EL DESARROLLO DE MADELEINE.

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Cuando Madeleine cumplió  dieciséis años celebraron una gran fiesta en su casa, con todo lujo de detalles. Invitaron a las personas más relevantes de la sociedad. Todos lo chicos presentes no paraban de cortejarla y adular acerca de su belleza. Aunque su madre los observaba a corta distancia, y le hacía señas a Madeleine, para que mantuviese las distancias.
–Sólo quieren pegarse a ti por la fama, tienes que tener mucho cuidado, la prensa esta vigilando y a cualquier fallo que tengamos nos criticaran. Mira las mentiras que se han dicho sobre mi, son arpías sedientas de dinero, aves carroñeras, –Menos mal que tu padre no ve esos horribles programas del corazón –señaló malhumorada.
–Lo se mamá, la puerta esta llena de ellos, pero no tienen nada que hablar sobre mi. Me paso el día trabajando, apenas tengo contacto con chicos.
–Eso es lo único que tienes que hacer, de sobra sabes que tus fans te prefieren soltera, ya habrá tiempo de buscarte una pareja para casarte que te convenga –contestó y luego se fue al stand de bebidas a coger otra copa.

Un sábado a Madeleine la invitaron a una fiesta, Emma y su padre la dejaron ir. Allí conoció a un joven actor, que le pareció muy simpático, pasaron toda la noche conociéndose y bailando, el chico le dijo que no llamase al chofer, que él la llevaría a casa, a Madeleine le pareció bien.
Una vez en la entrada, paró el descapotable y se besaron en la despedida, su madre que llevaba una hora pegada a la ventana, esperándola, lo presenció todo.

–¿Eso es lo que te dejan hacer cuando estoy fuera?, vete a tu habitación, mañana tenemos muchas cosas que hacer – le dijo nada más entrar, sin dejarla hablar.
–Es normal que quiera salir, tiene las hormonas alteradas –contestó Emma.
–Mañana hablaré con vosotros dos, ahora estoy muy cansada –dijo dirigiendo una mirada penetrante a su marido y luego a Emma.

A la mañana siguiente se despertó Madeleine con fiebre, malestar en todo el cuerpo y fue a buscar a su madre a la habitación casi llorando.

–Mamá me duele mucho la garganta, y me siento muy cansada, ¿puedes cancelar el concierto? –preguntó Madeleine casi sin poder hablar y tocándose la garganta.
–¿Pero qué dices? –dijo emitiendo un grito de tal magnitud que el sonido traspasó  todas las paredes de la casa. Hasta a la señora de la limpieza le recorrió un frío helador por todo el cuerpo.
–Seguro que cogiste frío anoche, que te he dicho de tomar bebidas frías antes de un concierto, si me hicieses caso nada de esto hubiera ocurrido –contestó, mientras daba vueltas por el dormitorio, pensando qué hacer, envuelta en una bata rosa de encajes.
–Toma un poco de esto –dijo mostrándole una dosis de cocaína.
–No creo que eso este bien –dijo la joven mirando a Emma para que la apoyara, como hacía siempre, pero en esta ocasión no la ayudó.
–No podemos cancelar un concierto bajo ningún concepto, será hoy nada más, no te pasará nada, te lo prometo, solo sentirás mucha energía, luego te tomarás algo para la garganta y listo –dijo preparando todos los utensilios en la cómoda para una inhalación. 
–Tú mamá tiene razón, miles de personas te esperan, llevan semanas haciéndolo –dijo Emma.

La joven cantó en el escenario toda la noche eufórica y sus fans se contagiaron de su entusiasmo y la noche terminó redonda para todos. Luego su madre le presentó a un joven, hijo de un actor de cine, con el que Susan últimamente estaba quedando. Los cuatro juntos pasaron toda la noche en un hotel cerca de donde fue el concierto. Madeleine esa noche dejó de ser una niña, a causa de el alcohol y las drogas entregó su cuerpo a un desconocido, por primera vez.

Ya los videoclip infantiles habían cambiado mucho, atrás quedaron los parques, los columpios, las películas de romances infantiles etc.
Esa tarde tenía que grabar uno, con bikini y en el mar. Cuando llegó a la playa acompañada por todo el equipo, le esperaba un joven coreógrafo, con una figura escultural, su misión era levantar a la joven, sostenerla en alto, besarla, y  luego enseñarle algunas coreografías.
La chica disfrutó como nunca grabandolo, y además se quedó prendada de él.
Quedaron a escondidas varias veces, iban en barco, ensayaban juntos,  sentía que empezaba a enamorarse de él. La chica crecía y con ella las ganas de estar con alguien.
Una vez, cuando se divertían en el barco, varios paparazzis le hicieron fotos sin ellos apenas darse cuenta. Emma vio las fotos en varias portadas de las revistas y las guardó, e hizo todo lo que pudo por ocultar la relación de Madeleine con el chico, a Susan.
Un día cuando Madeleine llegó a casa, después del trabajo, fue a ver a su padre a la habitación, la cual encontró totalmente vacía; no tenía ni su cama, ni ninguna de sus pertenencias, lo buscó por toda la casa y no logró encontrarlo, entonces fue a buscar a su madre;

–¿Dónde esta papá? –preguntó la joven con cara de tristeza, temiendo lo peor.
–He decidido llevarlo a un centro, donde tendrá mejores cuidados. La verdad es que tu padre se encontraba francamente mal, cariño, es por su bien –contestó sin apenas inmutarse y arreglándose para salir.
–Podías habérmelo consultado antes, ¡es mi padre!–gritó, luego echó a correr hacia su habitación llorando y cerró de un portazo.

BAJO LA INFLUENCIA DEL ÉXITODonde viven las historias. Descúbrelo ahora