Capítulo 11

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Él estaba siempre ensimismado en su propio mundo, a nadie le importaba, nadie estaba para apoyarlo, no
había ni una gota de justicia en ellos, nunca se cansaban, lo disfrutaban tanto que no paraban de hacerlo, lo
lastimaban en todos lados, todos eran iguales, no había nadie, siempre tenía que estar solo, él nunca lo hacía, nunca hizo lo mismo, se sentían satisfechos al castigarlo, nadie mostró ni siquiera un poquito de empatía, el siempre era misericordioso pero a nadie le importo, no le traía ningún beneficio, lo aplastan constantemente, el tan débil ni siquiera podía defenderse, tan solo tuvo que soportar el dolor. Ya no resistió y escapó a un lugar vacío y oscuro pero a la vez tranquilo y pacífico igual que él, nadie podía entrar, nadie podía ver semejante
invisibilidad, podía observar todo, ir hacia donde quisiera porque ahora llevaba consigo una protección. Pero aún seguía teniendo esos recuerdos.

El círculo del ermitañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora