Vida dura.

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Eran intervalos de tiempo en los que era lo suficientemente fuerte para decirle no. Le ponías una orden y el no podía acercarse. Pero entonces un tiempo después lo volvías a dejar entrar y todo regresaba a lo de antes. En otro momentos, tú eras la que te ibas. Yo no lo entendía mamá. La policía llegaba y te llevaba cuando Abuela aparecía. Luego pasaban tres dias o una semana e íbamos a buscarte al hospital. Pero no era un hospital normal, lo aprendí muy tarde. Cu cu cu, me decían los niños del residencial. Se reían de ti mamá, se reían de mi. La loca te decian cuando caminabas y hacias muecas. Dolía mamá, duele. No merecías eso. Pero estabas sola y yo injustamente llegué a repudiarte. No eras normal, y por consecuencia yo tampoco. Pensé que eso era malo, ellos me dijeron que lo era mientras se reian en la escuela.

¿Por qué fui tan ciega?

El grito más silenciosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora