañabas?
-¡Ah!-grité alejándome de él. Mi respiración al igual que mi pulso y corazón se aceleraron.-Sangre.-estaba cubierta de sangre. El charco de agua que estaba pisando anteriormente se convirtió en sangre. Cuando volví a ver el cuerpo de Oliver, Archie se encontraba arriba de él, golpeándolo. Rápidamente me acerqué a él.-¡No Archie! ¡No lo hagas!-cuando estaba por tocarlo, lo traspasé como si fuera un fantasma y caí al suelo.-Agh.-me quejé. Sentí como me jalaban de la mano.
-Rápido, no te quedes parada allí. Límpiate la sangre.-Las manos de Archie estaban temblando. Comenzó a frotar el jabón por mi cuerpo con fuerza.-Quítate esa ropa, vamos a quemarla.-por alguna razón estaba haciendo todo lo que me pedía. Cuando terminé de quitarme la camiseta, ya no nos encontrábamos en el lavadero de su casa, estábamos en su auto.-Todo saldrá bien.-besó el reverso de mi mano. Comencé que llorar silenciosamente. No puse ninguna mueca, las lágrimas se deslizaban por mis mejillas.-No, no llores.-él también quería hacerlo. Me dio una rápida mirada.-Vas a estar bien.
-Archie... ¡Archie cuidado!-sentí como su cuerpo me cubría.-¡No!-me desperté sobresaltada. Estaba en mi habitación. En... en el suelo. Me había caído de la cama.
-¿Kira? ¿Te encuentras bien?-mi madre se asomó por la puerta de mi habitación.-Oh, cariño...-se acercó a mí.-¿Qué sucede? ¿Por qué lloras?-limpió mis mejillas con sus manos, en un gesto maternal.
-Sangre... sangre...-comencé a quitarme lo que llevaba puesto.
-¿Qué... qué haces?-frunció el ceño.
-Tengo sangre. Quémalo. ¡Quémalo ya!-comencé a llorar.
-¡Tom! ¡Está teniendo otro ataque!-se acercó a mí y me abrazó.-Shh, tranquila cariño. Fue solo una pesadilla. Ya todo está bien. Allá apretujé con más fuerza mientras seguía llorando.
-Hice algo malo, mami. Algo muy malo.
-Claro que no, cielo. Fue solo una pesadilla. ¡Tom, apúrate!-acarició mi cabello y me llevó a la cama para que nos sentáramos allí.
-Mamá, hice algo muy muy malo.-lloré desconsoladamente.
-No, mi amor, tú eres buena. Fue tu mente jugando contigo.-papá llegó luego de un momento con unas pastillas y un vaso de agua.
-Lo siento, no las encontraba.-se acercó a nosotras.-Toma esto, linda.-le hice caso.-Es un calmante para que puedas descansar tranquilamente.-me atraganté con el agua.
-No, no quiero volver... volver a dormir.-dije entre sollozos.
-Es necesario que descanses.
-No... por favor...-poco a poco mis párpados se fueron cerrando y perdía fuerza. Era... demasiado fuerte...
-¿Eh?-estaba en mi habitación pero todo se veía tan... extraño. Como si el tiempo se hubiera detenido, no podía oír ni un solo sonido.-¿Hola?-mi voz resonó en eco.
-Hola.-miré a todos lados pero no había nadie.-Por aquí.-fruncí el ceño y me dirigí hacia mi espejo.-Hola.-sonrió mi reflejo pero yo no estaba hablando. Era como si otro yo estuviera encerrado allí.
ESTÁS LEYENDO
•RICORDA• [Terminada]
Novela Juvenil¿Cuántos de ustedes fingieron ser alguien que no eran? ¿Cuántos de ustedes sintieron alguna vez un fuerte vacío en su interior? ¿Cuántos de ustedes alguna vez olvidó cosas que pasaron en sus vidas y que les costó recordar? ¿Cuántos de ustedes fingen...