El sol y la luna mantienen un amor platónico.

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Dos días antes parte dos.

—¿Tú? — pregunté confusa— ¡Es que no lo comprendo!, ¡Tú!, Me mentiste. Me engañaste, me usaste como un estúpido juguete, espero y estés feliz— la rabia que sentía era tan grande que quería lanzarle cualquier cosa que estuviera a mi alcancé.

—¿Qué creías? ¿Que sería una especie de sueño para ti? — se sobresaltó, dando un golpe en la mesita de noche. Se acerco a mi para sujetarme del cuello.

—A-ad— emití, el paso del oxígeno era escaso.

—¡Calla!, Que tus labios ensucian mi nombre. Manchan todo lo que hice por ti. Todos esos intentos por ser alguien en tu vida, por querer cambiar toda esa basura que te rodeaba, por quitar todo ese rastro de infelicidad— la rabia acumulada se notaba en cada palabra que escupía.

Su mandíbula estaba tensa, mostrando que si seguía apretándola se podría fracturar. Solo podía pensar en el mal que le hice, en cada ocasión que lo rechacé, pero todo fue por él. Porque fui añadiendo y fomentando ese odio, todo eso lo iba a pagar hoy, de eso estaba completamente segura.

—Te daré una oportunidad, mi amor, le hablarás mañana a tus padres bajo mi supervisión y seremos felices juntos— dijo soltando las cuerdas, para después desamarrarme las manos y por último quitó el pañuelo de mis ojos.

Traté de acostumbrarme a la luz.

—Iré por algo de cenar— dijo saliendo de la estancia.

Con la mirada comencé a buscar algo que me sirviera de utilidad, pero no había nada a mi favor, solo un teléfono.

¡Un teléfono!

Corrí hacía el y marqué a mi casa esperando que la línea no estuviera cortada.

Pip.

Pip.

Pip.

Me mandó a buzón. Y lo volví a intentar.

—¿Mamá? ¿Papá? —
—Sí mi cielo somos nosotros—
Solloza al escucharlos hablar.
—¿Estás bien cariño? ¿No te han hecho nada? — Pregunta desesperada la madre.
—Sí— mentira, gritaba su subconsciente. —Solo quería que supieran lo agradecida que estoy con ustedes— suelta un jadeo. —Porque nunca me dejaron sola, me apoyaron cuando más los necesite y cuando no fue necesario. —
—¿Mi amor, dinos dónde estás? —
—Prometan que me van buscar, que no se llenarán de odio, de rencor, que me recordarán por lo que fui, sean fuertes, siempre lo han sido—

A lo lejos se escuchan unos pasos apresurados.

—¿Qué diablos crees que estás haciendo? — Volteé asustada.

*Se corta la llamada*

—Ayuda — alcance a susurrar. Las lágrimas se agolparon en mis ojos, mi garganta se cerró, me sentía cada vez peor.

—Y-yo, puedo explicarlo— intente razonar con él.

—¿Y qué me dirás? ¿Qué solo querías saber si funcionaba? ¿Querías comprobar que la línea estaba bien? ¿O querías pedir ayuda? — dijo mientras me observaba desde el umbral de la puerta.

—¿Podrías soltar esas tijeras? ¿Por favor? — pedí.

—¿Te da miedo, cielo? — su risa carente de humor, su intensa mirada más la atmosfera pesada acrecentaban mi ansiedad.

—Me pone un poco nerviosa— solté sin pensarlo.

—Me pregunto, ¿Cómo se vería encajada en tu garganta? — dijo apuntándola— Sería un magnífico adorno para tu cuello, tan limpio, pulcro, es fino, mientras la sangre resbala lentamente por tu garganta.

Solo pude tragar grueso.

—Ven aquí, Jane, no te haré daño, lo prometo— si como no.

No me acerqué.

—¿Vienes o voy por ti? — el enojo hizo acto de presencia.

Me quedé quieta en mi lugar.

—Bien, voy por ti— camino apresurado, lanzo la mesa y pateo las cosas que estaban en el suelo.

Se aproximo a la mesita dejando las tijeras en ella. Me tomo del brazo a la fuerza mientras yo comencé a forcejear.

—Me diviertes tanto, cielo, pero hay mejores formas de divertirse, ¿No crees? —

Agarro las tijeras de nueva cuenta.

—Prepárate para la mejor diversión de toda tú vida— sonrió ladino, alzo las tijeras.

Lo demás paso a la historia, paso a la historia como muchos casos más, paso a ser una de esas chicas que salían de casa y no volvían más, paso a ser un posible caso inconcluso.

Jane Taylor no salió con vida para contarlo, por eso mismo regreso de la muerte, en busca de venganza para aquel que la mató y violó sin piedad. Regresó por justicia por su memoria y la de muchas jóvenes más. Regresó por qué no quiso ser un caso más.

Flores para mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora