I: Diagnostico

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Hawks suspiró tristemente observándose al espejo. Seguían igual que hace dos semanas y no parecían querer mejorar, sus preciosas y rojas alas se habían ido luego de un accidente luchando contra un villano hacia dos semanas. Generalmente no le preocupaba cuando sus alas resultaban heridas en batalla, en dos semanas ya estarían retoñando otra vez pero aquella vez, no daban señal de querer regresar, trató de moverlas pero los cartílagos solamente le empezaron a doler.

En el hospital le habían dicho que no tenía que preocuparse por nada pero no estaba ahora muy seguro de aquello. Se volvió a poner el suéter encima pasando sus dañadas alas a través de los agujeros con cuidado y se fue a acostar en el sofá, lo habían dejado ausentarse de sus deberes públicos hasta que recuperase las plumas eso en cierta parte le gustaba pero sin sus alas se sentía ligeramente vacío.

Esa noche se quedó dormido en el sofá llorando por querer sus preciosas plumas de regreso, sentía que había perdido una parte importante de él mismo.

Dos semanas más habían transcurrido y nada parecía mejorar para el ex-emplumado.

Se pasaba los días revisándose en el espejo cada cinco minutos si algo había cambiado, pero solamente seguía viendo las mismas vendas que le protegían las heridas de los cartílagos. Se olvidaba de comer muchas veces y se quedaba dormido en las noches llorando desconsolado por sus alas, tampoco estaba saliendo a la calle para nada, gracias a ello estaba más pálido de lo que ya era.

Estaba recostado del sillón gimoteando hecho una bola entre una sabana que lo abrigaba ya que no tenia plumas que lo hicieran cuando el timbre del departamento tintineó llamándole la atención. Se preguntaba quién podía ser.

Arrastrando los pies por el departamento caminó lentamente mientras pareciera que del otro lado de la puerta fuesen a reventar el botón del timbre. Cuando abrió la puerta del otro lado encontró a su héroe preferido. Endeavor.

—¿Qué? —masculló de mal humor sorbiéndose la nariz.

—¿Cómo que qué? Ten algo de respeto, mocoso —le reprochó el mayor viéndolo mal. El rubio frunció el ceño—. Vine a ver cómo estabas, hace tiempo que no sé nada de ti y pues...los niños te enviaron regalos.

Levantó la bolsa en su mano y le enseñó los regalos que le habían enviado Shoto, Katsuki e Izuku.

—¿Acaso estabas preocupado por mí, flamitas? —intentó bromear pero la sonrisa que esbozó le salió más bien como una mueca fea.

—Más bien ellos y me obligaron a ver si estabas vivo aún —reprochó abriendo la puerta a la fuerza y entrando—. Mirko también me llamó porque no le respondes las llamadas.

—Ah, si, dejé de cargar mi celular hace una semana —respondió el rubio frunciendo los labios—. No me he sentido bien.

Enji dejó la bolsa sobre la mesa y observó el lugar. Estaba todo desordenado, los platos estaban acumulados sin lavar, la ropa estaba tirada en el suelo y envases de comida instantánea se amontonaban en la sala. El estado físico del dueño del departamento tampoco era el mejor, tenia ojeras debajo de sus amielados orbes, los pómulos se le marcaban, el cabello lo tenía hecho un nido de pájaro, se notaba que no se había molestado en afeitarse en días y pareciera que la ropa le quedaba más grande. Un asco.

—Bueno, ya viste que sigo respirando...desafortunadamente —murmuró lo ultimo—. Ya puedes irte, gracias por venir, adiós.

El pelirrojo entornó los ojos hacia el rubio. Él nunca actuaba tan desinteresado, generalmente siempre le estaba brincando encima, haciéndole piropos tontos y bromas poco chistosas. Se quitó la chaqueta y la dejó sobre una silla.

𝓑𝓾𝓻𝓷𝓲𝓷𝓰 𝓕𝓮𝓪𝓽𝓱𝓮𝓻𝓼🔥 【 Endehawks 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora