GRANDES DESENGAÑOS.

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Pasaron unos días y la chica hablaba lo mínimo con su madre, ambas pasaban por el lado y no se dirigían ni una palabra.
Emma habló con Susan y la vio muy afligida, entonces decidió que luego hablaría con Madeleine. La madre se quedó en el salón fumando y bebiendo, pensando en lo que había hecho por varios días.
Las revistas estaban escondidas en un cajón del despacho de Susan, cuando la señora de la limpieza, un día se puso a ordenarlo. Luego le preguntó a Susan, si quería seguir conservándolas, y señaló lo guapa que salía en bikini Madeleine.

–¡Dame eso! –dijo arrancando las revistas literalmente de las manos de la mujer, todas cayeron por el suelo, con las imágenes de la joven y su novio en actitud cariñosa en las primeras portadas.

Se tuvo que sentar, cuándo vio con seguridad que la de la foto, era su hija en el barco con aquel hombre.

–Señora lo siento no sabía.... ¿se encuentra bien? –preguntó la mujer angustiada.
–Tráeme un vaso de agua y dile a Emma que venga, por favor –la boca se le quedó seca y no pudo decir nada más.
–Ahora mismo señora –la mujer salió lo más rápido que pudo de la habitación.
–Entra y cierra la puerta –tragó saliva y luego prosiguió.
–¿Me puedes explicar qué cojones es esto? –Emma trató de tragar saliva, pero el conducto se le había cerrado de golpe. Titubeó y se tomó su tiempo para pensar que diría, midiendo cada una de sus palabras.
–Llevas unos meses sometida a mucho estrés..... te veía muy angustiada..... y no quise preocuparte –logró contestar al final, con cara de preocupación.
–¡Ocúpate de esto ahora mismo y no vuelvas hasta haberlo hecho! –ordenó y se bebió el agua de un trago, seguido de un whisky doble, que ella misma se había servido. De ese modo dejó zanjada la conversación.

Semanas más tarde la grabación definitiva del videoclip, se iba a realizar, Madeleine estaba entusiasma con hacerla y ver a su novio. En cambio cuando llegó vio a otro chico en su lugar.

–¿Dónde está Jason Wilson? –preguntó a la estilista.
–¿No te has enterado?, ayer mientras hacía jogging alguien le pegó una paliza.
–¡Dios mío!, ¿está bien?,¿se sabe quién ha sido? –preguntó intranquila.
–Por suerte sólo tiene algunas contusiones leves. Que yo sepa la policía está investigando, pero el agresor iba con una capucha, salió corriendo y nadie vio nada –contestó esta mientras maquillaba a Madeleine.
–Madeleine, te estamos esperando –gritó una voz desde la orilla.
–Voy –vociferó angustiada.

Cuando terminó la grabación, la chica le dijo al chofer que la llevase a casa de su novio, allí lo encontró tumbado en la cama todo magullado,

–¡Qué te han hecho pobrecito! –dijo apenada, tocando su cara.
–¿Cómo ha ido el rodaje? –preguntó incorporándose como pudo para besarla.
–Aburrido sin ti, menudo plasta me han puesto –contestó tumbándose a su lado.

Él soltó una gran carcajada, aunque se movió tanto que luego se retorció de dolor. Pasaron toda la tarde juntos hasta que ella tuvo que regresar a casa.

–Ya estoy aquí mamá –gritó cerrando la puerta, no encontró a nadie y subió a la habitación de la madre, cuando abrió la puerta vio a un señor desnudo, dormido. Cerró de inmediato y fue a la zona del jardín.
Su madre estaba bañándose en la piscina, mientras Emma la contemplaba.
–¿Quién es ese hombre mamá? –preguntó intentando estar calmada. Susan volvió a nadar varias veces antes de contestarle.
–Mamá ¿te he hecho una pregunta?, ¿Quién es ese maldito hombre?, y ¿qué hace en mi casa? –volvió a preguntar y empezaba a entrar en cólera.
–Mi novio Bryan, llevamos varios meses juntos, y ya era hora de que viniese con nosotros a vivir –contestó y se sumergió como si nada.

Madeleine salió de allí y estuvo unas semanas sin hablar con su madre de nuevo. Hasta que no le quedó más remedio que aceptarlo.
El diecinueve de noviembre, a Paul le dio un ataque al corazón y no logro resistirlo.
Era un día lluvioso y la multitud de paraguas llenaba el recinto, Susan apareció acompañada de Bryan, sin importarle los periodistas, que se amontonaban en el lugar, para hacerle cuantiosas fotos y preguntas.
Cuando terminó el entierro Emma se llevó a Madeleine hacia el coche e intentó esquivar a todos los paparazzis.

–¿Cómo te sientes Madeleine? –preguntó uno de ellos acercándole el micrófono a la cara.
–¿Qué te parece que tu madre haya venido con su novio? –preguntó una periodista morena.
–¿Puedes decirnos algo Madeleine, tus fans están muy preocupados por ti –Sugirió otro.
–¿Qué opinas de qué tú madre se haya gastado la mitad de tú fortuna? –formuló otro.

Madeleine no contestó ninguna pregunta, sólo se limitó a ir hacia el coche con la cabeza agachada y custodiada por Emma y otro guardaespaldas que empujaban a los periodistas para que no pudieran acceder a ella.

–¡Déjenla en paz!, no va a decir nada –dijo Emma mientras se subían en el coche.

Madeleine se quedó mirando desde los cristales todo el panorama, tapando su cara de las cámaras con una amplia pamela negra y varias lágrimas cayeron por sus mejillas, mientras el coche se alejaba.

BAJO LA INFLUENCIA DEL ÉXITODonde viven las historias. Descúbrelo ahora