«No soy como tú»

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Diana Pov.

Al verlo otra vez, esa molesta sensación de querer matarlo a golpes volvió a mi, unas ganas que pensé haber olvidado con el tiempo. Pero al parecer, no fue así...

No vivas de la venganza, hija...

Se repetían una y más veces esa frase en mi cabeza para tratar de tranquilizarme.

- ¿No vas a decir nada, pequeña?- dijo con una sonrisa arrogante.

- aprieto mis puños con fuerza- Tú... ¿Por qué? ¡¿Por qué lo hiciste?!- muestro mis dientes con rabia.

- cambia su expresión a una neutra- Simple. Envidia y rencor...- camina hacia mi- Tu padre me robó todo. El amor de mis padres, mis amigos e incluso la persona que amé.- se detiene frente a mí.

- me sorprendo- ¿A qué te refieres con lo último?

- Si, Diana. Yo amé a tu madre, más que a nada en el mundo...- sonríe nostálgico- Lamentablemente, ella jamás estaría con alguien como yo. Cuando estábamos en el colegio, ella era una persona aplicada, inteligente, obediente y amable; todo lo contrario a lo que yo era, egoísta, me gustaba meterme en líos, utilizaba mi inteligencia para divertirme.- borra su sonrisa- A comparación que yo, tu padre era perfecto ante los ojos del mundo, los alumnos lo admiraban, era querido por los profesores. Siempre andaba con su estúpida sonrisa, y su amabilidad con los demás era algo envidiable. Fueron esos motivos por los cuales enamoró a tu madre.

- ¡¿Y por eso lo mataste?!

- Dejame terminar la historia.- garraspea su garganta- Cuando se casaron, fuí a su boda, los felicité con una sonrisa, pero sólo por respeto y amor a Bernadette.
Ese día, algo en mí, se rompió. A nadie le gusta ver a la persona que ama casándose con otra ¿no es así?. Tiempo después naciste tú, en esa época mi cabeza ya estaba llena de odio y de rencor, no estaba conciente de mis acciones. Pero al verte ahí, tan idéntica a ella... Me hizo quererte, pero también, al saber que eras el fruto de su amor, me hizo querer matarte.- suspira- Traté de borrar todos esos pensamientos de mi cabeza, resultandome imposible. Entonces puse en marcha mi plan. Primero acabaría con la fuente del problema, tu madre.

- ¿Qué?...

Él... También mató a mi madre...
Perdoname por romper mi promesa Padre, pero no puedo soportar querer desquitarme con él...

Lo que siento ahora es inexplicable, ¿Alguna vez has sentido ganas de matar a alguien?
Eso. Eso estoy sintiendo ahora.

Lo agarro de cuello de su camisa y lo estrello contra el piso.

- ¡Eres un maldito imbécil!- me acerco- ¡¿Por eso los mataste?!

- se pone de pie con dificultad- ¡¿No sabes lo que es estar solo?! ¡Sin el cariño de alguna persona! ¡Pudriéndote en la soledad!...y sabes algo, ¡¡A nadie le importó!!

- ¡¿Qué no sé?!, ¡¡Yo conozco muy bien lo que es vivir sin el amor de un padre o de una madre!!- respiro con enojo- ¡¡Porque tu los mataste!!- le doy un puñetazo en la mejilla haciendo que se volteara bruscamente y se llevara su mano a su zona afectada.

-me mira con una sonrisa retadora- Sabes peliar eh...- se recompone- Alguna vez te preguntaste, ¿por qué te dejé vivir?

- No.- digo a regañadientes

- suelta una carcajada- Pues te lo diré. El día en que viste a tu padre morir... Juraste algo ¿verdad?- alza una ceja- Dijiste que ibas a matar al causante de su muerte... Y quería saber, si después de todo lo que te enseñado, lograbas tu objetivo. Pero veo que piensas cumplir la promesa que le hiciste a tu padre.

«Mi linda casualidad» DIAKKODonde viven las historias. Descúbrelo ahora