° Close your eyes ° {MiChaeng}

- XVI -

- EL PASADO CON EL PRESENTE -

( Volvemos a veintitrés años atrás, al subconsciente de Mina. )

Recuerdo cada caricia, cada roce, cada beso, cada gemido. Todo fue tan intenso e increíble que acabó durando toda la noche. Estuvimos horas compartiendo nuestros más excitantes deseos, y todo empezó con aquel simple beso.

— Yo... lo siento, no pude retenerme.

Me separé de su cara unos pocos centímetros. Su pecho subía y bajaba descontroladamente.

— ¿Porqué paras? — Dijo de repente, dejándome desconcertada.

— ¿Qué...?

No respondió, tan solo se desprendió del jersey de lana dejando así expuesto su sujetador y su abdomen. Trague saliva nerviosa. No podía apartar la mirada de ella.

Belleza, eso es todo lo que era ella.

Noté la incomodidad y el nerviosismo en su piel, pero estaba hipnotizada ante tal obra de arte, no quería dejar de mirarla. Inconscientemente, estaba mordiendo mi labio inferior. Chaeyoung alzó sus brazos con el jersey en sus manos, tapando su cuerpo avergonzada. Sus mejillas tenían ese color carmesí que tanto me gustaba.

Entonces conecté mis ojos con los cafés de la morena, intentado transmitirle con la mirada que "todo está bien", que no tenía porque tapar su cuerpo, ya que yo nunca sería capaz de juzgarla. Posé mi mano en su suave mejilla, acariciándola con mi dedo pulgar.

— Eres preciosa.

Me vino a la mente la primera vez que la vi en el hospital.

— Mina... No sabes lo que dices... — Su voz sonó en un débil susurro.

— Sé lo que digo tigre.

Chaeyoung me abrazó, apretando su cuerpo junto al mío. Ahí fue cuando empezó a llorar. Oía su respiración entrecortada y los sollozos que le impedían hablar coherentemente.

En aquel momento no era consciente de lo que había provocado. Una fuerte tormenta se había desatado en fragmentos de segundos; sentimientos que antes estaban muertos, empezaban a florecer de nuevo. Sin yo darme cuenta de nada, y todo por la manera en la que llamé a la morena.

— ¿Qué ocurre tigre? — Lo dije de nuevo.

— Nada, es que... Hacía años que no me llamaban de esa manera. — Sus ojos marrones resplandecían. — Lloro de alegría pingüino. — Una dulce sonrisa se formó en su delicado rostro.

"Pingüino..."

Algo me decía que ella fue la responsable de tal apodo estúpido. Pero me gustaba, ya que me era familiar, y eso quería decir que una pequeña parte de mi cerebro no se había borrado del todo, aún era capaz de procesar algún que otro recuerdo.

( Vuelta a la actualidad... )

Mis recuerdos venían como ráfagas de luces, las imágenes aparecían en mi mente una tras otra, como si de una película se tratase. Se mezclan entre sí. El pasado con el presente, con el ahora. Los sentimientos son tan puros como la primera vez, entrelazándose unos con otros; la pasión, el deseo, el amor, e incluso el miedo. Miedo de lo que pasaría después.