Capítulo 6

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El esfuerzo físico aunado a las ansias y la punzante herida en su brazo, hicieron que gruesas gotas de sudor resbalaran por el pálido cuello del rubio. Estaba llegando a su límite, mas en ningún momento detuvo su carrera, pues solo estaba enfocado en buscar una marca que le indicara los límites del bosque.

Debido a esto nunca notó el sofocante calor a su alrededor que se había vuelto cual caldero lleno de brazas.

— ¡Scorpius!

Solo hasta que Albus lo llamó, Malfoy regresó la vista encontrándose con la silueta de la espeluznante figura que se dejaba entrever por los árboles a tan solo unos metros de él.

Sabía que seguir escapando así no los llevaría a ninguna parte.

En un gesto de desprecio apretó los dientes con fuerza, sintiendo la tensión de su mandíbula y el terrible dolor que seguía punzando sobre su piel regresándolo a la realidad.

Observando los ojos verdes que lo miraban preocupados, no tardó ni un segundo en tomar una decisión.

Sujetando con más fuerza la mano de Albus, lo empujó frente a él.

— ¡no te detengas! ¡sigue corriendo hasta que encuentres un listón verde! ¡Síguelo para salir del bosque! — dando vuelta se detuvo de golpe, empuñando su varita contra el horrible ser que se acercaba cada vez más.

— ¡Malfoy!

— ¡Vete de una vez! — el conflicto fue claro en los bonitos ojos del Gryffindor.

Más que un sentido de compañerismo o responsabilidad para con su salvador, el solo imaginar a Scorpius enfrentándose a esa cosa le causaba dolor.

— ¡POTTER! — El furioso grito hizo que Albus se encogiera en su lugar, pero no retrocedió ni un paso. Scorpius resopló furioso antes de apuntar directamente al Anoia. Esto le traería graves consecuencias, sin embargo... — ¡AVADA KEDAVRA! — nada valía más para él en este momento que el salvar a su pequeño Potter.

El conjuro fue lanzado con una poderosa luz verde que brotó con todo su esplendor de la varita. Cayendo directamente sobre el Anoia, el repulsivo ser fue lanzado contra un árbol el cual se marchitó al instante.

Albus miró atónito al rubio. Ese hechizo...

— ¡¿Por qué nunca me haces caso?! — tomando con brusquedad una vez más la muñeca del menor, Scorpius retomó su carrera.

En este momento en el ministerio la señal de alerta se había activado y varios aurores yacían rastreando el origen de la maldición imperdonable, entre ellos, un rubio se puso en contacto inmediatamente con el elegido.

— esa cosa está-

— solo lo aturdirá unos segundos— interrumpió Scorpius haciendo que los ojos del menor se abrieran con horror.

— ¿¡Cómo puede ser?!

— Esa maldita cosa es la muerte misma ¿Crees que algo así podría hacerle daño?

— pero-

— ¡Cállate y corre! — Con los labios apretados Albus asintió en total silencio— escúchame con atención, debes buscar los listones, me quedaré y-

— ¡No lo haré! — esta vez fue el menor quien interrumpió sin una pizca de duda en su tono.

— ¡Potter, escúchame!

— ¡No! ¡no te voy a dejar solo con esa cosa!

Ante su terquedad el coraje hizo que la boca de Scorpius se volviera agria.

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