Los estandartes de la compañía del espantapájaros lucían sombríos bajo el oscuro cielo que a penas iluminaba los dominios de Luna de sangre.Después de todo, el ejército de mercenarios que había venido con su padre, era famoso no solo por su obediencia y eficacia, sino también por su tenebrosa y oscura aura demencial.Lucían un macabro espantapájaros, como era de esperarse, de un oscuro amarillo sobre campo negro, como si trajeran la mismísima noche consigo, tanto en sus monturas como en las armaduras, también negras, que llevaba cada uno de los diez mil guerreros que llegaron a las puertas del castillo.Dicho monstruo traía consigo una enorme hoz con la que asesinaba a su víctima, decapitándola sanguinariamente.Thaena nunca había visto un estandarte tan tétrico. Estaba acostumbrada a ver el fénix de su familia, llameante sobre campo de gules. O al hipogrifo de oro de los Saphyrian, resguardado tras un campo violeta que hacía juego con los ojos de Raelyx y Taenyx cada vez que los veía lucirlos en sus jubones.O también al pegaso blanco que brillaba y volaba sobre un infinito campo azul, en el segundo estandarte que llevaba Alto Castillo, debido a la alianza matrimonial con los Zhorogar. Siempre había sido el favorito de Thaena.Recordaba habérselo visto lucir en una armadura durante un entrenamiento a lady Meredyth Zhorogar, en su imponente armadura de plata, con incrustaciones de oro. En el dorso de esta, el escudo azul y el pegaso blanco parecían ser parte de la mismísima Meredyth. Dotándola de una fiereza digna de Lyx III Saphyrian; la reina guerrera que había pertenecido a la casa Zhorogar, y que, a lomos de su dragón, Kornamenta, luchó para liberar a los suyos de la segunda invasión de las familias de Nor'thorn contra las gonnálicas.Dicha reina había sido una de las últimas jinete de dragón, debido a la extraña y repentina desaparición de estos, miles de años atrás.Thaena daría lo que fuera por montar un dragón y volar. Volar tan alto y tan lejos como le fuera posible. Tan alto y tan lejos que hasta las nubes parecieran simples ventanas que atravesaría una y otra vez.<<Si tuviera uno podría acabar rápido con esta guerra.>> Estaba segura de aquello. Había escuchado cientos de historias sobre antiguos reyes y reinas, tanto Ascarys como de las demás familias gonnálicas; durante muchos de los primeros años donde aquellas casas habitaron Nor'thorn desde su llegada, habían venido con distintas criaturas mágicas, siendo los dragones las más imponentes, llamativas, e increíbles. De esa forma habían conseguido librarse de todos los que estaban en contra de que extraños extranjeros recién llegados habitaran sus tierras como si nada. Los dragones habían jugado un papel sumamente importante en esa primera guerra, siendo Jacob I Ascarys el rey invasor, o el rey que se reveló, según de qué lado de la historia se mire.—Menudo estandarte, ¿eh? —Le dijo Maddox sin quitarle la mirada al macabro espantapájaros. Thaena no había percibido que la estaba observando.—Da más miedo que el de tus amados Vaelynarys —Respondió mientras le dirigía una sonrisa irónica a su hermano mellizo—. Y eso es mucho decir.Maddox rió entre dientes. Fue entonces cuando sus ojos se encontraron con los de ella, aunque solo por un fugaz momento. Su hermano tenía la particularidad de mirar cualquier otra cosa a que a la persona con la que estuviese hablando. Como si se aburriera de ellos.—La gran serpiente de plata sobre campo verde de los Vaelynaris... ¿qué te puedo decir? Simplemente avasallante. Se la reconoce a lo lejos en cualquier reino de Nor'thorn. Darko I Vaelynarys se encargó de que sea un estandarte que jamás olvidaran estas asquerosas familias que aquí habitan, cuando, a lomos de su dragón, Sangrepura, quemó y humilló a las flotas de los Celtheon que llegaron para atacarnos desde el este, en tan solo cuestión de segundos.—¿Quieres decir que das por hecho que alguna vez existieron los dragones, larkyos y ervores? —Preguntó ella, con un poco de ironía y otro poco de intriga.Se decía que los ervores y los larkyos eran especies similares a los dragones, aunque no alcanzaban a medir tanto como estos, siendo los primeros caracterizados por sus contexturas robustas y corpulentas, y cabezas carentes de cuernos, mientras que los segundos por su velocidad y agilidad, además de sus contexturas delgadas y esbeltas, con grandes cuernos tanto en la cabeza como, e incluso también, alrededor del cuerpo.También había quienes decían que sus colores podían variar tanto como cada espécimen mismo.—¿Tú no? —Maddox le dirigió una mirada intensa, más tiempo del que acostumbraba—Pues empieza a creerlo, hermana, tienes a un dragón frente a tí.Thaena puso los ojos en blanco y rió.—¿Así que ahora eres un dragón? Pues me pregunto quién será el primero en montarte.Su hermano siguió con la misma expresión, mirando hacia un punto que Thaena desconocía, como si hubiese sido el último en hablar. A veces sus conversaciones terminaban de esa forma, y nunca sabía si simplemente no la escuchaba o se había aburrido. Maddox siempre era toda una incógnita.—Preparen sus monturas —Les ordenó su padre mientras se subía a su caballo, Rayo, que se encontraba junto al de su madre, Deseo.Su madre había decidido ir a la guerra con ellos, dejando a cargo de Luna de Sangre, y de lord Lunyo, a sus hermanas mayores: Maenya y Joanna, siendo la primera la señora regente del castillo, y a las menores: Lorella y Sally.Dicha decisión no le había sorprendido, ya que lady Samantha jamás diría que no a una batalla, jamás se escondería bajo unas murallas sabiendo que parte de su familia estaba en el campo de batalla.Thaena compartía ese sentimiento. Siempre lo había hecho. Al igual que su hermano y su padre, siempre quiso estar el frente de las tropas de Luna de sangre. Aunque en esta ocasión, fuese frente a un ejército de mercenarios que acababa de conocer.Sus hermanas saludaban desde la entrada principal del castillo. La pequeña Sally, de a penas siete años, se encontraba abrazando la cintura de Lorella, quien tenía catorce años recién cumplidos hace tan solo semanas.Maenya estaba encantada con quedar a cargo de la regencia. Ella y Lorella se llevaban dos años de edad, y siempre habían compartido sus ideales de típicas princesas y reinas que se casan con príncipes y reyes, y que terminaban viviendo en sus castillos con hijos y finales felices. Justo como en las canciones de los bardos.A Thaena le parecía una idea asquerosa, y no podía entender cómo podían ser tan diferentes entre hermanas. Tan diferentes y tan desunidas. Pero de pronto recordó que ni con Maddox tenía esa relación, a pesar de la unión especial que compartían por ser mellizos.Con las únicas que compartía una relación que ella consideraba normal entre hermanas, era con Lorella, y, en especial, con Sally, la favorita de Thaena.Y no era porque, al igual que ella, tenía alma de guerrera desde pequeña, ya que Lorella no tenía estas aptitudes e igualmente tenían una excelente relación. Pero simplemente no era como con Sally. Ella era la pequeña especial. y la extrañaría mucho durante su estadía en el sur.Pero sabía que quedaba en buenas manos.El conseller Barran había llegado hace tan solo unos años, para reemplazar al anterior conseller que historicamente había trabajado para su familia, el conseller Forwel, pero ya se había ganado la confianza y el cariño tanto de ella como de sus padres.Incluso Maddox decía que lo prefería a él antes que a Forwel.<<Forwel no estaba mal, pero no soportaba su insufrible voz melosa. Parecía una niñita —Había dicho su hermano a penas días después del sepulcro del conseller—. Además, a veces me daba la sensación de que me miraba demasiado.>>Thaena se había molestado mucho con su mellizo por lanzar un comentario tan frívolo en un momento como ese. Pero estaba más que acostumbrada a que ese tipo de actitudes vinieran de él. Siempre había sido así. Incluso desde pequeño.De hecho, no recordaba siquiera ser abrazada por Maddox en algún momento de su vida, así como tampoco verlo hacerlo con alguna otra persona.Suponía que eso lo había heredado de su padre, que tampoco se había caracterizado nunca por ser la figura paterna ideal, ya que era una persona muy cerrada y distante. Pero, ni su madre, quien intentó ser más cariñosa con su hijo, obtendría mayor respuesta que un estado de piedra ante la más mínima muestra de amor.Además del conseller, también se encontraban ser Mollar, el maestro de la guerra, ser Willer, un anciano que cuidaba de ellos desde pequeños; incluso había cuidado de su padre antes que ellos, y ser Mondrack.El camino era pantanoso. La lluvia de la noche anterior había dejado todo embarrado a leguas a la redonda.Los caballos relinchaban, y los estandartes de la compañia de mercenarios y los de los Ascarys adornaban los cielos cada vez que hechaba un vistazo hacia arriba.Las armaduras y yelmos producían ese sonido metálico característico, mientras el cabalgar se hacía monótono y con mayor silencio del que Thaena hubiese imaginado.—Tienen manos conversación que el mayor de los Saphyrian y su padre juntos —Dijo Maddox con ironía y su sonrisa característica. Siempre aparentaba tener todo bajo control.—Oh, cállate. Tal vez ellos hayan tenido algunos problemas para comunicarse, pero no fue el caso de todos los Saphyrian.—Parece que no soy el único que tiene una familia mimada.—¿Qué quieres decir con eso?—Nada, hermanita —Su hermano no quitaba la relajada mirada del frente mientras cabalgaba.—No es mi <<familia mimada>> —Dijo ella entendiendo a lo que se había referido él—. Es solo que lo que te estoy diciendo es un hecho. Eres el único que tiene a su familia favorita en un pedestal inquebrantable -Rió ella.—Está bien, está bien. Los Vaelynarys son mi familia favorita, los amo y los deseo... —Su ironía se acrecentaba más y más con cada palabra que salía de su boca.—Me alegra que por fin lo hayas asumid...—...Al igual que tú con Raelyx —El silencio luego de eso fue lo más incómodo que Thaena había pasado durante el viaje.—¿Raelyx y yo? ¿En serio? ¿Eso es lo que crees? Eres ridículo. No sabes nada.Thaena había mirado a sus padres que cabalgaban a la cabeza de las filas. Parecieron no oír o hacer caso omiso de la conversación entre ella y su hermano.No era que él tuviera razón y eso la avergonzara. Lo que le molestaba a Thaena era lo que creyeran sus padres al respecto.No quería que la vieran como a una niña enamoradiza. Quería que la vieran como lo que era, una mujer guerrera.Al igual que era su madre. Y al igual que lo fue su madre antes que ella.Quería a como de lugar la tenencia de Llama sangrienta en su poder. Había sido su mayor anhelo desde que era tan solo una niña.Quería creer que si no hubiese sido porque Mankester robó la espada restante de acero Glahkryon de su familia, así como hizo con las demás Casas gonnálicas después de la última guerra, su madre le hubiese entregado su espada personalmente. Ya que tendría otra propia con la cuál luchar, y con la cual ya había luchado antes.Se decía que cada espada era la que elegía al portador, al espadachín, y no al revés. Por lo cual su madre estaba acostumbrada a usar espadas de acero templado con Glahkryon, y, a diferencia de su padre, no usaba cualquier otra cosa.Lord Megor era conocido por masacrar enemigos con cualquier arma que tuviese en sus manos. Incluso si esas armas eran sus manos mismas.Había reventado la cabeza de Hervin Sollewar en la última guerra en tan solo cuestión de segundos, al encontrarse frente a frente en los caminos de Vado Titikora, cerca del Lago Toogar.La marcha tendría destino en las tierras de Yindala, ciudad donde se libraría una tormentosa guerra con uno de los bandos rebeldes. Con uno de los últimos reyes que quedaban con vida: Willem Gerrard, todavía rey de Yindala.Estos reyes eran Klenor Celayner, rey de Mylion, James Maller, rey de Zuntra, William Clinney-Warren, rey de Madoon, Ronald Celdynor, rey de Dultahart, Harold Percey, rey de Kipre, Thoumas Maclyden, rey de Katrán, Robert Mandellier, rey de Luthep, Leon Celtheon, rey de las Islas de la roca, y Willem Gerrard, rey de Yindala; y, lo más importante, su objetivo.Por último, estaban los reyes del sur. A pesar de que estos, al igual que los clanes del norte y las tribus del este y del oeste, siempre habían sido territorios aparte, alejados de los problemas y políticas del seno de Nor'thorn, (Que ocupaba la región central de éste continente) ahora no solo habían intercedido en la guerra al rebelarse contra el Trono Único, sino que, además, tenían su propia idea de conquista sobre Nor'thorn, buscando dividir al reino en cinco partes con igual poder, uno para cada rey sureño: el norte para Mattas Olivion, el este para Dierthen Sprintt, el oeste para Thumos Lenslott, el sur como reino independiente en manos de Tisseo Valklour, y, por último, Rickard Mackleydon, quien estaría a cargo de la regencia de las Islas de la Roca.Toda esta información se las había proporcionado Mankester mediante la carta que había mandado a los regentes de sus distintos dominios. Al parecer, los reyes sureños no se habían molestado en ocultar sus intenciones, informando mediante otra carta sus planes y condiciones para una tregua, siempre y cuando se cumplieran sus mandamientos. A todo esto, con un obvio, esperado y rotundo <<no>> por parte de Mankester. Con lo que la continuación de la guerra estaba más que firmada y garantizada.Para llegar hasta Yindala tendría que pasar primero por las tierras de las cuatro familias gonnálicas que más al sur se encontraban; el Pasaje de Rohor Rhol Rhoxux, donde se acentaban los Nandeskar, las Tierras de Zhargorn, pertenecientes a los Varahgar, los dominios de Tierra Sagrada de Rotheroth, donde se encontraban los Lenlaryon, y por último, La Gran Fortaleza de los Vaelynaris.Dichos ejércitos se encontraban ya en el sur, en la ciudad de Dominio Dorado, ya que formaban parte del ejército principal de Merehgor Mankester. Y se dirigían más al sur, hacia el verdadero sur de Nor'thorn, donde los reinos de dicha zona, se habían mostrado siempre inquebrantables, rebeldes antes la sola idea de ceder y quedar bajo el poder de un autoproclamado rey, luego de generaciones de gobierno libre en sus dominios.Por lo que, Mankester, necesitaría toda la ayuda posible, ya que los Reinos Unidos del Sur, contaban con un ejército de ochenta mil guerreros, y era cuestión de tiempo hasta que se unieran con los reyes que quedaban en pie, dispersos por toda Nor'thorn.Sus pensamientos fueron interrumpidos por un animal, al que no alcanzó a divisar, que se movió rápidamente sobre su izquierda, haciéndola mirar automáticamente de reojo hacia ese lado.El enorme bosque que los rodeaba era vasto y de un verde imponente, al igual que todos los que se encontraban adornando los dominios y extensiones de las Tierras Gonnálicas.Thaena se preguntaba cómo era posible que aquellos bosques pudieran transmitir tanta vida, incluso con la muerte que los rodeaba en tiempos tan difíciles.El viento, frío, movía con fuerza cada vez más los estandartes de ambas tropas; las de los Ascarys y los mercenarios, a medida que se paseaba por el camino, impregnando de un inminente invierno a todo lo que tocara.Miró otra vez a su costado izquierdo, recordándo por alguna razón, al animal que no había podido divisar instantes atrás. Lo buscó con la mirada mientras la cabalgata continuaba, en lo que sería un extraño e incómodo silencio, si no fuera por las conversaciones que se establecían entre las tropas de su padre y madre.Le llamaba poderosamente la atención la clase de personas con las que estaba viajando, y con las que iba a formar parte de un mismo bando dentro del campo de batalla. El solo pensar en lo misteriosos y raros, además de impasibles, que le parecían aquellos hombres de la compañía del espantapájaros, le causaba escalofríos.No confiaba en ellos, pero sí en su padre. Y de todas formas no habían contado precisamente con muchas opciones distintas, de tal modo que solo quedaba mirar hacia delante y esperar lo mejor. Aparte, reconocida era la labor de la compañía a la hora de librar cualquier batalla de la que formaran parte, cumpliendo papeles excepcionales. Así que se dispuso a pensar que su comportamiento previo al combate era lo de menos.Al fin pudo divisar al animalillo que merodeaba por los bosques, cerca del paso. Aquel era un cénfugo, una pequeña criatura, del tamaño de una ardilla de pequeños, y de un perro promedio de grandes, peluda, y adorable a ojos de Thaena, que se caracterizaba por poder volar cumpliendo cierta edad adulta. Sus ojos brillaban como luceros, a un nivel en el que era imposible no reconocerlos a pesar de la distancia. Era, junto con la habilidad de volar, la cualidad más característica de estas criaturas.Los bosques estaban llenos de estos, pero, jamás eran de acercarse demasiado al centro de las rutas o de donde hubiese mucho ruido. Le escapaban al bullicio y al sonido del galope de los caballos, animales a los que les temían. Con lo que a Thaena le llamó la atención que se encontrara uno de ellos allí, tan cerca de un ejército.—Hey, Maddox. ¡Mira, un cénfugo! —Dijo tratando de no perder de vista al animal— ¿Qué hará por aquí?—Si, lo he visto —Contestó su hermano con voz queda, casi en un susurro, con la mirada hacia delante y la frente en alto—. No te encariñes, morirá pronto.—¿Cómo que...? Eres un idiota ¿Cómo vas a decir eso...?—No es que lo desee. Pero si eres observadora te darás cuenta de que es una hembra, y, si lo eres más aún, que ha quedado malherida después de un parto.—Pero, ¿cómo es que...?Maddox continuó como si no la hubiese escuchado.—Y está en la triste naturaleza de los cénfugos no dejar que sus crías las vean agonizar y morir. Por lo que las dejan en manos de los más fuertes, y buscan una forma de muerte rápida, libre de sufrimiento.—Entonces solo se acerca a nosotros en busca de algo que la mate... Eso es horrible.—Bienvenida a la realidad, hermanita —Dijo él con una leve sonrisa en el rostro—. ¿Y así es como quieres dirigirte a una batalla? ¿Llorando por una criatura que acabas de conocer? Debes endurecerte, solo eso te garantizará sobrevivir.—No tiene nada que ver una cosa con la otra —Thaena odiaba que su hermano se creyera más listo que ella. Más listo que todos—. Solo he hecho un comentario. Además, puede que los animales me importen, pero las personas son distintas. Son repugnantes, maliciosas, y no siento pena por ellos, en lo absoluto.—Hmm no estaría tan seguro de eso —La sonrisa de su hermano se acrecentaba cada vez más.—No hace falta ser una piedra como tú para tener éxito. Además, ser <<duro>> tampoco te asegura que vayas a sobrevivir.—No. Pero tienes más chances que los débiles.—Pues bien, a ver, enséñame. ¿Cómo hago para ser tan dura como tú, hermanito? —Dijo con ironía, tratando de jugarla en su contra.—Creí que nunca lo preguntarías —Su mellizo la miró mientras dirigía una de sus manos hacia atrás, tanteando lo que llevaba. Sacó su arco, lo cargó, giró, apuntó y disparó.—¿Qué estás haciend...?Cuando Thaena comprendió lo que estaba sucediendo, ya era demasiado tarde. El cénfugo cayó al suelo con un golpe seco, inerte.—Así —Dijo Maddox.
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Lágrimas De Sangre
FantasíaEl miedo, el odio y la sed de venganza reinan en todo Nor'thorn. El continente se encuentra sumido en una peligrosa tensión. Tras el fin de la llamada Guerra de los Pretendientes, el caos se esparce sobre las tierras. Las Casas, dueñas de sus propio...