no me conoce · kookmin 국민

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Tres años antes.

Jimin recibió la llamada de Lee Taemin, pidiéndole que saliera con él a una nueva inauguración de vinos y licores de la mejor calidad dentro de Corea, claro que el pelinegro al oír que habría alcohol decidió asistir a la primera.

Así que hizo lo que mayormente le gustaba hacer… Verse lindo y coqueto. Su cuerpo delgado y duro estaba bien vestido y perfumado con su peculiar olor a vainilla, el rostro con un mínimo afeite, cejas peinadas de natural forma, sombras cafés en los párpados y labios de cereza con un leve brillo. Precioso se ve, y no para Taemin ni para nadie. Él se vestía bien para sí mismo. Aunque sabía de paso que no solo sería una salida a dicha inauguración con el rubio Lee, sería una noche más larga que eso.

Se vió por última vez al espejo de su recamara y sonrió por gustarse, el resultado era muy bueno para los ojos de cualquier persona. Salió de su pequeño departamento y cubrió sus negros cabellos con un sombrero de igual color, caminó unas cuadras más y se paró frente a una puerta blanca de hierro. Llamó y minutos después el ford de Taemin apareció frente a él, bajando la ventana.

– Oh Jimin, ¿Quieres dar tentación? – habló el rubio asomándose sutil por el marco.

– Yo la doy, aún así en abarcas.

Se encogió de hombros tomando entre sus manos su bolsillo del hombro para abrir la puerta y sentarse en el lugar del copiloto, Taemin solo miraba al joven con admiración sin borrar su traviesa sonrisa. El ojinegro cerró la puerta para voltear su cabeza a su acompañante.

– ¿Y bien? Nos vamos – cuestionó con una ceja alzada. Taemin asintió exhalando tranquilo para relamer su labio.

– Por cierto linda casa.

El rubio se refirió a dónde anteriormente Jimin estaba parado, Park sonrió por eso más no dijo nada, el ojinegro encendió la radio y removió su cabello para recargar su codo en el marco de la puerta.

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“La cueva de Gahui”

Leyó Jimin en su mente cuando estaban frente al nuevo establecimiento, si era honesto era un lugar que por fuera se veía moderno, elegante y con un toque rústico, justamente del gusto de Jimin, Lee bajó del ford para después abrirle la puerta del coche al azabache y este poder bajar.

A los costados de las puertas dos hombres de buena musculatura custodiaban el lugar, ambos con arma en manos, oficiales de seguridad. Los jóvenes entraron, Lee enseñó su ficha al principio pero si bastó una vez ya que tres personas de unos cuantos años más lo reconocieron. Jimin fue jalado por el rubio para quedar frente a ellos tres.

– ¡Arquitecto Lee! Es un gusto verlo por aquí, me agrada que al final haya decidido venir – dijo en una gran sonrisa un hombre de mayor edad.

– Claro que vendría además… No lo hice solo, él – tocó un poco el hombro del pelinegro – Es Park Jimin y me acompaña el día de hoy, el empresario de ese día me dijo que podía traer a alguien más.

Las tres personas de buen vestir voltearon a ver a dicho pelinegro, quien los miraba con facciones tranquilas y delicadas, la belleza del chico no pasó por desapercibido, ya que todos le sonrieron como comúnmente lo haces cuando ves a alguien guapo. Jimin supo de esto y ladeó su sonrisa.

– Sí me dí cuenta que Jeongguk autorizó eso – se oyó decir del mayor de todos, un cuarentón.

– Vaya parece que siempre vas de buena compañía Lee – opinó una mujer de facciones rudas pero atractivas – Entonces… Park ¿No?

– Jimin, por favor – respondió con suma amabilidad el ojinegro y la mujer rió encantada con el joven.

– Entonces eres amigo del arquitecto Lee, ¿No es así? – preguntó el otro hombre mirándole atento. Jimin quien seguía sonriéndole a la mujer, miró al  muchacho.