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Ignoraron cada mirada; cada par de ojos que los observaba, pero se volvió difícil al notar la presencia de Jade y Beth.

Ian intento brillar ante su novia; solo basto un vistazo para saber que ella le prestaba atención y que tenía las mejillas sonrojadas, eso le gustaba; y al mismo tiempo parecía molesta de ver a Freydis en el lugar observándolo, con una sonrisa coqueta. No podían seguir molestos, debía hacer algo al respecto; no perdería a Beth por nada, Freydis y él habían tenido su historia, pero el pasado no podía irrumpir en su presente; se sintió molesto, lanzó una fuerte estocada hacía su primo.

Aiden por su parte se tensó al saber que Jade lo veía. Recordó aquella noche en su habitación; ella lo volvía a ver de esa manera. Aiden notó su expresión, una que le era extraña en su rostro, al reconocerla se le salió una sonrisa de alegría; eran celos y le agradaba. Aunque no había porque, si para él, ella era la única que ocupaba su mente y su corazón. Cada uno de sus pensamientos de querer estar con alguien eran solo de ella.

Se dio cuenta que Jade ocultaba sus emociones y que al igual que las demás en el lugar veía sus nuevos tatuajes de Hugin y Munin. Lanzó una estocada, pero su primo logró detenerlo.

Ambas, junto a Vrid se alejaron al ruedo que estaba a unos metros de ellos, notaron que aún podían verlas.

Ian vio a Beth con una espada en mano —¿Qué está haciendo? —Aiden dio un vistazo.

—Ya no te necesita. —se burló. Lo que hizo que se ganará un corte en el brazo —Beth está en su derecho de poder defenderse sola. —vio a un zorro sentado observando a las chicas, pero parecía harto de las mariposas, que ahora eran ellas quienes lo perseguían.

—Lo sé, eso no me molesta. Me preocupa que Jade se pase con ella. —hablaban solo para ellos y sin detenerse.

Las vieron caer agotadas y discutir con Jade —Solo las está probando. —trató de calmarlo.

Era turno de la reina para pelear y turno de Aiden para observar. Jade llevaba telas que envolvían su torso, cubriendo lo esencial, su espalda estaba casi descubierta; sin falta su brazal izquierdo. Al igual que él también tenía un tatuaje nuevo en su nuca, justo debajo del final del nacimiento de su cabello; un Vergrdrassil¹, el árbol del coraje, no muy lejos de su nueva marca tenía aquella cicatriz que cruzaba toda su espalda y por supuesto iba descalza.

De un momento a otro la atención se dividió entre ellos y ella.

Los soldados lanzaban golpe tras golpe; estocada tras estocada, de alguna forma obedeciéndola, hasta cierto punto en el que parecían haber cambiado; como si hubiesen recibido órdenes diferentes y volviéndose en su contra. Comenzaron a comportarse de manera violenta, ignorando que no debían lastimarla de gravedad.

Jade recibió un fuerte golpe en el rostro, habiéndola caer e intentando una y otra vez ponerse de pie, pero sus soldados se lo impedían hiriéndola y golpeándola con más fuerza. Aiden apenas vio lo que pasaba, corrió hacia ella, e Ian fue directo a Beth; quizás iniciaba a entrenarse, pero por ahora, y siempre, la protegería.

Foux rápidamente se transformó en un lobo; ladraba hacia ella, no podía sentir su dolor, pero sabía que sufría y que algo malo le sucedía.

Zabel lo vio alejarse e ignorarla, los celos la inundaron y junto a Freydis lo siguieron, no lo dejaría con ella.

Beth y Vrid se levantaron asustadas, no querían ser heridas. Los cinco soldados se unieron en uno solo, de casi tres metros de altura. El gran soldado tomó a Jade del cuello levantándola, el aire comenzaba a faltarle, había algo en su interior que no le permitía luchar; solo pudo poner sus manos sobre las de la criatura. Su vista se puso borrosa, parpadeó varias veces hasta que el ruedo de entrenamiento desapareció y apareció el lago.

Guardianes: La Espada UlfberthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora