IX.

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─Oye, ¿por qué no conviertes esto en una galería?

─No tengo cuadros para colgar.

─¿Pero no le ves el potencial? Además, sería lindo poder relajarse aquí, tomando un tecito, observando las obras, luego darte vuelta y ¡zaz! ─exclamó Alejandro, moviendo las manos efusivamente al hablar. David, que estaba a unos pasos de distancia del menor, lo miraba como si se hubiera vuelto loco, pero de todas formas lo dejó continuar─, allí tienes el hermoso paisaje de los limoneros. Es bonito.

David lo consideró. El muchacho tenía razón, sería un lindo lugar de descanso. Pero había un problema.

─No tengo nadie que me visite, sería algo inútil.

─No es necesario que alguien te visite para tener una linda casa, tío. Además, me tienes a mí.

David soltó una carcajada con un toque de ironía. Sí, el chico iba y venía casi todos los días. A la mañana, David salía y lo veía caminando cerca de la valla de entrada, buscando algo para dibujar. Por las tardes, luego del almuerzo, volvía a salir para encontrárselo allí, sonriéndole de una forma tan tierna que a David le daba pena dejarlo ahí fuera, tirado, por lo que lo dejaba pasar.

Los últimos diez días fueron una rutina. Alejandro iba, David lo dejaba pasar, y cada uno a lo suyo. A veces el mayor le ofrecía limonada con menta, otras veces le preguntaba si necesitaba algo más. Alejandro solo le agradecía y volvía a enfocarse en su libreta.

David desconocía lo que el chico dibujaba allí. Más de una vez le preguntó, pero Alex siempre le respondía lo mismo.

"Dibujo los árboles, y ya."

─Vale, pero algún día te aburrirás de venir. Y aquí me quedaré, solo, con mi galería vacía.

Alejandro volvió a pasearse por el extenso salón y finalizó su recorrido en la puerta que daba al patio. Tomó una bocanada profunda de aire y se dio vuelta, brindándole una gran sonrisa a David.

─También tienes los árboles de limón.

David se olvidó de respirar por unos segundos. ¿Qué le estaba ocurriendo? ¿Es que estaba loco? No entendía lo que pasaba, pero no era nada bueno, de eso estaba seguro. A duras penas, pasó saliva y le devolvió la sonrisa a Alejandro.

─Tienes razón, tienes toda la razón. Benditos sean los árboles de limón.

lemon trees; fargexby!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora