Disney

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Borja se había resignado, era imposible ganarle a la castaña. Había pagado las entradas y aceptado comprarle las chucherías, pero no estaba sintiéndose capaz de ver una película Disney. Luzu era conocido como el chico más rudo de su barrio, siempre jactándose de ser fan de las películas de acción y haberlas visto todas en el cine. Sin embargo, estaba a punto de entrar a ver el Rey León a sus veinticuatro años. Seguro sería el único adulto entre todos esos niños. Su reputación se iría al carajo.

-Vamos, primo. ¡Entremos!

Luzu suspiró, y llevando en sus manos los dulces y las palomitas recién compradas, le sonrió a la pequeña castaña que saltaba de emoción hacia la sala que les indicaba su boleto.

-Voy siguiéndote, Lanita. ¿Qué asientos dice que son?

-Acá dice que nos tocaron el K7 y K8, Lucito.

-¿Cuántas veces tengo que decirte que no me digas así?

-Cuantas veces me digas Lanita. Ya tengo ocho años, me estoy volviendo una mujer grande, primo.

Borja Luzuriaga estaba entrando con una enorme sonrisa al salón del cine, su prima sabía cómo ganarse su corazón y hacerlo reír al mismo tiempo.

-Touché. Está bien, bella mujer, vamos a los asientos.

Luzu y Lana llegaron a sus puestos y se ubicaron a tientas, estaba tan oscuro el lugar que apenas podían verse las caras. Se ubicaron con sus alimentos dispuestos para comer con facilidad, e instantes después, Borja sintió a dos personas sentarse a su lado.

-¡No me compraste las gomitas de frutilla, hermano!

-Pero te compré las de piña, las palomitas, los refrescos y estás en el cine.

-¡Quiero mis gomitas!

-¡Pero Nieves estás tapada en comida!

-Rubén Doblas, te acusaré con mamá porque no me estás haciendo feliz en mi cumpleaños.

-¡Chantajista! No me queda dinero; ¡Deja de sacarme la lengua!

-¡Tú primero!

-¡Ya cállense los dos!

-¡Lana!

-¡Ellos empezaron, Luzu!

-¡La película ya va a empezar!

-¡Pero yo quiero mis gomitas de fresa!

Lana había interrumpido al par de hermanos que se gritaban con ganas en mitad del cine. Luzu se había mantenido al margen, pues no quería hacer un drama innecesario, pero en el momento que Lana había intervenido, no había podido evitar retarla. Ahora se estaban gritando entre los cuatro.

-¡Ya está! ¡Nos calmamos! ¿vale? Yo te paso dinero fuera y le compras la gomitas a tu hermana. -Zanjó Luzu, dirigiéndose al chico desconocido que estaba a su lado, al que aún no le podía ver bien el rostro.

-...Vale, te sigo.

La función comenzó, al tiempo que el par de adultos se parara y salía. Una vez en el exterior, se quedaron mirando en silencio por unos segundos, coincidiendo en el pensamiento de que el contrario era malditamente hermoso, Luzu se veía intrigante con su estilo de chico malo, y Rubén se veía tierno con su gorrito con orejas de oso. Eran la parte contraria del otro, y eso les llamaba la atención.

-Perdona el alboroto, es que Nieves es una consentida.

-No te preocupes, Lana es una impaciente, es todo.

Se encaminaron en silencio a la enorme fila de las chucherías, esperando su turno.

-Así que... ¿te llamas Luzu? Es un nombre extraño, pero lindo, digo... novedoso.

Luzu sonrió de forma imperceptible, el chico con cabello blanco frente a él era realmente adorable.

-En realidad, me llamo Borja. ¿Rubén, no?

-Sí, pero mejor suena Rubius. No esperaba ver otro chico joven en una función de niños porque le gustara Disney. -Comentó Doblas, notablemente emocionado.

-En realidad, no me gusta. He venido porque Lana me lo ha estado pidiendo desde que se anunció el remake de la película. Jamás he visto una.

Rubius lo miró como si hubiera dicho la barbaridad más grande de su vida.

-¡¿Cómo que no has visto ninguna?! ¡Eso es un sacrilegio!

-Bueno, no te enojes. Cuéntame por qué es tan malo que no las vea.

Mientras la fila avanzaba, Rubén le fue hablando de todas las películas de Disney, con una emoción tan admirable, que Luzu se sentía atraído enormente por el aura tan pura del chico frente a él.

Finalmente, fue su turno de comprar, y tal como dijo Luzu, le cedió el dinero a Rubén para las gomitas de Nieves. Pero el albino no se alegró, se le veía triste.

-¿Rubius? ¿Por qué esa cara?

-Me estoy perdiendo la película por un capricho de mi hermana. ¡Con lo mucho que me gusta Disney! -Argumentó Rubén, haciendo un  mohín con los labios.

-Oh, lo lamento. Bueno, si gustas, no sé, si no te molesta, podrías, quizás, solo si quieres, ¿venir a verla conmigo?

A Rubius se le iluminaron los ojos.

-¡¿De verdad?! ¡Claro! ¡Es una cita entonces!

Al momento de notar lo último que había dicho, Rubén se sonrojó furiosamente y comenzó a tartamudear.

-Qu-quiero decir. N-no. S-sí. Pero no. O sea. Va-Vale no, yo-.

La inesperada risa suave de Luzu frenó su vagabundeo de palabras, y lo miró avergonzado.

-Perdona, no me estoy riendo de ti, es solo que tu reacción me ha dado gracia.

-No tienes por qué burlarte de mí. -Refunfuñó Doblas.

-Luzu comenzó su andar, sonriéndole al chico. Quizás, las películas Disney no eran tan malas después de todo.

-No es una burla. Y sí, es una cita.

LuzuBowl Week Donde viven las historias. Descúbrelo ahora