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La azotea de la escuela fue el comienzo de mi felicidad. Yo siempre lo recordaría de esa manera, cómo a mis cortos dieciséis años había besado a la chica que tanto me había gustado desde hacía casi dos años y de la que había estado enamorado ese último, y habíamos comenzado allí una relación. Para nuestros amigos no fue ninguna sorpresa, según ellos, ya hasta nos habíamos tardado, ellos habían sido testigos de como todo el segundo año de instituto se me iba entre suspiros por Hatsumi, por muy cursi que eso sonara. Yo estaba extremadamente feliz, tuvimos muchas citas en las vacaciones de verano, antes de entrar a nuestro tercer año de instituto, salíamos a los festivales, a pasear a los centros comerciales, incluso fuimos a la plaza donde nos habíamos conocido, recordando como había sido en aquella tienda de CD's, y cuando regresamos al instituto, ya todo el mundo sabía sobre lo nuestro, la verdad es que yo estaba orgulloso...más que nada porque Hatsumi era la chica más increíble del mundo, y poder decir que yo era su novio, para mi era todo un honor.


No pasó demasiado tiempo hasta que mis padres se enteraron, y casi casi me coaccionaron para que la llevara a la casa, pues aunque antes había salido con un par de chicas, nunca me habían visto tan feliz, y nunca había hablado tanto de alguna, eso para ellos significaba que iba verdaderamente en serio...y vaya que era cierto. Amé ese día, la verdad, cuando Hatsumi conoció a mis padres, sacó a relucir todo lo buena que era, para todo. Platicó con mi padre sin ningún problema, ayudó a mamá en todo lo que se le ofrecía e incluso a mi hermana le cayó bien, eso ya era mucho decir considerando el malísimo carácter de Saya. Lo que no me esperaba para nada, fue que al finalizar la velada, cuando yo ya estaba por ir a dejarla a la parada de autobús, ella se giró hacia mi y hacia mi familia, agradeciendo las atenciones, y luego me miró directamente a mi —Yuzu, por cierto...antes de que se me olvide, mis padres me dijeron que estarían también encantados de conocerte, han querido invitarte a cenar la próxima semana ¿crees poder asistir?— Yo tragué saliva ¡me había encerrado! En frente de mis padres no podía poner excusas, pero solo de pensar en ir a la casa de Hatsumi y conocer a sus padres me sudaban las manos. De fondo, escuchaba a mi madre asegurarle a Hatsumi que yo estaría allí, y finalmente yo también terminé asintiendo con la cabeza como robot. Esa misma noche, recostado en mi cama mirando al techo, luego de dejar a Hatsumi en la parada de autobús, me di cuenta de lo estúpido que estaba siendo. Mi novia había cruzado medio Sendai para venir a conocer a mi familia...¿no podía yo hacer lo mismo por ella? ¿No podría tragarme los nervios y hacerlo?

Si, si era capaz. Lo haría por ella...¿que no haría por ella?



De esa forma, terminé en casa de Hatsumi, sentado a la mesa con sus padres, sentía como si todo en mi interior temblara de los nervios y por un momento me pregunté si así se habría sentido Hatsumi al visitar mi casa. Sin embargo, pronto descubrí que eran nervios inútiles, pues la familia de Hatsumi fue muy amable conmigo y no hicieron más que preguntarme sobre mi, mi vida, mis gustos, mis pasatiempos...fue bastante ameno y traté de estar a la altura, de demostrar la misma valentía, simpatía y calidez que Hatsumi había demostrado con mis padres. Cuando terminó la noche, y mi novia me miró con una enorme sonrisa y los ojos brillantes antes de despedirnos, supe que al menos en una parte, lo había hecho, la conocía ya lo suficiente como para poder decir eso.




Fue a mitad del curso cuando nos dimos cuenta que se nos venía encima algo grande.


Nos encontrábamos en el lugar en el que nos habíamos confesado nuestros sentimientos, con nuestros registros a la universidad en las manos. Hatsumi estaba sentada, recargada sobre el barandal con mi saco cubriéndole las piernas, mirando aquel papelito con detenimiento, yo estaba de pie, recargando la espalda también en el barandal y de igual forma miraba aquella forma como si con solo mirarla pudiera hacer que desapareciera.

—Así que Tokyo...¿eh?— Por fin entonces pude apartar la mirada del papel y miré a Hatsumi, ella solo asintió. Allí estaba el dilema de todo, Hatsumi quería aplicar para la universidad de Tokyo, y si de querer se trataba, bueno, yo también quería, el problema es que mis padres no podrían costearme una cosa así. Si yo me mudara a Tokyo, tendría que pagar, aparte de las matrículas de la universidad, mis pasajes, los materiales, las comidas y todo lo demás, un depósito y una renta para una habitación o un departamento, y mi familia no tenía tanto dinero, era algo que no nos podíamos permitir, por eso, desde que había entrado al instituto me había hecho a la idea de asistir a la universidad Tohoku, en Sendai...Hatsumi en cambio quería asistir a Waseda, en Tokyo, era su sueño de toda la vida y yo sabía que podría lograrlo, el problema es que ¿cómo mantendríamos una relación así? Sendai estaba al menos a cuatro horas de Tokyo, aún usando el shinkansen, tal vez podríamos vernos los fines de semana ¿pero funcionaría? No lo decíamos en palabras, pero eso nos preocupaba, podía notarlo en sus ojos. Luego de un momento más de silencio, yo me senté a su lado, buscándole la mirada, cuando ella levantó la cabeza, yo le sonreí —Hatsumi-chan...estaremos bien, va a salir bien, tu irás a Waseda, yo iré a Tohoku, y nos veremos cada que vengas a ver a tus padres, también utilizaré mis ahorros del trabajo para poder ir a visitarte de vez en cuando ¿de acuerdo? Estaremos bien Sumi-chan— Utilicé aquel apodo que solo usaba cuando estábamos solos y pude ver como sus ojos se iluminaban, era una luz de esperanza. Entonces ella asintió y me dio la seguridad que yo también necesitaba, si ella podía confiar en que estaríamos bien, yo tendría más fuerza para hacerlo.

Minutos después, rellenamos juntos las solicitudes de universidad, mi primera opción fue Tohoku, la de ella, Waseda.



Apenas dos días atrás me habían llamado de la universidad de Tohoku para decirme que había sido aceptado, y esa noche, Hatsumi me había llamado, llorando de la felicidad diciéndome que había visto los resultados en la página web y había sido de las aspirantes aceptadas a Waseda, yo la felicité por supuesto, y dentro de mi solo se hizo más grande el orgullo que sentía por ella y a la vez, las ganas de hacer que nuestra relación funcionara, aunque dentro de poco tendríamos que separarnos.





El día que Hatsumi se tuvo que ir, nadie lloró, nadie dijo palabras tristes, ninguno de los dos quiso recordar al otro lo difícil que iba a ser ahora, solo queríamos pensar en que podríamos hacerlo, que haríamos que nuestra relación funcionara y que, cuando llegara el momento, volveríamos a ser los mismos de antes. Varias de las cosas de Hatsumi ya las habían llevado al piso que sus padres le habían rentado en Tokyo, por ello ahora solo llevaba una mochila a la espalda, de las cosas esenciales que se había dejado en Sendai hasta que fuera el momento de marcharse definitivamente. El shinkansen la esperaba, sus padres también, pues ellos irían a dejarla hasta su departamento en Tokyo...pero ella al parecer no podía soltarse de mi mano. La verdad yo tampoco quería soltarla. La miré a los ojos un largo rato y traté de memorizar aquella profundidad, el color café, la forma de sus pupilas dilatadas cuando me miraba, si memorizaba esos ojos, todo estaría bien. Entonces le presioné la mano y le sonreí, para después acercarme y darle un beso corto en los labios, sin importarme quien nos viera o lo que pensaran, cuando nos separamos ella estaba un tanto sonrojada, pero también me sonreía.


—Nos veremos pronto, Yuzu-kun, te llamaré en cuanto llegue ¿de acuerdo?— Yo asentí y volví a apretarle la mano un poco —Cuídate mucho Sumi-chan, recuerda que aquí estaré, esperándote— Noté como ella estaba luchando verdaderamente para contener las lágrimas, y yo solo amplié un poco más mi sonrisa para animarla. La alarma del shinkansen sonó y la voz de la madre de Hatsumi sonó también detrás de nosotros, apurándola para que no perdiera el tren, entonces ella se acercó una vez más a mi y me dio un beso en la mejilla, para después, rozar sus labios tiernos sobre mi oreja —Te amo, Yuzu-kun— Dijo aquello en un susurro, me soltó la mano, se dio la vuelta y subió al tren. Yo me quedé allí, algo pasmado, era la primera vez que me decía esas palabras...y sentí como mi corazón latía violentamente en mi pecho solo con saber que las había dicho. Las puertas se cerraron, y el shinkansen comenzó su marcha...Hatsumi se iba a Tokyo.

❛  𝙎𝙞𝙚𝙩𝙚 𝙖𝙣̃𝙤𝙨  ❜  ● ● ● 〘 𝚈𝚞𝚣𝚞𝚛𝚞 𝙷𝚊𝚗𝚢𝚞 〙《TERMINADA》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora