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-¿Por qué lo dices? -pregunta serio, asustado. Se sienta en la cama, y toma a Yashiro de los hombros, la levanta de golpe.  

La mirada de la chica se torna oscura. Ella se toca la nuca con la mano izquierda en silencio, con la cabeza baja. Sus cabellos, opacos por la oscuridad de la habitación esconden su rostro. 

-Por nada. Solo estabas gritando, llorando mientras dormías. Decías cosas raras. 

Amane ya no escucha lo que Yashiro le está diciendo. Aún no ha despertado. Sigue siendo el Amane del sueño. 

-¿Me estas escondiendo algo? 

-No. 

-¡Maldición! -grita apartándola de él en un movimiento brusco. Ella se cae de la cama.

Amane esta enfadado. Recuerda el sueño, recuerda a Yashiro. Recuerda la rabia, el sabor de la bilis en su boca. Sus manos tiemblan, las cierra en puños. Las uñas hacen presión en las palmas.  

Sus ojos buscan a Yashiro, que sigue en el suelo. No se mueve. 

-Amane, dime ¿Qué fue lo que nos paso? -dice ella bajito desde el suelo- ¿Por qué todo terminó así?

-¿Por qué no me lo dices?

-No puedo. 

-¿Por qué no?

Yashiro niega fuerte, gira su cara con tanta brusquedad que parece el cuello se va a romper, y su cabeza saldrá rodando por el piso. Amane se levanta, enciende la luz. Su corazón se detiene. La ve en el suelo, sus piernas están llenas de moretones, sus brazos de cortadas. La mirada perdida en el suelo. Su piel tiene un tono verde. Enferma. Yashiro se ve enferma.

Amane corre para enterrarla en su pecho. Los brazos de ella se sienten fríos. Él llora, la llama, pero Yashiro no responde. No lo mira. No habla.

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-Estaba pensando que hoy podíamos ir de paseo -dice Amane, mientras cepilla el cabello crema de Nene. 

La luz deslumbrante del sol de medio día, atraviesa las cortinas blancas, y salpican a chorros la habitación con una luz blanca tan pura. El silencio que rodea la casa transmite una falsa tranquilidad, los árboles permanecen quedos, no hay viento. Todo yace congelado en ese instante. 

Nene no contesta nada. Esta sentada entre las piernas cruzadas de Amane con la espalda recargada en el pecho de él.Sus brazos caen a sus costados sin fuerzas, rozan las pantorrillas del joven Yugi que le hace trenzas. 

-¿Quieres ir a algún lugar en especial? -sigue él- ¡Podemos ir a cualquier parte!

Ella no responde. Amane acaricia su nuca, deshace las trenzas y vuelve a empezar. Se siente tan frustrado. No le gusta. No le gusta nada. Algo no le gusta pero, ¿Qué? No lo sabe. 

-Di algo -le ruega. La voz le sale quebrada. 

Vuelve el ardor de sus brazos. Los talla desesperado, como para arrancarse la piel. Si. Quizás su piel se cae en trozos y no lo mira siquiera. Lo ignora. Sigue cepillando ese cabello claro, largo, suave. Ese cabello que parece fue espolvoreado por polvo lunar. Toda su atención esta en ella, su Nene. 

Ella es todo lo que necesita. Todo lo que quiere. 

El cabello de Nene se escurre de sus manos, y algunos mechones se desprenden del cuero cabelludo, caen sin hacer ruido a la alfombra, a un lado de Yashiro que sigue inmóvil. Amane parpadea horrorizado. Es cuando escucha la música de la radio. Suena tan fuerte, que hace vibrar los vidrios de las ventanas que están cerradas con seguro. No lo había notado hasta ahora. 

Momentos FelicesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora