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Al día siguiente después del almuerzo Jade apareció luego de haberse ido por una hora y estaba bien acompañada. Elliot, Soren, Reagan y varias otras criaturas de Jörd la acompañaban.

—Es toda una sorpresa verlos aquí, —Aiden dijo en cuanto estuvieron lo suficientemente cerca —y también un gusto. —cuando sus palabras no eran dirigidas hacia alguien de su familia, él solía poner un tono de voz más serio; una costumbre de cuando era el Capitán de la Guardia Real, él debía sonar imponente y sin titubeos.

Kenneth sabía de sobra que ellos se quedarían; así que fue Catherine quien preguntó:

—¿A qué se debe su visita?

—Se quedarán con ustedes mientras Aiden, Ian, Elizabeth, Elliot y yo vamos por los trozos de las Ulfberth a Upsala y Theía. —Jade explicó —Sé que el Rey... —quería su apoyo en su media mentira —estará más tranquilo de saber que su familia estará segura y protegida mientras no estamos. —él frunció el ceño sin entender, Jade le señaló con la mirada a los trillizos para darle una pista.

Foux se recostó en medio de todos como un hurón, esperando pacientemente a Jade.

Aiden tardo unos segundos, pero por fin logró comprender.

—Claro, —muy falso —confío plenamente en qué los guerreros de Jörd cuidaran de mi familia y del castillo de ser necesario. —ya no sabía si lo decía en serio o seguía fingiendo.

Su novia solo rodó los ojos.

—Ellos aceptaron venir, todos ellos quieren conocer más de Rixtor —dijo —e intentar unir más a los reinos.

Miles se acercó. —Con gusto los ayudaremos a integrarse y a conocer nuestro hogar. —rápidamente se ofreció.

—Y continuar con los entrenamientos. —Killian tragó, parecía estar nervioso —No es que lo necesiten, ustedes ya son fuertes y no es que no sean... me refiero a que... —Reagan quería reír, le gustaba ver cómo lo ponía.

—Será un honor estar con ustedes en su territorio.

—Si bueno... —Elliot interrumpió su bienvenida tan seria e incómoda; rodeó a Jade y comenzó a alejarse con Foux siguiéndolos de cerca —Dime, tú y Aiden... —le hizo señas con los ojos —¿Ya tuvie...?

Jade lo interrumpió cubriéndole la boca. No tenía problema de hablar con él sobre esas cosas, siempre habían sido muy abiertos con ese tema, pero estaban ahí o relativamente cerca los padres y hermanos de Aiden.

Lo miraron y ella fingió estar jugando con él, le habló en voz baja

—¿No puedes esperar a que estemos solos? —apartó sus manos.

Elliot comenzó a reír y la pego más a él para contestarle al oído:

—Las elfas, enanas, las fauno e incluso las centauro y las lobas de la manada no dejan de hablar del Rey. —ella sonrió aún atrapada en su agarre. El hurón dejó su forma y cambió a un lobo para seguir su paso.

—¿Te molesta?

Soltó una risa falsa.

—No, estoy harto —se quejó —de escucharlas hablar sobre... lo guapo que es. —cambio su tono de voz, algo más chillón en su intento de imitar la de una mujer —Que sus hermosos ojos, todo un caballero, bla, bla, bla —aflojó su abrazo —Sé que no tiene mucha importancia, pero, y no lo divulgaré, si ustedes ya... quizás pueda disfrutar en silencio como definitivamente no tienen una mínima posibilidad con él.

Vio entre los pilares hacia el jardín.

—Eres cruel, —dijo al escucharlo —pero te diré algo; sin importar si Aiden y yo estuvimos juntos o no, ellas y ninguna otra tendrán posibilidad con él, porque más allá del sexo nos amamos, realmente lo hacemos. Yo no pienso estar con nadie más que con él, no quiero nada de nadie más; ni los besos, ni las caricias de ningún otro hombre en mi cuerpo. —confesó —No hay, ni habrá nadie más.

Guardianes: La Espada UlfberthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora