Dilan:Han pasado años y sigo sin poder ver al amor de mi vida, tal vez así lo quiso el destino, tal vez esto estaba escrito desde el principio. Nuestro amor no podía ser, tal vez era demasiado perfecto como para perdurar en este horrible mundo lleno de hostilidad y desgracias. Nunca me perdonaré por no haberme despedido adecuadamente, por no decirle lo que realmente sentía desde mi corazón, por no...
-Dilan, ya basta, eres demasiado exagerado. Solo ha pasado una semana desde tu castigo. -Le regañaba una Yoss molesta desde el sofá del más bajo. - Si ibas a estar así, debiste pensarlo más de dos veces antes de hacer lo que sea que hicieses para que te castigaran. - Continuó la castaña, observando a su melancólico amigo, que se encontraba recostado en su cama con una almohada en el rostro, asfixiando su llanto imaginario. - A todo esto, ¿Cuál es la razón por la que te castigaron?- Cuestionó con más curiosidad en sus palabras.
El castaño sé quedó en silencio, y presionó la almohada con más fuerza, intentando ocultar su sonrojo, aunque pareciese algo inútil, ya que la oji azul sabía perfectamente el estado de su amigo. - ¿Y bien? - Insistió. -¿Vas a contarme?
Luego de un rato acomodando palabras en su mente, intentando que su siguiente narración sonara lo más coherente posible, se sentó en su cama mientras su acompañante lo miraba atenta y pacientemente, como si le estuviera a punto de contar el secreto más grande del universo, como la caja de pandora o la ubicación de alguna esfera del dragón.
-Pues...- habló finalmente el castaño después de un largo silencio.- Nunca me habían castigado antes, nunca había hecho algo malo realmente pero creo que esta vez fue algo que rebasó mis límites, supongo.- Luego de la corta introducción, guardó silencio una ultima vez, para luego mirar a su amiga que con anterioridad estaba en el sofá pero ahora se encontraba sentada junto a él en su cama para así escuchar mejor el chisme. - Ya sabes que mamá no me deja salir de casa después de las ocho y media.- Se detuvo para observar mejor la cara de su amiga y ver si le estaba prestando la suficiente atención, a lo que ella respondió asintiendo ligeramente, indicándole que estaba bien que continuara.- Pues, esa noche Fran me había invitado a cenar, pero no podía ir, ya eran más de las ocho y treinta. Por más que le supliqué a mi madre, no me dejó ir. Así que...
Esa Noche-Dilan, ¿Estás seguro de que no te regañarán por irte sin avisar?- Hablaba un Fran muy preocupado, ayudándole a su novio a salir por la ventana de su habitación.
-Si, si. No te preocupes, nunca he hecho nada malo, así que.. No creo que halla mucho problema si rompo las reglas por una vez en mi vida.- Respondió nervioso, realmente no estaba cien por ciento seguro. Como ya lo había mencionado, el castaño nunca había desobedecido las reglas. Y la verdad no había problema, ambos podrían haber esperado al día siguiente para ir a comer o hacer otras cosas, pero Dilan solo pensaba en lo divertido que sería escaparse con su amado durante la noche, lo veía algo fantasioso, como un cuento de hadas, y pues tampoco quería que lo viera como un niño que siempre seguía las reglas.
Sin más, ambos tortolos se encaminaron al auto del padre del pelinegro, el cual lo había pedido prestado con anterioridad. Ya dentro, se dirigieron hacia un pequeño restaurante, que era donde trabajaba una de las amigas de Dani, y siempre le hacía descuentos a Fran y a Yoss, pero lo malo es que este restaurante habría solo durante la noche.
Al llegar, estacionaron el auto y se adentraron al pequeño local. Dilan estaba sudando frío, a pesar de que le emocionaba la situación, no dejaba de ser un niño espantado por el posible regaño que se llevaría por su madre.
-Te ves demasiado nerviosos.-Mencionó Fran, bajando el menú y tomando la mano helada de su acompañante, la cual de un momento a otro se sintió más tibia por el tacto del mayor.- Si quieres, podemos regresar, aun no es demasiado tarde para que tu madre se de cuenta que no estás. -
Dilan le observó por unos momentos, también dejando de lado el menú, mantuvo la respiración unos segundos para luego exhalar pesadamente. - Yo quería hacer esto, quería que cenáramos juntos.- Deprimido, giró su mirada a otra cosa en el local que no fueran los ojos de Fran, le avergonzaba ser solo un niño al lado de él, que prácticamente ya era un adulto.- Puede que un día te aburras de que solo sea un niño que siga las reglas de su casa, que no pueda salir por la noche, y que hasta tenga horario de dormir y comer. -Habló frustrado, sabía que no tenía por que estar pensando así, pero no podía evitarlo, la idea no salía de su mente desde esa mañana que Fran le había invitado a cenar.
-Oye. -Le llamó su novio con una ligera sonrisa, tomando ahora sus dos manos.- No pienses de esa forma, ya habíamos hablado que la edad y las reglas no tiene nada que ver, y que yo no me cansaría de ti nunca.- Le hablaba comprensivo y aumentando aun más su sonrisa, para que el contrario pudiese verla y que se sintiera seguro de sus palabras, y que no dudara en ningún momento en que fueran mentira.
El castaño sonrió conmovido por las palabras de su amante. Reconfortado, por fin lo miró a los ojos, contagiándose de su sonrisa, la cual veía cada vez más a menudo cuando estaban juntos. Dilan se sentía privilegiado de ser el guardián de la sonrisa del pelinegro.
-Vamos, te llevaré a casa, no quiero que te metas en problemas. -El castaño asintió y se levantó de su asiento para caminar junto a Fran hasta la salida.- Además, no creo que seas un niño.- Habló ya en frente del auto.- Un niño no daría el tipo de besos que das tu.
-¡Cállate! - Exclamó el castaño con la cara roja, para luego golpear en el hombro a su novio.
-Oye, era broma. -Sobó su hombro adolorido, para luego atrapar la cintura del más bajo con sus manos y acercó su cuerpo al de él.- Pero, me encantaría uno en este momento.-Musitó cerca de su oído para después dejar un beso en su mejilla, esperando respuesta del menor.
El castaño le observó enojado, pero no rechazó su petición, a lo que se acercó más a la cara del más alto para besarle. O al menos lo intentó, hasta que sintió una mano tomarlo del brazo que lo alejó de Fran, y para antes de que pudiera quejarse, se percató que la mano le pertenecía a su madre.
-¡No puedo creer que estés en este lugar, que te hallas escapado! - Exclamó enojada la pelirroja.- Y Fran, esperaba más de ti. -Ahora dirigía su sermón a Fran, el cual solo pudo bajar su apenada vista hasta el rostro de su novio, quien sentía un mini paro cardiaco ante la situación.- No quiero que digan nada ninguno de los dos, vámonos a casa. Fran, no quiero que vuelvas a buscar a Dilan hasta nuevo aviso. Están castigados los dos.- Erika sabía que no podía castigar a Fran, no era su responsabilidad, y sabía que el padre de este no sabía de su relación, por lo que tampoco podía contarle. Así que decidió que el mejor castigo para ambos sería no dejarlos verse por un tiempo. Las madres son aterradoras.
Volviendo a la mañana
El castaño se lanzó nuevamente a su cama y colocó nuevamente su almohada sobre su rostro, mientras su amiga se carcajeaba fuertemente tratando de limpiar sus lagrimas causadas por la risa. -No puedo creerlo.- Continuaba bufándose, pero paró al momento de ver la cara molesta de su amigo.-Bueno, lo siento. ¿Y no te ha dicho hasta cuando podrás verle de nuevo?- El más bajo negó con la cabeza, sentándose nuevamente.-En ese momento sentí que quería morir.- Habló esta vez el castaño.-Pero admito también que fue muy divertido.
-Bueno si, por lo menos no fue el padre de Fran el que los encontró.- La castaña no conocía ni un poco al padre de su mejor amigo, podría decirse que ni siquiera le había dirigido la palabra a pesar de ser vecinos por ya unas cuantas semanas, pero sentía que no era una persona que pudiera tolerar ese tipo de cosas, y mucho menos viniendo de su hijo.
Dilan comenzó una reflexión en su mente, tratando de averiguar los posibles escenarios que se hubieran hecho presentes de no haber sido su madre sino el padre de Fran quien los hubiera sorprendido aquella vez. Es cierto que el hombre era el único que no estaba enterado de la relación que conformaban, pero tampoco era algo que intentaban ocultar del mundo. Pero a fin de cuentas, ya sería problema del Dilan del futuro el confrontar a su suegro.
-No homo
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Tu me cambiaste
Novela JuvenilFrancis, un chico de preparatoria, alguien de personalidad fría que no se lleva muy bien con todo el mundo. Puede que todo eso cambie por el simple hecho de conocer a Dilan, quien le enseña que no todo en la vida es tan gris como le parecía, y que j...