Capítulo 7

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La hierba me hacía cosquillas en los pies. Tenía los ojos cerrados y sentía la dura superficie de el árbol contra mi espalda.

Suspiré.

Yo podría haber tenido una vida tranquila y feliz, con una adolescencia llena de amigos y experiencias.

Pero no, yo siempre fue la típica adolescente sin vida social que se tira toda su vida encerrada en su habitación estudiando porque no tiene amigos. Y ahora sentía esa continua opresión en el pecho porque alguien descubriera mi secreto.

Recuerdo que cuando todos estaban de fiesta, bebiendo, liándose y bailando, yo me encontraba viendo películas con mi perrito Max. Ellos siempre me habían marginados socialmente y yo todavía no entendía por qué.

Yo era solo una niña. Era igual que ellos. Pero seguía sin entender por qué me trataban de manera diferente.

Quizás era porque ellos eran más populares que yo y tenían una familia poderosa. Aunque pensándolo bien, yo también la tenía.

Pero cuando llegué al internado todo cambió. Allí sentí que formaba parte de algo. De algo muy especial. Algo que casi nadie podría alardear de tenerlo. Había hecho amigos.

No solo eran amigos, eran compañeros de vida. De mi vida.

Que me apoyaron en los tiempos más difíciles desde que llegué allí. Que extendieron una mano para levantarme del suelo todas las veces que me caí. Aquellos con los que encubrí el mayor secreto de mi vida.

Entonces sin poder evitarlo, recordé cuando conocí a Liam.

FLASHBACK

Ese mismo día había llegado a el internado.  En mi residencia se encontraban 12 chicas,  pero la mayoría de ellas eran como Amara.  Todas menos Violet y Sophia.

Ellas eran diferentes. En ese tiempo ya me había hecho amiga de ellas. Tras haberme instalado en mi fraternidad,  ambas me acompañaron por los largos pasillos de el internado y me llevaron a jefatura para que pudiese hablar con el director del centro sobre mis horarios.

—¡Que te jodan, Mikel! —gritó un chico a el otro lado de la puerta.

Me acerqué para escuchar pero de repente la puerta se abrió y un chico de pelo castaño y ojos azules salió de golpe. Chocó conmigo, por lo que me miro con el ceño fruncido.

—Aparta —gruñó, continuando su paso.

—¿Qué mierdas....

Violet rió por lo bajo y Sophia me miró con una mueca.

—¿Quién era ese?

—Liam, el hijastro de el Director —Violet soltó una carcajada—. Digamos que odia a todos los adultos.

—¿Traumas infantiles?

Sophia se mordió el labio.

—Como todos —escupió riendo Violet. Su amiga se cruzó de brazos— ¿Qué?

La morena negó con la cabeza.

—A mí a veces me da miedo —confesó Sophia—. Si lo haces enfadar, parece que te va a asesinar a sangre fría.

—¿Lo dices por experiencia, no? —burló su amiga.

De pronto, una voz nos interrumpió.

—Aria Boucher. Pase.

Seguí a la voz hasta el interior. Tras hablar un rato con el director, ellas me acompañaron a dar una vuelta por el internado y me hablaron de lo que hacían allí. Pero yo no podía para de pensar en Liam.

Ahora síDonde viven las historias. Descúbrelo ahora