Negociación

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Hiyo salió del área de descanso y una vez fuera pensó claramente en su próximo movimiento, debía deshacerse de la mujer que intentaba destruir su familia, era una mala mujer que no sabía hacer otra cosa que mentir e inmiscuirse en la vida de los demás. Sin pensarlo dos veces llamó al elevador esperando no encontrarse con sus padres, otras personas a su lado también esperaban subir, así que cuando la campana del ascensor sonó anunciando que ya se encontraba ahí, ella se apresuró a entrar. Observó con cuidado a las personas junto a ella, analizándolas con cuidado, no se podía fiar de nadie sin un buen motivo, por lo que, cuando decidió que aquel hombre trajeado detrás de ella era su mejor opción se armó de valor para hablarle directamente y sin dudar, pues si dudaba un poco su misión podría llegar a fracasar y se convenció a sí misma de adoptar un poco el carácter de Yokozawa para hacerse notar de manera firme y resolutiva, tal como él lo hacía en una cuestión de negocios.

—Buenas tardes señor, me dirijo hacia la oficina de presidencia, ¿podría ser tan amable de indicarme el camino a seguir, por favor?

Aquel hombre la miró alzando una ceja incrédulo, pero luego se agachó un poco a mirarla y sonrió— la oficina del presidente eh, ¿Tienes una cita? Porque solo así puede recibirte el señor...

—Ah... Sí, tengo una cita con él hoy— mintió, ofreciéndole una dulce sonrisa.

Aquel hombre pareció relajarse y se enderezó en su sitio.— Bueno, para tu buena suerte yo iré para allá en este momento, así que te puedo guiar hasta allá.

—¿De verdad? ¡Muchas gracias!— parecía feliz, las personas alrededor parecías sorprendidas, pero Hiyo no les dió importancia, se paró firme, como si se tratara de una pequeña empresaria que iba a hablar de negocios, negocios importantes.

La gente iba bajando poco a poco hasta que al final solo quedaron ellos dos en el ascensor y llegaron al último piso. Cuando las puertas se abrieron aquel hombre invitó a Hiyo a seguirla, la pequeña observó como en aquel lugar los escritorios estaban más separados unos de otros, las oficinistas eran algo más serias y saludaron al hombre con una pequeña inclinación de cabeza. Al final del pasillo logró visualizar una puerta grande con una placa que decía “presidencia”.
De repente se puso un poco nerviosa, pero una secretaria la miraba con intriga, entonces hizo lo posible para empujar sus nervios fuera de ella y siguió caminando. Aquel hombre abrió la puerta y la invitó a pasar, la oficina era grande con dos escritorios algo separados y una hermosa planta como decoración, escuchó la puerta cerrarse detrás de ella y dió un pequeño brinco, no había nadie allí, cuando se giró a ver al hombre que la había llevado hasta allí lo vió caminar hasta el escritorio del centro, dejó su maletín a un lado y se sentó.

—¿Y bien? ¿Qué es lo que busca una pequeña criatura de mi?— preguntó mirándola directamente.

Hiyori no pudo evitar el respingo que salió de sus labios ante la sorpresa, sintió sus mejillas arder un poco, pues había mentido al hombre frente a ella desde el principio, seguro que lo sabía, así que de pronto se sintió mucho más pequeña de lo que era, estaba asustada... Un poco.
Ahora entendía las expresiones de extrañeza de las personas que se encontraban en el ascensor... Y los murmullos, ¿se habrían estado riendo de ella todo el tiempo?

—No te preocupes, que no estoy molesto, imagino que debes tener tus razones, así que dime porqué me  buscabas, escucharé todo lo que tengas que decir.— no quería asustarla por lo que hablaba de forma casual con ella, muy poco formal, le indicó sentarse en la silla frente a él, una vez que estuvo allí sentada los nervios la invadieron nuevamente, pues rara vez trataba con otros  adultos, solo eran sus padres, los profesores y los padres de sus amigos, eso sin contar que sentía como aquellos zafiros azules la traspasaban, casi sentía que no había necesidad de hablar, como si aquel hombre fuera capaz de leer todos sus pensamientos, y en ese momento quedarse callada le pareció la mejor idea.
La puerta fue abierta de forma inesperada y Hiyori pensando que se trataba de sus padres volteó el rostro deprisa, sólo para encontrarse con un castaño alto y serio, Hiyori pensó, acertadamente, que el escritorio extra pertenecía a aquel hombre

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