Capítulo 15

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—Quería... disculparme, no era mi intención que vieras... a ese hombre... hmm — Kageyama había comenzado a disculparse de manera inconsciente, de la nada la mirada que Shoyo le había dirigido al hombre que había matado le había calado hasta los huesos, no quería que le tuviera miedo o que se sintiera culpable de alguna manera, quería que se diera cuenta que él no era el malo en la situación—No te culparé si me tienes miedo...

Antes que pudiera seguir con las disculpas, que para Shoyo eran totalmente innecesarias, escuchó unos bajos sollozos, dirigió su mirada al pequeño cuerpo de Hinata, quien temblaba debido al llanto ¿Cómo era posible que Kageyama se concentrara en en algo como eso cuando el culpable era él? No lo podía entender.

—No tienes porqué disculparte... —dijo intentando que su voz saliera clara, su mirada estaba en el suelo, sus puños apretados, las palabras no salían de su boca como quería. Kageyama lo miraba totalmente sorprendido— yo... lo siento... es mi culpa... todo... es mi culpa... que ese hombre muriera, la preocupación de mis padres... que... que casi murieras... el que debería disculparse soy yo... entenderé si me odias... pero... dejame intentar...

—Oye... yo no te odio— dijo con tono firme, lo que hizo que Hinata levantara la mirada, sus ojos abiertos de par en par y un camino de lágrimas surcando sus mejillas, Kageyama tuvo el impulso de secarlas con su pulgar, pero se contuvo—Escucha... sé que crees que todo es tu culpa, pero... no es así, no es culpa de tus padres, no es culpa mía, los únicos culpables aquí son los que quieren robar el programa de tu padre, no te mortifiques por algo que solamente existe en tu mente.

Hinata no lo podía creer, comenzó a llorar de nuevo, se sentía aliviado de que el más alto no lo odiara, se sentía mejor, era como... como si Kageyama supiera que decir en cualquier momento para hacerlo sentir mejor.

—Gracias— dijo con un hilo de voz, su mente no estaba procesando muy bien lo que estaba pasando, quería decir algo, pero de su boca no salían nada más que balbuceos—Lamento de nuevo...

—Ya te dije que no es tu culpa—dijo nuevamente con calma, no quería que el más bajo se sintiera presionado. Hinata asintió y luego la habitación volvió a sumirse en un silencio muy pesado, ninguno de los dos sabía que decir para aligerar el ambiente, si no fuera porque la madre de Hinata entró a la habitación con dos platos de soba caliente, estaban seguros que no hubieran podido salir de ese silencio tan tenso.

El resto de la tarde se la pasaron conversando de diferentes cosas, la mayoría eran anécdotas graciosas de cuando Shoyo era pequeño, cosas vergonzosas que hacían al más bajo ponerse tan rojo que se podía confundir fácilmente con un tomate, Kageyama soltaba alguna carcajada de vez en cuando, aunque la mayoría de veces hacía que la herida escociera como el mismo infierno.

Muy dentro de Kageyama pasaba el pensamiento de envidia hacia el más bajo, envidiaba a su familia, envidiaba la felicidad e inocencia con la que reía. Cada vez que escuchaba a la madre de Shoyo decir algo que éste había hecho cuando era pequeño el pensamiento de querer haber tenido una infancia normal y feliz lo asaltaba, de haber tenido una familia.

Se obligó a apartar esos pensamientos de su mente, no quería preocupar a los demás en caso de que tuviera una cara de infarto plasmada en el rostro causada por sus pensamientos, no quería que vieran lo podrido que estaba por dentro.

—El soba está delicioso señora Hinata—dijo Kageyama, quien estaba apunto de terminar su plato. Chinami sonrió de la manera más maternal en dirección al más alto, quien no pudo evitar recordar a su madre.

—Me alegró que te guste— dijo tomando el plato vacío de Kageyama entre sus manos, Shoyo quien ya había terminado de igual manera, se ofreció a llevar los platos al fregadero, cosa a la que su madre se negó rotundamente.

Guardaespaldas (Kagehina)Where stories live. Discover now