Capítulo XII

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Elisa salió furiosa de la Mansión Ardley. Se había presentado en aquella casa sin ser invitada y le tocó ser testigo ocular del momento en que aquel ejemplar de hombre se apoyaba en una de sus rodillas y le pedía matrimonio a Candice, algo que ella, juró impediría se llevara a cabo a como diera lugar.

Se detuvo frente a su casa, la cabeza le daba vueltas. No podia siquiera pensar en ingresar en aquel estado. Sus amigas se darían cuenta de su turbación y comenzarían a hacerle preguntas que no se le apetecía responder. En ese momento, lo que necesitaba era un aliado para impedir que aquel hombre se le escabullera de las manos. Se dio la media vuelta y salió una vez mas. Con la sorpresa del anuncio del compromiso entre su hermano y Susana nadie notaría su ausencia.

—¿A donde la llevo señorita?

—A casa de los Stevenson.

Diez minutos mas tarde, Elisa estaba frente a la casa de Tom.

—Aguarda por mi, regresaré pronto —dijo saliendo del coche.

Llamó la puerta de aquella casa con tanta fuerza que si hubiesen habido vecinos alrededor habrían escuchado sus gritos, pero a ella le interesaba que aquel imbécil que decía estar enamorado de ella y que haría cualquier cosa por complacerla, estuviera despierto.

—Elisa, ¿que haces aquí y a esta hora?

—Hola Dayana, ¿Tom se encuentra?

—Si, está dormido —respondió la menor de los Stevenson somnolienta.

—Podrías despertarlo, me es urgente hablar con él.

Lo primero que cruzó por la mente de Tom, cuando su hermana le anunció que Elisa aguardaba por él, fue negarse a recibirla. Pero después de pensarlo con detenimiento decidió ir y atenderla y tratar de averiguar que pretendía.

—Buenas noches Tom —dijo Elisa coquetamente.

—Buenas noches Elisa, que haces lejos de tu nueva conquista.

—¿A quien te refieres? —preguntó con una fingida inocencia.

—A quien mas va ser, a Terrence, ¿no fue en su honor que diste la fiesta en tu casa esta noche?

—Ni me lo menciones, ese Inglés resultó ser un libertino, ¿puedes creer que quiso besarme por la fuerza?

Esta si que era una serpiente. ¿Como no se había dado cuenta antes? —¡Por Dios! La teoría que el amor era ciego, se había cumplido en él, pero gracias a lo que descubrió esa tarde, había visto a la verdadera Elisa, capaz de hacer lo que fuera por salirse con la suya. Así que, esa careta de dama digna y ofendida le quedaba muy grande.

—Eso si que es una sorpresa. —dijo sarcástico.

—Lo es, lo es —dijo Elisa cubriendo su rostro —y pensar que tenía otro concepto de él.

—En lo personal, Terrence se me hizo un joven bastante caballeroso.

—Yo pensaba lo mismo pero ya ves caras vemos mañas no sabemos.

—Me queda claro —Tom se giró dándole la espalda —no creo que hablar sobre lo que te sucedió con Terrence sea el motivo de tu visita a esta hora de la noche, así que ¿por qué no me dices de una vez a que has venido exactamente? —Preguntó Tom sin tanto adorno.

—Bueno yo.. yo —Elisa se acercó a él. Sus senos tocaron la espalda de Tom. Aquellas dos esferas eran su arma de seducción —quiero que me ayudes a darle una buena lección a ese extranjero para que le quede claro que no puede venir a America a propasarse con las damas de esta región.

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