Derivaciónes

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—Adan Montana Lagos, un placer.

—Soy Cassandra, Cassandra Rivera. El placer es mío.

La reunión según importante se envolvía en un ambiente alterno y adaptable por cualquier medio.
Charles que llegó con Cassandra de a rato se encontraba  muy aparte de ella, asociandose con el jefe central de la distribución de drogas que reparte mercancía desde la más grande  ciudad hasta el barrio más pobre.

Charles Cruz pondría en el mapa  a Castay de la Fe y el se encargaría de la zona. Mientras tanto bebía Ron con limón brindando con sujetos de alto rango mafioso.

Cassandra con la mercancía en su bolsa, sólo esperaba a Charles para largarse y por inquietante espera conoció de pura casualidad a Adán. Él iba de salida pero le fue imposible no mirarla  e intentar hablarle.

—¿Te quedarás a la fiesta?—le pregunto el sujeto.

—Solo espero a un amigo y me voy.
En realidad Casandra no sabia que habría fiesta pero tampoco le interesó averiguar y menos quedarse.
—Entonces estas acompañada. Entiendo.
Ella asintió.
Adán se sirvió otro Whisky y de forma relajada contemplaba su alrededor.

—¿Y tu que quieres ser?

—¿A que te refieres?

—Si que anhelas a todo esto. Muchos vienen aquí por drogas, algunos son grandes capos. Pero ¿en tu vida tú que pretendes?

—Sabes no lo sé aún, intento hacer dinero. Es como si te preguntará tu que haces aquí.—Respondió ella escéptica y como sin esperanza.

—Yo soy artista. Relacionarte en este mundo es necesario, no pienses que soy un drogadicto o algo parecido, hago dinero para seguir grabando y quizá algun día ser alguien grande.

—Oye que genial. ¿Tienes discos?

—Apenas estoy trabajando en el primero.

Charles se acercó hasta donde estaban ellos con algunas cervezas en la mano.

—Que tal, ¿interrumpo?—hablo Charles mientras les ofrecía una cerveza.
Sólo Cassandra acepto.

—Te presento a Adan

—Un gusto viejo— Charles le estrecho la mano— ¿Fumas?

—¿Fumar que...?— dijo Adan

—Ah entonces si. Yo soy Charles.

Charles metió su mano en su bolsillo de su chaqueta y saco un porro.

—Hazme el honor nena— se dirigió a Cassandra pasándole el encendedor también.

—Será un placer.

Estaban los tres sentados en una banca fumando, intentando conocerse más.

—¿ Y en donde le cantoneas  carnal ?—cuestionó  Charles.

—Cuidad Malaire , el barrio de la 29.—dijo el joven de piel blanca y ojos cafés.
Adan tenía un semblante profundo en la mirada, la elegancia no era su fuerte, su estilo era sombrío y de un toque melancólico, las ojeras se le notaban y la palidez de su tez se compensaba con la sonrisa que el porro le causaba.
Por varios minutos el cielo despejado era motivo de la lucidez de sus pensamientos y Cassandra miró a Adan y sonrió propensa a una buena dosis de humor inevitable e inexplicable. Charles masticaba goma de mascar chicle sabor flores y olía el humo restante de sus acompañantes cuando el porro pasaba a su turno.

—Bueno ya nos tenemos que ir —hablo poniéndose de pie Cassandra— Fue todo un gusto.

Charles que la conocía bien interpretó su incomodidad  y le siguio la corriente.

 A un porro de distancia: Que absurdo es el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora