Min Yoon Gi y Park Ji Min se conocen desde la escuela primara, desde entonces son amigos. Al llegar a la preparatoria ambos deciden confesar el amor que sienten uno por el otro y comenzar una relación oculta de la estricta madre de Ji Min. ¿Qué pasa...
La mañana en que Ji Min tenía que presentar la obra escolar, su madre lo arregló y le colocó el traje que debía lucir ese día; llegando a la escuela lo dejó para ir con su esposo a sentarse con el público mientras el pequeño iba detrás del escenario mientras los otros niños se preparaban.
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- ¿este es Park Jimin? -dijo uno de ellos.- ¡no creí que se vería tan feo!
El chico, cabizbajo guardó silencio mientras se sentaba en una silla.
- Qué ridículo. -dijo una chica mayor que él.- ¿Por qué disfrazan a una vaca de vaca? ¡tú no necesitas disfraz, quítatelo!
Comenzó a jugar con sus dedos, escuchando los comentarios del mismo grupo de chicos que siempre andaba molestándolo, sin decir nada ni reaccionar a sus palabras.
- Te equivocas, Jinah. -dijo uno de ellos.- no deberían disfrazarlo de vaca, pero no es por esas razones. No deberían porque es un cerdo obeso ¿verdad, puerquito?
En cuanto escuchó que por fin se callaron y comenzaba la obra, se levantó para salir al escenario. Al terminar sus padres se acercaron a donde estaba él.
- Dijiste mal tus líneas, Jimin. -dijo su madre.- ¿es que no puedes hacer nada bien? ¿no te cansas de decepcionarnos?
- Vamos, no seas tan dura con él. -dijo su padre.- es un niño, hizo lo mejor que pudo.
- Pudo haberlo hecho mejor.
- Pues yo creo que fue perfecto. -sonrió.-
Al ver la sonrisa en el rostro de su padre, las regordetas mejillas de aquel niño enrojecieron levemente y también sonrió, se despidió de ellos y volvió con su maestra, ya que tenía más clases ese día.
A la hora del recreo todos los niños salieron a jugar al patio; un pequeño se alejó del grupo y comenzó a caminar por los pasillos del pequeño plantel educativo, quizás buscando a quién jugarle una broma.
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Fue al baño y mientras orinaba escuchó un ruido cerca de los cubículos, la curiosidad le ganó, así que se asomó y notó a un niño sentado en el piso, al abrir la puerta vio al chiquillo abrazando sus piernas, con su rostro oculto entre ellas.
