Capítulo 10

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Tal y como les había prometido, Lucy les dejó salir por la puerta de atrás de la tienda y así pudieron escapar sin que nadie los viera. Eso sí, habían tenido que ir corriendo hasta el coche, donde por suerte los esperaba Luis Felipe, preparado para ponerse en marcha.

Lauren le sostuvo las manos durante todo el trayecto, mientras ella luchaba contra la tristeza y el recuerdo de los enormes ojos negros de Azizi. En medio de tanto dolor, apareció la idea de que quizá se hubiera quedado embarazada y, sorprendentemente, la posibilidad le sirvió de consuelo. Incluso empezaba a desear que así fuera. A pesar de no contar con ningún modelo como padre, estaba segura de que Lauren lo haría muy bien, había visto numerosas muestras de su bondad. Era una lástima que se empeñara tanto en ocultar sus emociones porque, de otro modo, quizá habrían tenido futuro juntas.

Aquel pensamiento le sacudió el alma hasta lo más profundo. Al mirarla supo que jamás podría liberarse de la magia en la que ella la había envuelto. Cuando se habían besado en el probador, había sido como si todos sus sueños rotos, todas sus esperanzas incumplidas hubiesen explotado dentro de ambas y ahora estuviesen intentando hacerlas realidad juntas.

Apenas entraron en la mansión, Lauren le agarro de la mano y la llevó corriendo al dormitorio, donde se arrancaron la ropa la uno a la otra e hicieron el amor, ansiosas por borrar cualquier rastro de dolor o tristeza de sus corazones.

Tumbadas sobre la enorme cama, las dos tan satisfechas como exhaustas, se miraron a los ojos.

- ¿Tienes idea de cuánto me gustas, Lauren Jáuregui?

Ella esbozó una cautivadora sonrisa que la hizo estremecer.

- ¿Por qué no me lo dices?

- Me gustas más de lo que me ha gustado nunca ningún otro hombre o mujer, pero no quiero que te asustes. Eso no significa que espere nada de ti más allá de lo que ya me has dado y de lo que estés dispuesta a darme mientras estemos juntas.

- ¿Por qué crees que voy a asustarme?

- Porque tengo la impresión de que no quieres que nadie se encariñe contigo... y menos una mujer.

- ¿Eso crees?

- Dime si me equivoco ¿tienes miedo a que alguna mujer se encariñe contigo?

Lauren dejó de acariciarle el brazo y Camila se puso en tensión.

- ¿A ti qué te parece? -comenzó por fin- A lo largo de mi vida he perdido a todas las personas que deberían haberme tenido algo de cariño. Puede que asocie ese cariño con la pérdida, ¿Acaso no es lógico que le tema?

Camila sabía que no le gustaba hablar de ello, pero percibía una ligera predisposición a abrirse quiso aprovecharlo, aunque con cautela.

- Lauren... me gustaría mucho que me hablases de ti.

- Ya -se quedó pensativo unos segundos- ¿Qué es lo que quieres saber?

- ¿Alguna vez intentaste averiguar qué fue de tu padre después de que te abandonara en el orfanato?

Camila contuvo la respiración a la espera de su reacción.

- Mi madre me tuvo con dieciséis años y mi padre con diecisiete, los dos se habían criado en el orfanato en el que después me dejó él porque no tenía dinero ni capacidad para criarme, rogó que me aceptaran y prometió mantener el contacto, pero se marchó y no volvieron a saber nada de él. No tenían ninguna dirección donde encontrarlo.

Lauren apartó la mirada de ella, Camila le puso la mano en el pecho suavemente y esperó a que se sintiese preparada para seguir.

- Se sentiría muy orgulloso de ti, si supiese todo que has conseguido -murmuró con los ojos llenos de lágrimas por ella y también por Azizi, otro niño que tampoco había conocido a sus padres. A veces era difícil comprender por qué la vida era tan cruel.

Un Oscuro Trato (camren G!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora