Esto no estaba bien, lo sabía perfectamente, había tantas cosas que necesitaba que exploráramos, tantas cosas que quería que viéramos juntos.
Habían pasado varias semanas que no despertaba, mi búsqueda cada vez se veía limitada, estaba cansada, agotada, mi rendimiento no era el mismo, mis ojos ardían, ya no tenía las ganas ni el sentido para continuar en pie. Creí que podría averiguar todo detrás de mi muerte, el porqué de mi muerte tan precipitada, al final moriría de cáncer, ¿Para que premeditarlo?
Cambié el paño de su frente, sintiéndome ahogada y sin ánimo camine en círculos por la habitación. Estaba tan agotada, creí que era todo por mi parte, solo ya no había más de mi. Sabía que si volvía a iniciar recaería en lo mismo de siempre.
─¿Qué haces bonita?─ Susurró con voz ronca, mis sentidos se revolvieron, sentí que algo en mi no estaba del todo normal y que mi comportamiento ya no era el de siempre. Corrí para quedar a su lado, su mano se extendió con la intención de tomar la mía, había duda en sus ojos, después de aquello, sentí escalofríos al recordar sus manos esqueléticas. ─ Hay tantas cosas que debo decirte, y no sé como empezar, decir que lo haré desde el principio sería algo estúpido de mi parte.
Solo pude atinar a sonreír, le serví un poco de agua y estiré mi mano poder agarrar la suya. Su tacto siendo el mismo, y esa expresión denotaba alivio cuando hice la acción que él esperaba.
─Solo no tardes con la respuesta, no pienso esperar tanto por ella─ Y así era, odiaba tener la necesidad de esperar por algo que posiblemente jamás llegaría. Porqué él era así.
Porque al final, en lugar de dar respuestas solíamos huir. Porque eso era lo único que ambos sabíamos hacer. Huir.
Por el momento no había nada de que hablar, solo lo forzaría a algo que posiblemente no estaría dispuesto a decir y tampoco quería obligarlo. Solté su mano con intención de retirarme y darle un poco de espacio. Llegue al tejado, todo en mi temblaba, no sé si era emoción, si estaba abrumada, solo no me sentía "normal".
..
Estaba aliviada, Lucas ya se encontraba mejor, su piel ya no estaba tan pálida. Estaba de pie observando sin disimulo cada uno de sus movimientos.
Se incorporó en la cama incomodo por mi análisis, sus ojos denotaban miedo. Y no era el único que se sentía así. Su mirar era ido, vagaba entre cualquier cosa de la habitación, pero está no recaía en mí. Sin embargo, yo no aparte mi vista de él.
—Primero, quiero que sepas, que siempre he estado para ti, y si no pude intervenir para poder ayudarte es porque estaba fuera de mis límites— su voz tembló— que no pude hacerlo, porque lo tenía prohibido, porque por más que quisiera no estaba en mi jurisdicción y me duele tanto haber estado presente y ser tan estúpido como para no hacer nada— expresó.
Tomo una larga respiración para continuar:
—Jane, te conozco desde hace un par de años— murmuró— Bueno más tiempo de los que tú crees y puedas imaginar.
—¿Y por qué no te recuerdo?— estaba curiosa por esa respuesta, nunca olvidaba nada ni a nadie, así que era imposible que esto fuera así. ¿Cómo podría olvidar esos ojos?
—Es porque aún no nacias— susurró.
¿Qué? Ahora sí, su cerebro se fue de sabático. Estaba loco.
—¿Te estás escuchando?— apretó los ojos, su boca y ceño estaban fruncidos. Era como ver a un niño regañado.— Eres como de mi edad, aunque, eso no lo puedo asegurar ya...— intente recapacitar al recordar en lo que se convirtió.— ¿Quién eres? No, más bien. ¿Qué eres? ¿Y por qué estás aquí?— Inquirí.
—No podría describirlo, es algo complejo. No sé si pueda decirlo, alguien podría darse cuenta y podría romper mis votos, de ser así, nuestra existencia estará en peligro.
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Flores para mí.
FantasíaDicen que después de la muerte puede existir la vida. Jane tras un nuevo suceso en su vida la lleva a querer investigar sus orígenes siendo acompañada por Lucas el chico misterioso. Un crímen, un asesino, un amor inconcluso, ¿Te atreverías a descubr...