Retorno

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Con ésta, es la 4ta vez que muero.

-Ora sí karnal, ssi te pones pendejo te quiebro.
Me dijo el asaltante mientras me apunta una especie de navaja y su compañero me despojaba de mis cosas, estaba tranquilo, no tenía caso resistirse, con esta es la 3era vez que me hacen esto mientras voy al trabajo, pareciera que me estoy volviendo un cliente regular de estos mal nacidos, solo puedo esperar a que me quiten la mochila, que solo contiene mi comida para el turno, mi cartera, que lleva unos $100 y tratan de buscar un celular inexistente.

-¿Ora? - dice el compañero del ratero.

Inmediatamente supe a lo que se refería mientras me revisaba las bolsas del pantalón y la chamarra.

-Si buscas mi celular... Me asaltaron apenas.
Fue lo único que pude decir.
El compañero se me quedó viendo un momento, no dijo nada, solo me golpeó en la cara.

-No te pasess de pendejo ¡eh!
Lo miré con incrédulidad, no sabía porque se había puesto así, me puse nervioso.
-¡No noss quieras hacer pendejos, saka el cel o vass a valer verga!
-Ya te dije... no tengo... me lo quitaron cuando me asaltaron la vez pasada y... y no he comprado ninguno.
Traté de decirlo lo más calmado posible, pero comenzó a darme miedo y tenía ganas de llorar.
-¡Orale jijo de su puta madre, sácalo!
Me levantó el puño para golpearme otra vez.
-No tengo... ¡en verdad!... no tengo.
Comencé a llorar.

Los rateros comenzaron a reirse.
-Va hijo, pero pa la próxima te traes cel o si no te quebramos.
Tomaron mis cosas y se fueron corriendo por un callejón oscuro.

Me quedé ahí, inmóvil, secándome las lágrimas y sintiendome patético.
Al llegar al trabajo reporté lo que me había sucedido.
-¿Otra vez... cuantas veces van ya, 5?
-No... van 3.
Solo vi como suspiraba el encargado de recursos humanos, como fastidiado de lo que me ocurrió.
-Bueno, es una pena, es bueno que estés bien... ¿ya sabes que hacer verdad?
-... sí.

Salí de la oficina, cansado, mis ojos y nariz estaban irritados por haber llorado, antes de ir a seguridad decidí ir al baño para refrescarme un poco.
Por fuera estaba tranquilo, pero por dentro me sentía extremadamente frustrado, irritado, maldecía una y otra vez a esos malditos ladrones que se llevaron mis cosas que me habían costado arduo trabajo, esperaba que les ocurriera lo peor, que estuvieran en la miseria, que se murieran, que desaparecieran de la faz de la tierra.
Mirandome al espejo me sorprendía de lo buen actor que era, no había ni una señal del enojo que tenía por dentro, me mantenía serio y sereno.

Fui a la oficina de seguridad, me encontré con el encargado y al verme a lo lejos pude notar que parecía fastidiado, en cuanto me acerqué puso una sonrisa.

-¿Otra vez? - dijo tratando de sonar sorprendido en cuanto le conté lo sucedido. Yo solo asentí - toma.

Me dieron una hoja que tenía que llenar, poner lugar y hora del asalto, cuantas personas eran y lo que me quitaron, al terminar se la di al encargado quien la inspeccionó.

-No te quitaron el uniforme esta vez, que bueno.
El guardia comprobó que todo estaba bien y guardó la hoja en un folder en su escritorio, ya no tenía nada más que hacer allí, así que solo salí del lugar.

Llegué tarde a mi puesto de trabajo, al verme entrar todos se me quedaron viendo, los rumores se esparcieron rápidamente, hablé con mi jefe y me disculpé por el retraso.

-No te preocupes, estás bien y eso es lo que importa - me tranquilizó mientras sonreía, es un buen tipo.
.............................
-Ora sí karnal, el cel o vales madres.

No había pasado ni una semana y nuevamente me volvieron a atacar los mismos tipos, esto era el colmo.

-Tú sabes que no tengo, hace 1 semana me asaltar....
Recibí un fuerte puñetazo en la cara que me tiró al suelo.
-Assste pendejo.
Y en el suelo me dieron una patada en las piernas.
-¡En verdad que no tengo, no me alcanza para comprarme un celular ahorita!
Les grité frustrado, algo del enojo que sentía se me escapó.
En ese momento recibí un corte en la mejilla
-No te pasess de lanza pendejito, no estamos jugando.
Me quedé en shock, no creí que esos tipos llegarían a tanto, que sus amenazas solo eran para causar miedo.
En ese momento sonó un silbato.
-¡Pelate, pelate!
Los rateros tomaron mis cosas y corrieron desesperadamente, desapareciendo en el callejón de la última vez.

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