Celos

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Rubius y Vegetta siempre estaban juntos. Solían reunirse en la noche, cuando los demás chicos ya no estaban despiertos. Se encontraban y se la pasaban riendo, molestándose... coqueteando. Luzu los veía de lejos, sonriendo con tristeza, si ellos estaban bien juntos, él estaría alegre también, ¿no?

Borja, entonces, se iba con Auron. Le hablaba, preguntaba por su estado y si podía ir a verlo. Estaban juntos, se divertía y le respondía las indirectas al chico de cabello castaño y dorado. Se reía con sinceridad, y adoraba al chico que antes estuvo con piel de slime. Borja Luzuriaga le había tenido mucho rencor a Raúl Álvarez al no ganar las elecciones... o eso era lo que la gente creía. Lo cierto era que Luzu no había encantado a Auron por haber perdido la alcaldía, para cuando fueron las elecciones, su mayor deseo ya no era ser el alcalde de Karmaland, era lograr que aquellos ojos violetas lo miraran con ese brillo especial que aparecía en ellos cuando observaban a un chico con orejas de oso. Luzuriaga había pasado mucho tiempo al lado de Rubius y Vegetta, viendo sus interacciones mutuas y teniendo ganas de golpearlos por ser tan ciegos.

Pero en algún punto sus emociones habían cambiado, y sabía perfectamente en qué momento, aunque por entonces tratara de negarlo.

Fue esa tarde de pesca, en la que Rubius había insinuado sutilmente querer pasar San Valentín junto a Vegetta, la noticia había hecho que su corazón se saltara un latido y mirara con pánico a Samuel, esperando ver su respuesta temiendo perderlo. Y para cuando De Luque había comentado sobre estar con mojas, había sentido a su interior relajarte de una manera tan increíble que no había podido evitar burlarse inocentemente de Rubén, demostrando su alivio camuflado en risas. 

El pequeño temor había pasado... o eso creía, porque solo fue a peor cuando apareció Auron, siempre queriendo hacerle un trastada a Vegetta, para llamar su atención; la puerta del moreno era el mejor blanco. 

Las emociones negativas habían ido consumiendo el alma de Luzu de a poco, volviéndolo cada vez más oscuro. 

Antes de las elecciones, Luzu había comenzado a aceptar sus sentimientos... pero era tarde. Borja se enteró de la "cita" bajo las estrellas que habían tenido Rubius y Vegetta. Sintió que lo único que le quedaba para no perder la cordura era ser alcalde, eso sería una buena excusa para contratar a Vegetta, que adoraba la legalidad, y poder tenerlo siempre cerca; y la derrota fue todo lo que obtuvo. Con Lolito como alcalde, gracias al voto de Auron, sus malas energías habían terminado por consumirlo. Ya no tendría ni a Vegettoide ni una forma para tenerlo cerca.

Iracible, Luzu cambió su aspecto, haciendo lucir toda la maldad que lo estaba consumiendo e ideó un plan que le daría todo lo que querría.

Para desquitarse de su rencor por el voto de Auron, decidió darle una lección: la maldición.

Y para obtener a Vegetta, haría que Lolito fuera alguien a quien no querrían. Así que a través del hechizo, implantó la idea en el cerebro de Auron de que existieran impuestos por las cosas más absurdas, como la edificación o las torretas, seguro de que eso a Samuel no le agradaría ni un poco. Luego, lo reclutaría a su lado para derrocar al gobierno ilegal. Y quedaba Rubius... Y Willy, por qué no. El albino de ojos rasgados tenía un pasado con Vegetta, antes no le habría preocupado. Pero la parte malvada de Luzu le plantaba inseguridades en la cabeza, como la típica frase que dice que, donde fuego hubo, cenizas quedan y no, esta vez, De Luque se quedaría a su lado.

Llamaría a su lado a Rubius y Willy también, como parte de los jinetes apocalípticos. Vegetta tendría que ser la Guerra, y así no le sucedería nada malo, él la Muerte, pues ya estaba tan vacío por dentro que nada podría matarlo, quedando así la Hambruna y la Peste, ambas letales. El que fuera denominado con la primera maldición, por más que se alimentara, no se llenaría, y poco a poco iría perdiendo las energías, debilitándose lentamente, sin notarlo... hasta la muerte. Y la plaga sería más doloroso, aunque tardaría más. El que tuviera el virus, podría enfermar a quien tocase, y que no fuese un jinete, y matarlo en segundos. Pero luego de tres toques, todo el sufrimiento que sintieron sus víctimas le afectaría en el cuerpo, y sufrimiento el quíntuple del dolor, moriría al instante.

Solo quedarían él y Vegetta, y esa sensación dolorosa en el pecho desaparecería para siempre.

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