Sangre Maldita(Corrigiendo)

Capítulo 26

Una siniestra armonía.

Reiko Amabuki, tercera al mando de la pandilla callejera conocida como Doremi, vio el primer evento del Primer Año del Festival Deportivo de la UA con una sonrisa maníaca dividiendo su rostro. Junto con un gran grupo de sus amigos, miembros de pandillas y clientes, la violette estaba disfrutando de todo el entretenimiento nacional mientras se relajaba bajo la sombra de un pabellón.

"El Overboss es ..." comenzó Reiko, observando las repeticiones instantáneas mientras aparecía detrás del momento una cierta ventana verde que venía de atrás y se robó el primer lugar en la carrera de obstáculos, "... ¡un absoluto BADASS!"

A medida que la televisión de pantalla panorámica se había reunido, Reiko se tomó un momento para procesar lo que acababan de ver y recordar todo lo que le había sucedido a ella y a la pandilla recientemente.

Cuando Saki regresó de la muerte por primera vez, como un zombi súper rudo, ella y el resto de las chicas estaban extasiados. Entonces el jefe restaurado le presentó al tipo que la había traído de vuelta. No hace falta decir que la pandilla no había quedado impresionada.

Lo que habían visto era una alubia, un niño de mamá, un zapato muy dócil demasiado manso para merecer comandar a su pandilla y mucho menos a su jefe no muerto. Si bien agradecieron a la verdecita por traer a Saki de regreso con ellas, las chicas decidieron impulsivamente en segundos que la adolescente pecosa no sería aceptada en sus filas.

Y realmente, él era solo un niño. ¿Qué tan inútil habría sido en un equipo femenino?

Pero entonces Saki se encendió como un petardo y casi se rompió los tímpanos con su rugido indignado. La rubia no tardó mucho en dejar increíblemente claro que no le correspondía a la pandilla decidir si se unía o no el verde. Ese ni siquiera había sido el punto de su visita.

Al final resultó que, el chico lindo de la mamá, el hilo con buenos modales y una sonrisa amable? Era un nigromante honesto con Dios.

Y según Saki, su nuevo jefe no había necesitado un montón de perras vagas y sin valor a sus órdenes. Habiendo retomado fácilmente las riendas de Doremi, la rubia petarda había dejado su ultimátum; Si alguien quería permanecer en la pandilla, SI querían que su familia sobreviviera, tenían que esforzarse y trabajar.

Había sido una decisión fácil de tomar para las chicas.

Al final, la primera parte del trabajo en sí había sonado absurdamente fácil; vigilando a la querida madre de su nuevo Overboss, y manteniéndola a salvo, mientras mantiene una distancia para evitar preocupaciones infundadas. Sin embargo, las chicas de Doremi habían descubierto rápidamente que Inko Midoriya atraía bastantes problemas por su cuenta sin siquiera intentarlo.

Dos asaltantes, un acosador sospechosamente bien vestido e incluso un monstruo rubio con una especie de máscara de peste de la vieja escuela; cada uno tuvo que ser interceptado e intimidado con éxito para dejar su cargo solo. Esos que las chicas podían manejar. ¿Pero esa mujer rubia cenicienta?

¡Casi les hizo fallar su misión cinco veces en solo dos días!

Y luego la Sra. Midoriya había sido hospitalizada. Las chicas lo habían tomado extremadamente duro. Aunque no había tenido nada que ver con ellos, todavía sentían que habían fallado.

"¡Reiko-nee!"

La repentina llamada sacó al líder interino de Doremi de sus pensamientos. Mirando hacia arriba, la adolescente mayor pasó una mano por las franjas de neón de azul y rojo en su cabello mientras miraba la cara tensa de una hermana subordinada mientras se acercaba. El rostro sereno de la violette no hizo nada para disipar el aire de peligro que la rodeaba.