Capitulo 56.

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Anastasia no sabía que decir ni que hacer, no solo porque él le habría prometido sexo caliente más tarde sino por su última declaración.

–Se celebrará en verano, invitaremos solamente a personas cercanas a nosotros, contrataremos a una decoradora profesional, no quiero descuidarlos o perderlos de vista ni un segundo...

Ella dejo de escuchar hacia mucho, matrimonio, le estaba hablando de matrimonio. Ni siquiera se lo había pedido, empezó solamente a plantear los planes que tenía para su boda, no era que le molestara, al contrario, la felicidad de saber que él al fin había comprendido que eran el uno para el otro y que no podía hacer nada para evitarlo, pero ¿Por qué ahora? ¿Qué es lo que había cambiado en él?

–Anastasia– La llamo él– ¿Estas prestándome atención? –Se le veía enfadado, pero no le interesaba tenía que comprender porque su cambio de opinión.

¿Qué rayos había sucedido? ¿Era por lo de la noche anterior? Lo dudaba demasiado, de lo contrario habría sido así desde la primera  vez que lo hicieron, aunque claro en esas ocasiones ella había estado a mando al 100% haciendo lo que quería y cuanto quería con él... A menos que fuera eso, el control, el saberla indefensa en sus garras. Él realmente creía que ella era la caperucita atrapada y devorada por el lobo feroz aquello casi la hizo reír a carcajadas pero al mismo tiempo le hizo mojar sus bragas. No estaría mal dejarse hacer, ó mas bien dicho controlarlo desde un punto diferente. Él continuo hablando claramente enfadado por su falta de atención pero a la mierda eso ya le compensaría cona sexo. Camino hasta posarse frente a él posteriormente sentarse en sus piernas dandole la mirada mas dulce y sumisa que pudo, le vio pasar saliva .

Oh, cariño.

Sintió su erección debajo de su trasero y aunque con su enorme estómago le era difícil se acercó lo más que pudo a su amado dándole un suave beso en sus labios.

–Entiendo haremos lo que desees– al decir estas palabras sintió que la erección debajo de ella se ponía aún más dura si era posible –Ahora ¿Podemos celebrar en el dormitorio?– No tuvo que repetirlo dos veces.

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