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El hombre se detuvo; nadie podía verlo —¿Cómo llegaron hasta aquí? —dijo él amenazándolos con su arco —¿Cómo lograron atravesar el escudo?

—Mi nombre es Aiden, Aiden Noth. —se presentó —perdimos el rumbo; en realidad... —el hombre bajó su arma.

Aquel extraño hizo una seña y se escuchó como aflojaban las cuerdas de los arcos —Sé quién eres. —su voz era de alguien joven.

Debían ser cautelosos —Me temo que no estamos en la misma situación, ¿quién eres?

Dio un paso más a ellos, la luz iluminó su rostro; era un joven de poco más de veintidós años; cabello castaño oscuro; sus ojos eran verdes y era casi tan alto como Aiden.

Jade caminó lentamente hacia el hombre, pasando entre sus acompañantes, cuando estuvo lo suficientemente cerca para poder verlo se paralizó y palideció. Elliot lo notó, rápidamente dejó su forma de lobo y se acercó a ella —¿Estas bien? —no se movió, ni dijo nada —¿Jad...

No podía apartar la vista de él —Shh... —no dejó que terminará —No, shh...

—Mi nombre es Jackson. Este es nuestro hogar. —hombres y mujeres bajaron de los árboles; eran menos de lo que creían. Solo escuchar su nombre confirmaba su sospecha, Jade seguía sin poder moverse.

Un chico se acercó a él acomodando su arco en su espalda y sonrió hacia el Rey —Siempre creí que seriamos más altos que tú. —dijo —Nuestro padre lo era.

—¿Qué? —no comprendió —¿nos conocemos?

—¿Su padre? —Ian preguntó.

—Max Blashwood. —ambos primos abrieron los ojos sorprendidos por sus palabras.

Al verlo bien, Aiden lo reconoció —¿Jude? —el muchacho asintió.

Todos ahí sin excepción voltearon la vista hacia Jade que parecía nerviosa —De... deberíamos irnos. —jamás la habían visto de esa manera, ni siquiera Elliot que también sabía lo que pasaba.

Aiden caminó hasta ella —Son tus... —lo vio sujetándola con suavidad —tus hermanos.

Ella negó y antes de poder decir algo el chico volvió a hablar: —¿Ella está bien? —dio varios pasos más cerca.

—Aiden, suéltame. —retrocedió zafándose de su agarre —Debemos volver. —su respiración estaba alterada; Jade sentía que su corazón se le salía, y sus manos no dejaban de temblar.

Beth la siguió —Jade —la llamó. Justo lo que ella no quiera.

Jude se detuvo y Jackson avanzó por él, ambos sin poder respirar.

La Reina quería escapar lo más lejos posible; no quería saber nada de nadie solo quiera huir, pero escucharlos y verlos vivos la detenía, sobre todo cuando su hermano dijo su nombre —¿Jade? —la alcanzó y tomó su brazo por encima de las telas que lo envolvía, no quería girar.

El silenció se apoderó de la situación. todos estaban atentos a lo que se decía o se hacía.

—¿En serio eres Jade? —su mellizo se unió a sus hermanos.

Giró y se miraron. Era realmente ella, igual a su madre; idéntica a ella —¡Por los Guardianes! —quiso abrazarla, pero ella lo esquivó —Te vimos morir. —Era una de las voces de su visión. Jade no quería tocarlos, ni siquiera para confirmar que realmente estaban ahí con ella; vivos.

¿Qué podían decirse? Jade tragó con fuerza aquel nudo que ya se había formado en su garganta; los observaba en silencio con una expresión de dolor en su rostro, resistiéndose a llorar, resistiéndose a dejar salir las lágrimas.

Guardianes: La Espada UlfberthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora