Capítulo 1-Starting (Mara)

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Azoté la puerta al pasar y esta se cerró de un golpe. Joy, que estaba sentada en el sofa leyendo uno de sus tantos libros, se sobresaltó al oírme llegar.

-¿Mara? ¿Estás bien?-preguntó preocupada.

-¡Perfectamente!-dije con ironía mientras iba hacia la cocina.

Joy bufó y me siguió hacia la cocina. Abrí un armario y saqué una botella de whisky que teníamos para emergencias. Técnicamente esto era una emergencia.

-Emborracharte no va a arreglar nada, Mara; lo sabes.-dijo Joy tratando de quitarme la botella de las manos.

-Pero si ayuda a olvidar.-protesté llevando la botella conmigo.

La abrí y vertí un poco de su contenido en un vaso que había sacado del armario, para vaciarlo después de un sólo trago.

Joy cogió la botella y la cerró, para después ponerla en el armario, lo suficientemente alto como para que no llegase. Odio ser más bajita que ella.

-Vamos, Joy, devuélveme la botella.-le pedí haciendo un puchero.

-¿Quieres emborracharte?-preguntó. Asentí.-Está bien, pero lo haremos como dios manda esta noche. Nos vamos de fiesta.

-Llamaré a Susan, ella siempre sabe donde se dan las mejores fiestas privadas.-dije con un brillo de picardía en la mirada.

-Me das miedo, ¿sabes?

-¿Quieres una buena juerga o no?

-Sí, pero...-empezó a decir.

-Pero nada.-la corté.-Llamaré a Susan, ¡esta noche va a ser épica!

-Eres bipolar, ¿sabes?

-Me lo suelen decir.-dije y la guiñé un ojo.

Tomé mi teléfono y marqué el número de Susan con rapidez, me lo sabía de memoria. No tuve que esperar más de dos timbrazos y ella ya había descolgado.

-¡Mara! ¿A qué se debe tu llamada?-dijo una voz alegre al otro lado de la línea.

-Hola Su.-dije riendo.-Necesito tu ayuda con algo.

-Lo que sea, solo pide por esa boquita.

-¿Hay alguna fiesta que merezca la pena esta noche?-pregunté mientras me quitaba la chaqueta, haciendo malabarismos con el movil para que no se cayera.

-¿Problemas con Daniel?-y por cómo lo dijo supe que había compuesto una mueca.

-Desgraciadamente.-bufé.-En fin, ¿tienes algo?

-Para tu suerte, tengo dos invitaciones a una fiesta privada en el centro de la ciudad. Inauguran un bar temático de una banda de esas y me mandaron las invitaciones.

-Eres gente importante, Su.

-Al parecer sí.-rió.-Las dejaré en tu buzón a la que voy a casa. En una media hora las tienes ahí.

-Muchas gracias, Su, de verdad.

-No es nada. Pasalo bien y salúdame a Joy.

-Eso haré, chao.

-Hasta pronto, guapa.

Colgué el teléfono y lo guardé en mis pantalones. Joy me miraba inquisidora, pero yo solo fui de nuevo a la cocina y saqué de la nevera una manzana.

-¿Piensas decirme el plan?-preguntó Joy rodando los ojos.

-Tenemos pases para una fiesta privada.-dije y le di un mordisco a la manzana.-Su es una diosa.

-¿Y qué te pasaba antes? ¿Me vas a contar?-dijo ella mientras sacaba una servilleta y me la daba para que me limpiase del jugo de la manzana.

-Nada importante.

-Tiene que ser algo importante cuando has entrado prácticamente tirando la puerta a tu paso.

-No es nada, de verdad...

-Sabes que no puedes mentirme, Mara. Pero en fin... si no quieres contarme...

Miré hacia el suelo algo apenada y ella puso su mano sobre mi brazo.

-Cuenta.-susurró.

-Es... es Daniel...-dije botando la manzana a medio comer en la basura y limpiando con la servilleta mis manos.

-¿Qué ha hecho ya ese cerdo?

-No le llames así.-respuse y limpié una lágrima con la servilleta.-Sólo... sólo hemos discutido...

-¿Pero qué ha pasado para que discutáis? ¿No estabais preparando un viaje para navidades?

-Ese es el tema... no va a haber viaje. Él... se va.

-¿Cómo que se va?-preguntó asombrada.

-Le han dado una beca para ir a estudiar a Los Ángeles por unos meses, para mejorar no se qué... y... dice que quiere... tiempo.-sollocé.-Le amo, no quiero que se vaya... yo... sin él no soy nada.

-¿Vas a dejar de decir tonterías?-me dijo mi amiga golpeando mi brazo.-¿Dónde está la Mara que quería comerse el mundo?

-Enterrada a tres metros bajo tierra.

-Está bien. Basta ya de estupideces. Ve a cambiarte, que esta noche nos vamos de fiesta. Y vamos a arrasar.

Sonreí levemente y la abracé con fuerza. Sólo ella sabía cómo hacerme sentir bien, y la verdad, tenía mucha razón. Esa noche íbamos a arrasar.

Live While We're YoungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora