Capítulo 4

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¿Qué era lo peor de decirles a tus amigas que te buscaran novio un día lunes? Sí, que no pararían con el tema hasta que llegara el día fin de semana y le sacaran de la comodidad de su cama para llevarla al centro comercial.

A pesar de querer el cambio, Annie era la menos feliz caminando de lado a lado entrando en cuanta tienda dijera "Oferta" o "Nueva Temporada". Ya pronto sería invierno, por Dios, ¿a quién se le ocurría comprar ropa a medio romper que usaría recién en seis meses más sin congelarse de frío? Sin dejar de lado el hecho que ella jamás usaría algo que dejaba a la vista hasta el alma. Sus amigas realmente estaban locas de remate. Quería una cita –y quizás un novio– que se fijara en ella por cómo era, no alguien que se dejara engañar por la ropa o que se espantara por la falta de ella.

- Vamos, chicas, yo de verdad no me pondré jamás esto –exclamó Annie levantando un vestido seleccionado por Diana que apenas le llegaría a las rodillas. – No quiero ser exhibicionista.

- No seas quejona, eso tapa lo justo y necesario – justifico Margot con una sonrisa tomando tres vestidos y poniéndoselos bajo el cuello viendo si los patrones le venían. – Mira que mona te ves, es tiempo de abandonar la ropa negra y contagiarte de vida.

- Yo realmente no quiero sentirme fuera de lugar o dejar de ser yo, solo quiero algo un poquito más alegre.

- Lo sabemos, corazón – sonrió Diana sentándose en un banquillo justo a Annie. – Pero pediste nuestra ayuda y ya no hay vuelta atrás. Debes quitarte esa mochila que traes desde hace años y renovarte, ser la mejor versión de ti. Además, fue pinky promise, nos dejaste hacer esto, no hay vuelta atrás –finalizó la morena con una sonrisa de oreja a oreja.

Annie asintió resignada y partió al probador con toda la ropa que sus locas amigas habían escogido para ella.

Horas después se encontraban en una pizzería local almorzando; para las dos de la tarde cada una cargaba alrededor de 5 bolsas, así que decidieron que era tiempo de hacer una parada y comer. Annie estaba dudosa de poner toda esa enorme pizza en su sistema, una vez adentro iba a ser muy difícil de salir.

- No creas que no te estamos viendo –dijo Margot viendo a Annie y su plato. - Llevas media hora con eso ahí, así que si quieres ir a casa pronto comienza a comer.

- Esto es mucho para mí –señaló Annie. – ¿Quieres la mitad?

- Nop, es pequeña – negó la morena. – Cómelo tú, no nos iremos hasta que lo hagas.

Comer no era una tarea fácil, pero sus amigas no lo dejarían ir, así que fue a por ello. No por el hecho de que no le gustara la comida o porque no la encontrara deliciosa, sino por el hecho de que su conciencia luego no tendría piedad cada vez que se viera al espejo.

- Quita esa cara –dijo Diana pasando un brazo por su hombro una vez camino a la casa. – Tienes que comer y lo sabes, no volveremos a dejarte caer otra vez.

Annie le dio una media sonrisa y siguió caminando en silencio.

Una vez en casa ordenó toda la nueva ropa que sus amigas habían adquirido para ella y puso en una caja para donar toda la ropa que ya no usaría o no le caía porque sus caderas habían decidido crecer muy rápido. Buscó en Internet las posibles combinaciones de colores que estaban a la moda y dejó todo su ropero listo para la semana escolar que se avecinaba. Tenía un buen presentimiento acerca de este "nuevo yo" que le traerían los cambios que se había propuesto tener.

- ¡Annie ven aquí! – exclamó una voz desde la sala. – ¡Tienes que ver esto!

Dejó todo listo y salió de su habitación para encontrarse a la morena y la pelirroja comiendo chocolate frente a sus computadoras abriendo y cerrando pestañas en el buscador sin parar. Eso nunca era bueno.

Apples for The ColdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora