Capítulo 3: Thaena

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El lomo de Mayfyrya, su yegua blanca, con enormes manchas color canela, era suave y sedoso. Le gustaba acariciarlo a medida que avanzaba la cabalgata, fuese en paseos o en cualquier tipo de viajes. Era una costumbre que Thaena había adquirido desde pequeña, y su yegua parecía disfrutarlo tanto o hasta más que ella. Mayfyrya llevaba el cabello largo tanto en la cima de su cabeza, como en lo más alto de su lomo, al igual que en su larga cola. Contaba con diez años de edad, mientras que Thaena con diecisiete, por lo que prácticamente habían crecido juntas. Se la había regalado su madre cuando contaba con tal solo siete años, aprendiendo rápidamente a montarla y convirtiéndose en una hábil jinete desde entonces. Ese momento quedó en el recuerdo de Thaena como donde nació su amor por la montura. Luna de sangre, la fortaleza de su familia, poseía, al igual que todas las fortalezas de las familias que habitaban las Tierras Gonnálicas de Nor'thorn, un gran bosque que circundaba sus alrededores. Y Thaena solía hacerse sus escapadas para merodearlo y dar paseos, adentrándose en el bosque a lomos de Mayfyra. Aunque estaba estipulado que, a no ser que fuese un trayecto hacia otros dominios gonnálicos, la distancia estaba estrictamente restringidam así como también armada.<<Tu corazón es blando, pero tu espada no. Llévala siempre contigo, es lo primero que verán de tí. Las primeras impresiones importan más de lo que se suele decir, hermanita>> Había dicho Maddox, algunos años atrás.A su hermano no había que recordarle ir armado, ya que parecía estarlo siempre. Tanto era así, que en el castillo se solía decir que <<no se sacaba la armadura ni para cagar>>, a lo que Thaena siempre replicaba que sí lo hacía, pero que <<se limpiaba el culo con su espada>>, ya que jamás se separaba de esta, desde que fue armado caballero. Cosa que, de no ser por su abuelo Lunyo, su padre no habría accedido a hacerlo desde tan jóvenes (ella a los dieciseis años, y Maddox a los quince), ya que para él <<nunca estaban preparados>>. La aptitud con las armas era un rasgo sumamente importante para las familias gonnálicas, pero que con cada generación se veía con menos frecuencia. <<Esto es preocupante>> había escuchado gruñir a su padre más de una vez, al tiempo que golpeaba una mesa, una pared o inclusive alguna persona.Con lo que Thaena creía que las exigencias de lord Megor probablemente se debieran a que ella y su mellizo eran sus únicos hijos que sabían usar una espada.<<Sally sigue nuestros pasos... aunque, a decir verdad, no sé si eso es una bendición o una maldición>>. En ocasiones se preguntaba si el resto de sus hermanas la tendrían más fácil siendo unas simples doncellas, ya que su padre no solía estarles tanto encima, más que para recordarles con quién debían casarse.Por eso solía recurrir a su abuelo Lunyo. Por eso, también, le dolía tan profundamente la situación por la que se encontraba atravesando. Aquel hombre que siempre la apañó y la entendió, aquel hombre que siempre la había comprendido y valorado como nadie, estaba tan enfermo de una fiebre tan intensa que, según el conseller, poco le quedaba ya de vida. Aquello afligía mucho a Thaena. E incluso creía que era la más afectada por esa situación. Mas que cualquiera de sus hermanas, mas que su madre, mas que ninguno. Su padre parecía no conocer muy bien el sentimiento del cariño y el afecto como tal. Y si lo hacía, lo sabía ocultar muy bien. Thaena creía que para él ese sentimiento se demostraba a través de la enseñanza, muchas veces exagerada y tosca, del trabajo duro. <<Arduo trabajo duro>>. Siempre imponiéndoles ser mejores todo el tiempo. <<Es por su propio bien —Les repetía lord Megor constantemente, aunque con más frecuencia cuando eran niños—. Sean uno con la espada, mejoren día a día, y más trabajo le darán a la muerte. Tan simple como eso, ¿ven?, no es muy difícil de entender. Eso es lo que busca todo padre para sus hijos. Se supone que deben enterrarnos ustedes a nosotros, y no al revés>><<Siempre encontrando las palabras adecuadas...>> Había pensado con ironía Thaena, en una de aquellas situaciones.Y en cuanto a su hermano... Si su padre entendía poco del amor y el cariño, su hermano directamente parecía ignorarlo. O eso siempre le había parecido a ella. Algunas personas en su familia contaban anécdotas felices de la infancia que compartió con su hermano, pero, desde que Thaena puede recordar, Maddox siempre había mostrado desinterés en las cosas que cualquier niño suele hacer con normalidad. Y no solamente con las activides, sino también con las personas, con las que solía buscarse problemas, hasta que alguien interviniese. <<Con lo único que se lleva bien, es con su espada>> Solía decir su señor padre. Aunque Thaena no sabía decir si con orgullo o disconformidad. Tal vez un poco de ambas. Lord Megor Ascarys rara vez se mostraba complacido. Por eso también amaba tanto a su abuelo. Él era, junto con sus hermanas más pequeñas, la persona que mejor la hacía sentir. Y la enfermedad de éste había hecho que las cabalgatas de Thaena fuesen cada vez más frecuentes, así como duraderas. Mayfyrya soltó un fuerte relincho y comenzó a correr más deprisa. Interrumpiendo los pensamientos de Thaena, quien rió y comenzó acariciarla con su mano derecha, mientras se sostenía con fuerza con la izquierda. Comenzó a sentir la adrenalina recorriéndola fugazmente a medida que su yegua incrementaba su velocidad. El sol aún seguía brillando con fuerza sobre los dominios del valle de Luna de sangre, por donde Thaena, en un principio, se había predispuesto a pasear. Había acordado consigo misma que solamente recorrería los alrededores del castillo, para después disponerse a finalizar su pequeño paseo bajo el Kryxe de Luna de sangre, pero la yegua comenzó a dirigir su galope hacia el interior del bosque, para luego atravesarlo.—¿Mayfyrya, adónde... adónde vas? Su montura no dió señales de haberla escuchado, y continuó atravesando el bosque con énfasis y voluntad solemne. El viento golpeaba de lleno en el rostro de Thaena, las pisadas de Mayfyrya sonaban con pequeños y veloces golpecitos sobre el suave y verdoso terreno, sumando el crujido de algunas ramas que iban quebrándose en el camino, a medida que pasaba sobre ellos. Podía ver como la luz, a través de rayos de sol, penetraba los distintos huecos que se formaban entre los espacios de un árbol a otro. Algunos le deban de lleno en el rostro y otros eran tapados por otros árboles a medida que avanzaba, dejándola por tan solo un pequeño y fugaz instante, tapada por las sombras.También pudo alcanzar a oír diversos tipos de aves cantando, e incluso divisó algunas lechuzas y búhos posándose, silenciosos, entre las copas más altas de los árboles más grandes. —Eres una niña muy traviesa cuando quieres... ¿lo sabías? —Había gruñido Thaena, aunque su sensación no fuese unicamente de extrañeza, sino también de curiosidad. Su yegua corría y corría, mientras ella se volteaba para ver el camino dejado atrás;

Lágrimas De SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora