Parte 1 - Capitulo 4

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Ninguna de las dos salimos de nuestro asombro, corrimos a abrazar a esos dos seres maravillosos que estaban parados allí.

- Quietas, niñas - dijo Rafael, un antiguo amigo de nuestros padres.

- Teníamos años sin ver a alguien conocido - dijimos las dos limpiándonos las lágrimas. Ellos volvieron a abrazarnos, se sentía casi como un abrazo familiar.

- Nos enteramos que sus padres murieron.

- Están desaparecidos - dijo rápidamente Nagiri.

- Bueno, es que no se han encontrado sus resto - dije rápidamente para sacarnos las patas del barro.

- Lo siento, niñas - Grecia, la esposa de Rafael volvió a abrazarnos dándonos consuelo.

Ambas aceptamos el abrazo y sonreímos. Nos sentamos en la mesa a comer y a hablar de nuestras vidas y todo lo que había pasado en los últimos cinco años, no mencionamos nuestras constantes huidas, ni el estar involucradas en peligro mortal, y mucho menos que a nuestros padres lo tenían una conocida mafia que manejaba a medio planeta a su antojo.

- ¿Cuando piensan comenzar con la verdad? - dijo Rafael dejando los cubiertos en la mesa y limpiándose la boca con la servilleta. Nagiri y yo nos vimos, sentimos como el ambiente se tenso y la atmósfera dio un drástico cambio, se podía cortar el aire con un cuchillo.

- No comprendo - Nagiri había dejado de comer y jugaba con sus manos debajo del mantel, y pensar que ella es la que sabe mentir de las dos.

- Se presentaron con nuestro hijo, Michael, como 'Megan y Nagiri'. No como Hera y Eris. ¿Que están haciendo?

Ambas titubeamos, no sabíamos que responder. La mirada de ambos escudriñaban nuestros rostro, era como de la familia, no podíamos mentirle a la familia.

- Nosotras... - comenzó Nagiri pero se callo.

- Buscan a sus padres - dijo la parca, que digo Michael. Asentimos.

- Se los llevaron personas peligrosas - dije esperando que sus rostro se relajaran pero fue lo contrario.

- Deberían haber seguido con su vida - respondió Rafael levantándose de su asiento - no deberían buscarles.

- Son nuestros padres - Nagiri hablaba en voz baja, sentía su vergüenza como la mía.

- Si, pero... - el negó con la cabeza.

- Ya lo sabían - dije viendo su rostro y su preocupación - Sabían que estaban secuestrados - mi voz comenzó a subir de tono - ¿Lo sabían? - grite.

Ambos bajaron la cabeza, no querían responder pero no era necesario, sabia la respuesta, ya la habían dado, no eran necesarias las palabras.

- Vámonos - tome a Nagiri de la mano pero esta se soltó. Me gire a verla.

- ¿Por que no nos dijeron? - pregunto calmada.

- Temíamos que los fueran a buscar, era mejor que no supieran nada.

- Yo estaba allí cuando se los llevaron - ambos abrieron los ojos como platos, no esperaban escuchar eso - yo siempre supe que estaban secuestrados. Nadie nos ayudo, nadie nos dijo nada. ¡Teniamos 16 años! - grito - y nos dejaron solas. ¡Solas!

- No podíamos hacer nada - dijo Grecia pero mi hermana había comenzado a llorar, intento acercarse pero Nagiri levanto su mano pidiendo que se alejara de ella.

- Vámonos, Megan.

Salí detrás de Nagiri, la había visto llorar suficiente, no soportaba verla vulnerable, ella era la fuerte entre las dos, al parecer habíamos cambiado nuestros papeles, de alguna manera yo había aceptado que nuestros padre habían muerto, me había amarrado a esa posibilidad, para Eris nunca existió esa opción, ella sabia que estaban vivos, ella guardaba esa esperanza en su corazón. La abrace, susurrándole que todo estaba bien.

- Chicas - escuchamos la voz de Michael acercarse. Lo vi con ira - yo, lo siento - dijo apenado - solo quería decirles que si necesitan mi ayuda aquí tienen mi numero - nos entrego una pequeña hoja con su numero en ella. Nos sonrió y se despidió.

Habían pasado dos días desde que nos  habíamos encontrado con Rafael y Greca, no habíamos querido volver a hablar con ellos pero las preguntas empezaban a invadir nuestra mente. Nagiri se había mantenido tranquila, no habíamos buscado trabajo y pasábamos todo el día en casa viendo películas, la tristeza invadía nuestro ser.

Mi celular sonó, conocía ese timbre era el que tenia para que me notifica sobre las carreras de motocross. Tome el cell y vi la dirección, estaba al otro lado de Miami, la carrera comenzaba a las nueve de la noche.

- ¿Quien era? - pregunto Nagiri sentándose la cama y estirándose.

- Nadie, solo notificaciones de facebook - torcí la boca pensando en una nueva propuesta - vamos al gymnacio.

- No nos hemos inscrito aquí en Miami.

- Bueno es hora, ya no soporto estar aquí metida.

Se levanto de la cama y tomo su toalla para desaparecerse en el baño, escuche el timbre de la puerta.

- ¡Michael! ¿Que te trae por aquí? - pregunte dejándolo entrar en el apartamento.

- Vine a ver a Er... Nagiri - corrigió.

- Esta bañandose, nos iremos a inscribir en el gymnacio hoy.

- ¡Que bien! Yo puedo llevarlas - dijo enseñandome las llaves de su carro.

- ¿Quien es? - salio Nagiri del baño con una toalla secándose el cabello - Dios mio - se metió en el cuarto de nuevo.

- Esa toalla es diminuta - grite sonriendo.

Michael sonría sonrojado, la toalla solo llegaba unos centímetros mas abajo de sus glúteos, por lo que sus enormes y kilométricas piernas se veían hermosas. Le sonreí a Michael mientras me metía al baño.

- Ve por el, víbora Nagiri - le guiñe el ojo al pasar por su lado dándole una pequeña nalgada mientras ella se sonrojaba y se ponía una camisa deportiva que marcaba su cuerpo.

Cuando salí, ambos estaban muy cerca charlando en susurros, no le di importancia, sabia que se gustaban, mi hermana es encantadora, se parece a mi.

- Estoy lista - grite cuando los vi disminuyendo la distancia entre sus labios. 

Mi hermana dio un salto y me miro con ganas de asesinarme.

- Lo siento. Se pueden besar, no me importa - definitivamente quería asesinarme

Escuche la tos de Michael para romper con el momento incomodo. Después de discutir que gymnacio era el mejor para nosotras, escogimos uno que se encontraba en el centro de la ciudad, bastante grande, agradable y para personas con una cuenta bancaria espectacular como para tropezarnos con quienes deseábamos. Habíamos comenzado la búsqueda de los chivos grandes de la ciudad, quienes manejaban las drogas, armas y casino clandestino entre otras cosa. Sabíamos que habían mas de cincuenta pero solo diez de ellos le rendían cuentas a "Adonis" el hombre que tanto ansiaba conocer. Escuche la notificación de mi teléfono, seguramente habían cambiado la hora de la competencia. 

Busqueda suicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora