EPÍLOGO

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*4 Años Después*

Hace ya cuatro años exactamente Damián y yo nos casamos, aquel día fue uno de los más felices de la vida de ambos, fue un sueño hecho realidad y desde ese momento no hemos dejado de sonreír juntos, no hemos dejado de ser felices y ahora mucho más junto a nuestra pequeña Alina de 4 añitos, ella es nuestra hermosa hija y nuestra consentida, ella es la prueba perfecta del amor que nos tenemos Damián y yo, también vale decir que es la adoración de nuestra familia y amigos.

En estos cuatro años casi nada ha cambiado, Allard y Vidal siguen solteros diciendo que en algún momento lejano encontrarán a la mujer ideal para ellos pero por ahora no, ya que aman su vida de solteros. Pavel también sigue soltero y se ha convertido en nuestro amigo y socio de Damián ya que nos ha demostrado varías veces que se puede confiar en él y qué no cometerá de nuevo el mismo error. Mis padres y la señora Irasema se han hecho buenos amigos y ni se diga mi mamá con ella, van juntas para todos lados, al centro comercial, al spa, a la piscina, a todos lados. Nikolay, Troy, Sam, Felipa y Dalia siguen con su vida únicamente con la ligera excepción qué todos creemos qué entre mi amiga Dalia y Nikolay hay algo más que una simple amistad, ya que desde que se conocieron en nuestra boda y Dalia terminó con su novio, porque descubrió que este le era infiel, ellos ahora son tan atentos el uno con el otro y Nikolay es el primero en recibir a mi amiga cuándo viene de visita. Para finalizar acerca de Brown no sabemos nada desde aquel día que fui a la verlo a la prisión pero según imaginamos él debe seguir preso cumpliendo con su pena.

Por otro lado Damián y yo a los dos días de casarnos decidimos que nuestra luna de miel perfecta sería en París, razón por la cual fuimos allá y cuándo estuvimos mirando la Torre Eiffel prometimos regresar cuando tuviéramos un hijo o una hija, así que ahora estamos cumpliendo esa promesa y estamos en la punta de la Torre admirando toda la ciudad.

-Y ¿Te gusta la vista reina? -Me preguntó Damián mientras cargaba entre sus brazos a Alina ya que ella no podía ver bien.

-Me encanta pero ¿Sabes que es lo que más me gusta de estar aquí? -Dije.

-Lo imagino pero dejaré que la reina lo diga.

-Pues siendo así, me gusta mucho estar apreciando la ciudad junto a mis dos amores, Alina y tú.

-Y exactamente a mí también me encanta eso -Dijo Damián y me dió un suave beso en los labios.

-Papi, mami -Dijo Alina con su suave vocecita.

-¿Qué sucede princesa? -Pregunté.

-Todo se ve muy chiito ¿Po qué? -Preguntó mi hija que apenas está perfeccionado su habla.

-Pues se ve chiquito porque tú estás muy arriba, en cambio si estuvieras abajo todo se vería más grande -Le explicó Damián y yo sonreí.

-Entoces ¿Po ezo cuándo tú no me calgas todo palece gigante?

-Si por eso princesa -Dije mientras le arreglaba el cabello.

-Bueno y ahora que estamos aquí ¿Qué le gustaría hacer a las dos reinas de mi corazón? -Preguntó Damián.

-Yo quelo argodon de azucal -Dijo la pequeña Alina.

-Entonces vamos por algodón de azúcar -Dijo Damián y yo lo seguí.

Al salir de la Torre caminamos por la plaza tratando de encontrar algodón de azúcar para Alina, hasta que dimos con un puesto de venta del dulce y Damián compró tres, uno para cada uno.

-Entonces aquí está el suyo princesa -Dijo dándole el dulce a Alina.

-Gracias papi -Respondió nuestra hija.

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