Era la primera vez que Madeleine se subía a un avión y le pareció fascinante, cuando salió del aeropuerto vio la ciudad iluminada, llena de pantallas publicitarias, transeúntes por todas partes, restaurantes, y se quedó ensimismada sin saber a dónde mirar. Las habían alojado en un hotel a todo lujo, el cuál tenía piscina privada, sauna, un chef disponible para ellas las veinticuatro horas del día. Estuvieron todo el día sin salir de la habitación, disfrutando de las diferentes amenidades.
-Mañana nos espera un día largo, deberíamos descansar -dijo Emma.
-Vete a la cama tú si quieres. Madeleine y yo tenemos que seguir, aún no se lo sabe bien.A la mañana siguiente la niña se levantó con unas ojeras espantosas, la madre se encargó de ponerle tres bases de maquillaje, para ocultarlo.
-A quedado genial -dijo Susan, como si admirara una obra de arte, que había realizado con sus propias manos.
En el lobby antes de entrar al ensayo, Susan vio a William Richard, un famoso dueño de una discográfica. Se puso a su lado y empezó a hablarle, le dijo a la niña que viniera hacia ellos. Luego Susan y William quedaron esa noche para hablar de negocios.
-¿Cómo ha ido Susan? -preguntó Emma al verla llegar borracha como una cuba.
-¿Tú qué crees?, mañana iremos a su casa, celebra una fiesta y escucharán a Madeleine en directo -dijo mientras se iba a la cama tambaleándose, se tumbó al lado de su hija, y se durmió sin quitarse ni siquiera su nuevo abrigo de piel.La casa donde se daba la fiesta, al entrar tenía unas cuantas hectáreas de césped, árboles adornando a lo largo y ancho los contornos del camino. Las luces iluminaban el sendero dando destellos a su paso, colocadas en los árboles a modo de pequeñas luciérnagas. En el lado izquierdo varios hombres se encargaban de aparcar los coches que llegaban de los invitados, que las dejaron boquiabiertas. Todos parecían haber salido del concesionario en ese mismo instante, Susan casi se desmaya, cuando Emma le mencionó el precio de algunos de ellos.
Minutos más tarde le pidieron a uno de estos hombres que le hiciera una foto a las tres, al lado de algún vehículo.
Una vez dentro, el espacio interior aún parecía más grande que el exterior; el enorme hall, conducía al salón donde se celebraba la fiesta, las lámparas de la sala y las grandes vidrieras recordaban a los palacios, el salón daba acceso al jardín, donde había un gran banquete dispuesto alrededor de los comensales, los camareros abrían diversas botellas de champán, e iban repartiéndose a todos los invitados.
Numerosas caras conocidas, se encontraban allí dentro. Todos lucían exuberantes, con sus trajes de gala. Susan se sintió ridícula con su vestido y el de la niña, fabricado por ella misma.-Esta mansión es magnífica, cuánto glamour, ¡Dios santo, qué columnas!- manifestó Susan torciendo el cuello para todas direcciones.
-Me alegro que le guste. Si es verdad lo que dice de su hija, pronto tendrá una igual -dijo William, acariciando su hombro descubierto.
-Sabes como tratar a una mujer -objetó ella.
-Cuando veas cantar a la niña, no querrás que te la quiten de las manos, te lo aseguro -dijo seduciendo como sólo ella sabía hacerlo.Todo fue un éxito, la gente se quedó con la boca abierta y el que más, fue William, esa misma noche firmaron un contrato millonario, que consistía en cantar en varios espectáculos y hacer dos películas.
La fiesta duró hasta altas horas de la madrugada, la niña se quedó dormida en uno de los vistosos sillones de la casa, mientras un grupo de personas reducido se quedaron bebiendo y tomando estupefacientes, incluida Susan.
Emma estaba en el hotel dormida, esperando que la llamase para ir a recogerlas, pero eso no sucedió hasta la mañana siguiente.
No pudieron ni siquiera pasar por casa, tuvieron que coger de nuevo otro avión, los programas de televisión se peleaban por tener a la niña en sus espectáculos, Vanessa Smith la presentadora más prestigiosa del país, le había hecho un hueco en su programa. Susan estuvo emocionada de asistir y la niña también.
Los compromisos adquiridos fueron tantos, que la niña se vio obligada a dejar la escuela y a pasar meses sin ver a su padre. Solo se comunicaban por teléfono y ella le iba contando donde se encontraban.
Cuando cobró el dinero, Susan contrató una empresa de mudanzas, y le pidió a Emma que llevase a su marido al nuevo chalets que habían adquirido, en la mejor zona de la ciudad. Ella cada vez gastaba más, se hacía más adicta, frecuentaba casinos y celebraba grandes fiestas en su casa. En alguna ocasión hizo que Emma despertara a la niña, a las cuatro de la madrugada para que se pusiera a cantar para sus amigos.
Mientras pasaban el tiempo gira tras gira, conciertos y demás, la salud de Paul empeoraba, y solo parecía importarle a la niña, que pese a su corta edad, todos los días se acordaba de llamar a su padre, para darle las buenas noches.
Al poco tiempo compraron una mansión en la playa, dos coches nuevos, contrataron a un chofer, a una profesora particular e incluso compraron un yate, donde Susan pasaba varios días con algunos de sus amantes.
El tiempo pasaba y la niña había cumplido trece años y se había convertido en una jovencita preciosa, sus fans la adoraban, ya apenas podía salir, era reconocida en muchas partes del mundo. Tenía más de lo que había deseado, pero siempre tuvo un carácter afable y cercano, con la gente que la amaba.
Una noche que Susan estaba con uno de sus amigos, Emma la dejó que fuera al cine con sus amigas, la chica se colocó una peluca rizada de color negro y unas gafas. Logró no ser reconocida, y por una noche, pudo vivir como una persona normal.
Como la madre salía a menudo, Emma seguía consintiéndola y la llevaba a alguna fiesta que otra. Su complicidad empezó a unirlas cada vez más.
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BAJO LA INFLUENCIA DEL ÉXITO
Short StoryConseguir el éxito en la vida es muy difícil , muchos se pierden por el camino, hay que ser obstinado y perseverante en la lucha. Ahí es donde juega un papel importante Susan Evans, la madre de la protagonista, que hará todo lo que esté en su mano...