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YA ERA SEMANA SANTA y papá me dejo quedarme con mi tío. Cada vez que voy a Azkaban tengo 20 minutos para hablar con Sirius mientras me peina y cuenta fabulosas historias de su adolescencia con mis padres y mis padrinos acompañadas con galletas de chocolate, sus favoritas.
—¿Lista pequeña Morgana?
—Lista.
—No te comas las galletas en el camino.
—No prometo nada.
Estabamos ya enfrente de Azkaban y nos detuvimos al ver a unos Aurores.
—Hola chicos que buenos que nos volvemos a ver.
—La canasta dejame revisarla—Le quite la tapa: las galletas, servilletas y un paquete de ligas de tela se hicieron presentes.
—Solo la niña va a pasar.
—Si, si yo la espero aqui.
El Auror me escolto por los pasillos del lugar, en ellos se escuchaban los gritos de los prisioneros que de apoco sucumben a la locura.
—¿Y tu a cual pobre alma bienes a ver niña?
Una cansada voz nos paro, un anciano cuyos ojos reflejaban arrepentimiento de toda accion cometida antes de su encierro, lucia agotado y desnutrido.
—A mi tío señor.
—Que suerte tiene tu tío al ser visitando por un alma tan pura, yo perdi a todo por la ambición.
—Sigamos jovencita.
—Espere un momento—Tome una servilleta para agarrar una galleta y dejarla en el frio suelo de la celda del anciano—Espero que no sea alérgico al chocolate—Y seguimos el camino a la celda de mi tío.
—Black tienes visitas.
—¡Sirius!
—Ay lunatica, viniste.
—Y traje ligas.
...
Sirius estaba haciendome dos trensas en mi cabello atraves de la celda contandome otra de sus increíbles aventuras como merodeador, preguntando por mi padre y la escuela.
—¿Y Atria esta bien?
—Si, la podria considerar mi mejor amiga, es una bala, se nota que es de tu familia.
Se hizo un silencio incomodo ya que a Atria su familia le a ocultado muchas cosa eso me hace sentir culpable porque se más cosas que ella misma, y me hace sentir culpable ya que lo unico que me liga a Sirius es su vieja amistad con mi padre.
