Capítulo 4

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EDITADO
La mañana había terminado, y yo estaba en las gradas esperando a que Dante, Hugo y Liam volviesen de el entrenamiento. Entonces, comencé a hacer algo que me encantaba desde siempre:

Dibujar.

Cuidadosamente, saqué de mi mochila un bloc de dibujo con las iniciales A.B. grabadas en tinta negra.

Agarré el cuaderno y pasé las hojas de cuatro en cuatro hasta llegar a la última cara sin dibujar.
Saqué mis lápices de carboncillo y comencé a trazar lineas finas en el lugar.

Con el carboncillo light dibujé el contorno de las gradas. Con el "night" intenso reforcé las esquinas y los tonos, y con el blanco apliqué las luces necesarias.

—Bonito dibujo —dijo una voz a mi espalda.

Me sobresalté y miré hacia atrás. Era Leo. Saltó sobre el asiento a mi lado y cayó en él.

—Deberías de dejar de ser tan sigiloso —comenté mientras seguía dibujando.

—Como si te importase lo que hiciese —susurró mirando al frente.

—¿Qué te pasa? —pregunté— Estás raro.

—No me pasa nada —dijo cogiéndome uno de mis lápices para jugar con él entre sus dedos.

—Venga ya, desde cuando tu no dices algo sarcástico.

—No tengo porqué hacerlo siempre.

—Venga ya, te conozco Leo —dije mirándole.

Una persona apareció a mis espaldas. Leo suspiró y se levantó para irse.

—Iré a por Hugo y Dante, deben de estar liándose con las de la entrada.

Liam rió y saltó al igual que lo había hecho su amigo, pero haciendo más ruido. Me miró con una sonrisa.

—A mi si que no me conoces —comentó mirándome a los ojos.

—Si que lo hago. A todos vosotros.

—Para nada.

—Créeme que si que te conozco.

—Ya claro, y lo dices por que lo pasó el día que...

Aparté la mirada antes de que volviesen los recuerdos.

—No —le corté bajando la mirada—. No lo menciones.

Mi corazón se paró al recordar ese momento.
Sentí que las lágrimas amenazaban con salir de mis ojos.

—Aria —me llamó—. Lo siento.

Sabía que Liam no lo había hecho con mala intención, por lo que se lo dejé pasar.

—No pasa nada —sonreí después de unos instantes, levantando la mirada para sonreírle.

Pero una lágrima resbaló por mi mejilla, delatándome.

—Lo siento, no debería haberlo mencionado —susurró.

Levantó su pulgar para limpiar mi mejilla húmeda con él.

Una corriente de electricidad recorrió mi cuerpo al notar el contacto de su piel contra la mía.  Sonreí.

—¿Vosotros dos? —dijo Hugo apareciendo de la nada con Dante y Leo a su espalda, quien llevaba un helado en la mano—. Me esperaba de todo menos esto.

Aparté mi cara de su contacto e inconscientemente mis mejillas se encendieron. Solté una risa. Liam, en cambio, los miró con una sonrisa.

—No somos nada.

Ahora síDonde viven las historias. Descúbrelo ahora