Capitulo 12 "final"

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La lluvia golpeaba con fuerza el asfalto, si bien debería haberle resultado refrescante después del largo periodo de calor que había vivido en el Algarde, el ánimo de Lauren era demasiado sombría como para importarle si llovía o no, con la mirada clavada en las calles de aquel barrio que nunca había tenido motivos para visitar, sintió que se le secaba la idea y se le aceleraba el pulso ante la perspectiva de volver a ver a Camila después de seis interminables semanas. Estaba desanimada por que aquella separación había sido para ella como una sentencia de muerte durante la que le había sido imposible concentrarse en el trabajo y había reaccionad como una fiera cada vez que algo no le salía bien.
En esas largas semanas la había llamado varias veces a su teléfono móvil sin ningún éxito y mientras intentaba no dejarse llevar por la preocupación, había probado suerte con la oficina de la organización humanitaria en Londres. La directora se había mostrado inflexible, negándose rotundamente a darle ningún tipo de información sobre Camila por no formar parte de su familia, ni siquiera había logrado que le dijera cuando regresaba.
Lauren habría querido gritarle que tenía intención de convertirse en su familia si ella la aceptaba, pero no lo había hecho, lo que había hecho finalmente había sido llamar a casa de sus padres y había sido su padre, Alejandro, el que por fin le había informado, aunque vacilante, de que Camila había caído enferma después de trabajar hasta el agotamiento y que, tras una semana en un hospital de la zona, iban a trasladarla a Londres.
De eso hacía ya una semana, Alejandro Cabello la había aconsejado que esperara unos días antes de ir a verla porque, según él, necesitaría un tiempo para aclimatarse y recuperar las fuerzas antes de poder recibir visitas.
Aquella última semana había sido otra dura prueba, pues en esos siete días no había podido saber si la salud de Camila estaba o no mejorando, no había podido descansar un momento, pensando en que no pudiera recuperarse, en que muriera sin haber tenido una oportunidad de decirle lo que sentía por ella. Por eso, mientras Luis Felipe aparcaba frente a la casa de ladrillo rojo de los Cabello, Lauren hundió el rostro entre las manos y rezo con todas sus fuerzas.
Más de una vez durante esos días había recordado que Luis Felipe había perdido a su gran amor por culpa de una enfermedad terminal ¿Por qué no se habría ido a África con ella? Si hubiese podido dejar de pensar que estaba abandonándola y se hubiese dado cuenta de que en realidad lo que iba a hacer era un acto de profunda generosidad que merecía toda su admiración y su respeto… en su defensa solo podía decir que el cambio de planes la había desconcertado y destrozado.
 ¡Deus!
 Hemos llegado, senhora Jáuregui –anuncio Luis Felipe abriéndole la puerta del coche.
El hombre que se había convertido en un verdadero amigo para ella desde la marcha de Camila le ofreció un paraguas y una sonrisa de comprensión.
 La esperare en el coche
 Gracias –acepto el paraguas y camino bajo la lluvia hasta la puerta roja de la casa.
Después de presentarse ante el padre de Camila, siguió a aquel hombre serio pero amable hasta una sala donde la dijo que su hija se encontraba descansando.
Se le corto la respiración al verla, estaba sentada frente a un ventanal, con la espalda muy recta, la mirada clavada en el jardín y el cabello sobre los hombros, llevaba un suéter blanco y pantalones vaqueros y parecía una frágil figurita de porcelana, un movimiento en falso y se rompería en pedazos imposibles de recomponer.
El temor le revolvió el estómago.
 ¿Camila? –Alejandro Cabello se acercó a su hija y le puso una mano en el hombro- Tienes visita.
 ¿Quién es? –al mismo tiempo que hacia la pregunta, se daba la vuelta y sus ojos se encontraban con los de Lauren- Dios mío…
No fue una exclamación, pero era evidente que su presencia le había afectado tanto como a ella, al verla a ella.
 Te llame varias veces… -comenzó a decir, pero la emoción la golpeo pronto, dejándola sin voz y sin palabras, tenía tantas cosas que decirle que no sabía por dónde empezar.
 Será mejor que os deje hablar tranquilos, cuando queráis, mama nos preparará una buena taza de té.
 Gracias, papa.
Alejandro Cabello salió de ahí después de darle un beso en la frente de su hija.
Camila espero hasta que hubo cerrado la puerta para volver a mira a Lauren y sonreír, su sonrisa era tan deslumbrante como siempre, a pesar de parecer muy frágil.
 No puedo creer que estés aquí –dijo en voz baja.
 ¿Qué tal estas? Has perdido peso y no tienes buen aspecto – le dijo, molesta consigo misma por no poder controlar la emoción que sentía.
 Solo necesito descansar para recuperar fuerzas.
 No debería haber dejado que te fueras.
 ¿Lauren?
 ¿Qué?
Camila sonrió con una ternura que ella no se creía merecer y le agarro la mano.
 Me alegro tanto de que hayas venido a verme, tenía miedo de que me hubieras olvidado.
 ¿Estas locas?
La levanto con mucho cuidado y la abrazo, apretándola contra su pecho como si necesitara comprobar que no era producto de su imaginación y al tenerla cerca creyó morir de alegría y de alivio, aunque también le preocupo lo poco que abultaba ¿acaso no había comido nada en las últimas seis semanas?
 ¿crees que podría olvidar el sol, el cielo, la luna y las estrellas? Ángel mío, tu para mi eres todo eso y más.
Camila levanto la mirada con los ojos llenos de lágrimas.
 No llores, pequeña… no soporte verte llorar.
 Lloro de felicidad
Su intención era solo darle un suave beso para no agobiarla, pero en el momento que sintió el roce de sus labios no pudo contenerse, se apodero de su boca hasta arrancarle un gemido de placer y al comprobar que respondía con igual pasión, se olvidó del miedo que la había torturado desde que se había enterado que había caído enferma. Poco a poco, el ardor fue dejando paso a la ternura.
 Yo también estoy muy feliz de estar aquí –le dijo ella después de un rato- Desde que te fuiste he estado completamente perdida… ¿Por qué nunca contestaste a ninguna de mis llamadas?
 Porque perdí el teléfono al día siguiente de llegar a África y desde el momento que llegué al orfanato no tuve tiempo ni energía para hacerme con otro. Por eso no respondí, pero te juro que pensaba en ti todos los días, Lauren. Cada vez que tenía un momento y no fueron muchos. Pensaba en ti, no debería haberme ido como me fui.
hizo una pausa para secarse las lágrimas que le empapaban las mejillas
 Es cierto que me necesitaban, pero aun no me recuperaba del viaje anterior y lo note en cuanto llegue. Con tan poca gente trabajando, la situación era casi insostenible, fui una arrogante al pensar que podía cambiar las cosas, si hubiera hecho un poco más de caso a mi cuerpo y menos a mi corazón, no me habría puesto enferma.
Lauren le aparto el pelo de la cara.
 Escucha, lo que hiciste fue lo más generoso y desinteresado que podría hacer nadie, yo no tenía derecho de intentar hacerte cambiar de opinión, no güiste arrogante. De hecho, estoy segura de que cambiaste muchas cosas, seguro que los niños se sintieron mejor teniéndote allí, por cierto ¿algún otro niño o trabajador sufrió fiebres?
 Una niña de unos cuatro años –Camila meneo la cabeza, como si el recuerdo aun le afectase- Pero por suerte parecía estar recuperándose cuando yo me fui.
 ¿Y qué te han dicho los médicos a ti? –tenía miedo de preguntarle por si le daban malas noticias, apenas pudo respirar mientras aguardaba su respuesta.
 Que sufro de agotamiento físico y nervioso, yo no tuve fiebres, pero el calor me quito las fuerzas. Contábamos con muy pocos recursos, así que atender a los niños era más difícil que nunca. Perdí por completo el apetito, lo que empeoró más las cosas, y una mañana me desmayé. Cuando desperté ni siquiera podía levantarme, mis compañeros me dijeron que deliraba y por eso me llevaron al hospital. Pero ya ha pasado, solo necesito descansar unos días y volveré a estar como una rosa.
Lauren no estaba tan segura, tenía ojeras y estaba demasiada pálida.
 ¿Tienes pensado pasar mucho tiempo en Inglaterra? –le pregunto ella con cierto nerviosismo.
 ¿crees que me voy a ir a Portugal dejándote así?
 No lo sé, no tengo ni idea de lo que vas a hacer ¿Cómo voy a saberlo?
 Parece que fueras a llorar otra vez, quizá no te hace bien que este aquí
 No quiero que te vayas –le dijo rápidamente- Seguramente no debería decírtelo porque debes estar harta de mis exigencias, siento mucho haber intentado obligarte a enfrentarte al pasado. Yo no tengo ni idea, a veces pierdo la cabeza y pienso que puedo ayudar a todo el mundo, sé que es una locura –admitió con una tenue sonrisa- supongo que me parezco mas a mis padres más de lo que creía.
 Querer ayudar no es ninguna locura, a mí me ayudaste al hacer que dejara de huir del pasado. No me obligaste a hacerlo, simplemente mi inspiraste, yo quise enfrentarme a mis demonios, ojalá hubiera más gente como tú en el mundo, Camila.
 Ya te he dicho en otras ocasiones que hay mucha más gente así, escucha… sé que estas muy ocupada y seguramente estés impaciente por volver al trabajo y… también sé que te decepcione, pero me gustaría que te quedaras un poco.
Lauren respiro hondo y volvió a acariciarle la cara.
 No tengo ninguna prisa por marcharme, tu no me decepcionaste, estabas cumpliendo con tu sueño y eso es algo contra lo que no puedo decir nada porque me he pasado la vida intentando hacer realidad mis sueños. Pero ahora mismo lo único que me importa es saber que estas bien y, por lo que he visto hasta ahora, no lo estas en absoluto, así que no pienso hacer otra cosa que quedarme contigo hasta que estés completamente recuperada, he reservado una habitación en un hotel cerca de aquí, así que me tendrás a mano siempre que me necesites, pero antes me gustaría hablar con tu padre si fuera posible.
Camila abrió los ojos de par en par.
 ¿para qué?
 Me gustaría que me contase detalladamente lo que han dicho los médicos y recomendarle a uno de mis médicos, si te parece bien, claro.
Camila se dio media vuelta y cruzo los brazos sobre el pecho.
 No hace falta que mi padre te de ningún detalle porque ya te he contado yo lo que me han dicho los médicos, tampoco necesito ver a ningún otro doctor, ya te he dicho que solo necesito descansar.
Había algo más, Lauren se dio cuenta en cuanto la vio darse la vuelta y rehuir su mirada.
 Me estas ocultando algo… ¿Qué es?
 Nada –volvió a sentarse y a apoyar las manos en los reposabrazos.
Afuera seguía lloviendo a cantaros y el viento golpeaba los cristales del vendaval.
 Si no quieres decírmelo, tendré que preguntárselo a tu padre.
Ella volvió a mirarla y no pudo disimular el miedo.
 No hace falta que hables con él, veras… al hacerme las pruebas en el hospital, apareció algo que ninguno esperábamos.
 ¡Por dios, Camila, dímelo ya! No sabes la tortura que me estás haciendo pasar.
La vio llevarse la mano al vientre y de pronto se quedó blanca como la leche, estaba ya cerca de ella cuando se derrumbó en la silla.
 ¡Camila! ¡Despierta! ¡Meu Deus! –se agacho frente a ella y le busco el pulso.
Pero entonces abrió los ojos y la miro con gesto confundido.
 Lauren –murmuro- ¿Qué ha pasado?
 Te has desmayado, Camila, deberías estar en la cama ¡tienes las manos heladas! –se las froto con fuerza.
La cabeza le daba vueltas en busca de soluciones, le daba igual lo que dijera ella, hablaría con su padre, no soportaba la idea de perderla ahora que se había dado cuenta de que no podía vivir sin ella.
 Estoy bien.
 ¡Deja de decir eso porque está claro que no es cierto! –no podía dejar de mirarla por miedo a que volviera a desmayarse- te has llevado la mano al vientre como si te doliera ¿es así, Camila? ¿Qué es lo que te duele exactamente?
A sus labios se asomó una sonrisa
 No me duele nada, solo era una nausea ¿puedes pasarme el vaso de agua que hay en la mesa?
Lauren se lo dio y la observo mientras bebía
 Es normal tener nauseas durante el embarazo –anuncio con sorprendente naturalidad- especialmente en el primer trimestre.
 ¿Qué has dicho?
 Te estoy diciendo que tengo nauseas porque estoy embarazada
Camila vio el asombro reflejado en los rasgos perfectos de su rostro.
Si no hubiese estado tan débil, le habría asegurado que no tenía que preocuparse… no pensaba exigirle que se casara con ella, ni ninguna otra locura, había muchas mujeres en el mundo que criaban a sus hijos solas y eso era lo que aria si ella no quería implicarse.
Se había quedado completamente pálida, lo que le hacía pensar que no le parecía precisamente una buena noticia, Camila lamento habérselo dicho, debería haber esperado hasta tener las fuerzas necesarias para afrontar que no quisiera aceptar la responsabilidad de ser madre…
Unos segundos después, cuando parecía haber asimilado la noticia, Lauren le agarro ambas manos y la miro a los ojos.
 El niño es…
 No te atrevas a preguntarme si es tuya –exploto Camila ofendida.
 No se me ocurriría hacerlo –aseguro ella con una sonrisa en los labios- voy a ser madre.
 Así es ¿te importa?
 ¿Qué si me importa?
 Una vez me dijiste que no tenías ni idea de lo que era ser madre porque no habías contado con ningún ejemplo.
 Es cierto, pero nunca dije que no estuviera dispuesta a aprender cuando apareciera la mujer perfecta.
El corazón le dio un vuelco al oír eso último.
 ¿Yo soy la mujer perfecta?
 Te tenia por inteligente… pero si todavía no te has dado cuenta, supongo que tendré que decírtelo más claramente.
La miro sin decir nada, observando cada rasgo de su rostro, preguntándose como había podido vivir tanto tiempo sin verla, pero aun con cautela.
 Veo que por una vez en la vida te has quedado sin palabras –bromeo Lauren mientras le acariciaba los labios- te amo, Camila, te has convertido en lo más importante de mi vida, en lo único sin lo que no podría vivir. Eres la persona más valiente, cariñosa y leal que he conocido.
Camila tenía los ojos llenos de lágrimas desde que le había oído decir que la amaba ¿tenía derecho a ser tan feliz? Con todo el dolor que existía en el mundo, era increíble tener la suerte de poder disfrutar de tanta felicidad.
 Yo a ti también te amo, Lauren, te quiero más de lo que podrías imaginar y prometo dedicar el resto de mi vida a demostrártelo.
 ¿Estáis ya preparadas para esa taza de té? Tu madre se muere de impaciencia.
Su padre asomó la cabeza justo cuando iban a abrazarse, Camila miro a Lauren a los ojos y se echó a reír.
 Que nos deje solo cinco minutos más –le pidió Lauren al oído, pero antes de que Camila pudiera darle el mensaje a su padre, le dijo- cásate conmigo –y luego la beso apasionadamente.

Un Oscuro Trato (camren G!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora