PRINCESA CLANDESTINA

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Yulia se encontraba de pie sobre el balcón de la lujosa habitación admirando la impresionante y hermosa vista de toda la ciudad de noche en San Petersburgo, había pasado casi toda la tarde observando a su hermosa princesa cabalgando y saltando sobre unos obstáculos que lucían muy difíciles desde su punto de vista, sin embargo el que ella creyó era su entrenador no la perdía de vista y le ayudaba a que ésta pudiera realizarlos haciéndolos lucir como algo muy sencillo.

Elena cabalgaba con mucha gracia y elegancia y se veía tan pero tan hermosa que la morena había estado tan fascinada y embelesada viéndola practicar, que no había sentido el paso del tiempo y cuando se percató ya estaba a punto de oscurecer.

Su hipnosis viendo a la princesa de sus sueños había sido tan profunda que ni tan siquiera se había percatado que la otra princesa Anastasia había estado observándola detenidamente todo el tiempo, llamándole mucho la atención la expresión de su rostro al ver a su hermana menor cabalgando en los enormes jardines del palacio.

De pronto la puerta de su habitación se abrió dando entrada a la joven Marina quien iba llegando con una bandeja de plata y sobre ella una vajilla de porcelana muy fina.

Y: ohhh, ¿ya es hora de cenar?

M: si señorita, le traigo pato asado con guarnición de verduras, pan con ajo y fruta en miel, también le dejare té para después de la cena y antes de dormir.

Y: muchas gracias, debiste haberme avisado para bajar a cenar.

Marina sonrió y negó al mismo tiempo "Lo siento, las visitas del Zar solamente acompañan a la familia imperial cuando él lo autoriza y tampoco están autorizadas para cenar con nosotros que somos la servidumbre, por lo cual tenemos órdenes estrictas de traerle la comida directamente a la habitación".

Y: ¡¡¡oh!!! Lo siento, no sabía que fuese así.

M: no se preocupe señorita y le deseo muy buen provecho y muy buena noche, ¡¡¡ahhh!!! lo olvidaba, mientras estaba afuera le traje su ropa ya limpia y también coloqué otros vestidos que me ordenaron que le buscara para que pudiera cambiarse.

Yulia sonrió de oreja a oreja al pensar que por fin podría quitarse esa vestido infernal que sentía que la estaba volviendo completamente loca, finalmente le agradeció a la joven criada y se despidió antes que ésta saliera, luego se cambió y por último se dispuso a tomar su cena en una mesa y silla que databan del siglo pasado y que estaba acomodada en una de las esquinas del enorme cuarto.

Cuando terminó de comer decidió salir a caminar al hermoso y fabuloso jardín del palacio, ahí empezó a admirar la noche y las estrellas, fijó su mirada en la luna que brillaba en todo su esplendor y en un abrir y cerrar de ojos empezó a sentir el aire un poco más helado de lo normal por lo cual decidió regresar al cuarto.

Yulia empezaba a caminar de regreso al palacio cuando en la oscuridad vio una silueta corriendo pero de manera muy sigilosa, como a unos 50 metros de dónde ella se encontraba y que la misma oscuridad se estaba empeñando en ocultar, la silueta era oscura e iba envuelta en una capa de color negra que se confundía con el entorno, agudizó lo más que pudo su visión y entonces en un rayo de luz que brindaba la imponente luna esa noche y que pegaba en una de las tantas fuentes que adornaban el lugar, dio paso a que pudiera ver con claridad un riso de color rojo que se había escapado por fuera de la capucha con la que había cubierto su cabeza, al instante dijo en susurro "Elena", ahí no lo pensó más y decidió seguir a la princesa traviesa, volvió su vista hacia todos lados para verificar que nadie las estuviera siguiendo y se dedico a seguir sus pasos.

Vio como la princesa iba directamente al establo y buscaba a uno de los tantos caballos que estaban ahí, esta vez había elegido a uno de color castaño y que por ende no era su grandioso Apolo, la morena al ver hacia dónde se había ido la princesa corrió y buscó otro animal que pudiera montar, se subió a él lo mas rápido que pudo aunque con un poco de esfuerzo ya que había montado solamente dos veces en toda su puta vida, sin embargo el seguir a su preciosa princesa era lo único que le importaba en ese momento, agradeciendo infinitamente que ya la joven Marina había llegado con su propia ropa en horas de la tarde, ya que el vestido con el que había pasado casi todo el día la hacía sentir incómoda.

UNA HISTORIA DE AMOR SIN TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora