Min Yoon Gi y Park Ji Min se conocen desde la escuela primara, desde entonces son amigos. Al llegar a la preparatoria ambos deciden confesar el amor que sienten uno por el otro y comenzar una relación oculta de la estricta madre de Ji Min. ¿Qué pasa...
Algunos años pasaron desde la última vez que Yoon Gi y Ji Min se vieron, al volver del ejército, aquel solitario alfa solo se dedicó a trabajar y estudiar, sin tiempo para distraerse, sin ganas de continuar con su vida; la respladeciente sonrisa de Ji Min para él se había convertido en un hermoso recuerdo guardado junto a la esperanza de algún día volverlo a ver. Como salió temprano del trabajo, ya que su turno había acabado y ese día no tenía clases, fue al centro comercial y mientras caminaba mirando hacia las tiendas con paredes de cristal vio algo que llamó su atención, se detuvo en seco y un vaso de plastico que llevaba en la mano, tomando un refresco cayó al piso cuando su corazón comenzó a acelerarse de una manera increible.
- ¿Jimin? –susurró sin salir de su asombro.-
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Fue tanta la impresión que no pudo ser capaz de mover un músculo, viendo al chico salir de la tienda con unas bolsas, llevándose otra sorpresa al verlo de cuerpo completo.
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- Es cierto. –susurró para sí mismo.- él está casado.
Miró hacia un lado, luego al otro y al final volvió a ver a Ji Min alejándose.
- Parece que su esposo no está con él. –tragó saliva.- ¿será posible...?
Antes de que pudiera darse cuenta sus pies se estaban moviendo en la misma dirección en la que iba el menor, lo que lo llevó a una tienda de juguetes para bebés. Lo vio acercarse a los peluches y suspiró recostándose un poco en la pared.
- Sigue siendo tan hermoso. –murmuró.-
Trató de pensar en una manera de acercársele sin causarle una impresión muy fuerte, así que lentamente caminó hacia él y vio que iba a tomar un peluche, por lo que él también estiró su brazo para tomarlo, haciendo que sus manos chocaran.
- Disculpe, yo lo vi primero. –dijo Ji Min.-
Cuando se volteó para ver quién trataba de llevarse el juguete que quería sintió aquel estremecimiento, su cuerpo tembló de pies a cabeza, su corazón latió rápidamente y sus mejillas pálidas se encendieron en rubor; era él, el príncipe que tanto había estado esperando durante esos años de agonía junto a un monstruo insensible y cruel.
