— ¿Me harías el honor de ser mi esposa?
Leo el papelito en mis dedos y una risita escapa de mis labios.
No quisiste ser mi novia, pero serás mi esposa. Dime que sí.
Me pongo de pie y asiento varias veces.
— ¿Eso es un sí? — susurra como si no lo creyera.
— Si Keylan, es un sí. — la sonrisa que me lanza es inigualable y la guardare para siempre en mi memoria, con sus ojitos llenos de lágrimas y el viento despeinando su pelo.
El saca el anillo del caracol y lo pone en mi dedo anular, es una piedra hermosa y mi favorita. Siete amatistas rodeando el anillo de oro. Siete diamantes encantadores, tan simples, pero tan brillantes. Él pone un beso sobre el anillo y se pone de pie rodeándome con sus brazos, mis labios encuentran los suyos y apenas podemos besarnos con la sonrisa que tenemos en el rostro.
Escucho aplausos y vítores. Él se separa tomando mi rostro en sus manos.
— Te amo, te amo y soy el hombre más feliz del universo por tenerte. — Levanta la mirada a las demás personas y grita — ¡Dijo que si!
Veo que la camarera se acerca con un ramo de tulipanes morados y un libro blanco.
Keylan me invita a sentarme, acercando su silla a la mía. Tomo las flores y el me mira embobado, y sé que yo lo miro igual. Tomo el libro y en la portada solo hay detalles en dorado, sin letras ni nada. Al abrirlo lo miro más confusa, solo tiene un bolígrafo dorado con mis iniciales.
— Sé que te expresas mejor con las letras, por lo que deseo que te comuniques conmigo de la forma que mejor te parezca. Si algo te emociona, si algo te molesta, si algo te angustia y no sabes cómo decirlo solo plásmalo aquí. No quiero que nada se interponga en nuestra felicidad, ni siquiera tu cabecita. — asegura. Lo miro con todo el amor que le tengo y me inclino para abrazarlo, el me responde el abrazo con ternura y mimo. En ese momento llega la comida y brindamos con agua de Jamaica.
Al terminar nuestro almuerzo/compromiso la camarera le entrega la cuenta junto con su celular a Keylan, este solo me guiña un ojo y me lleva a caminar por la playa, mis tacones dentro de mi cartera al igual que sus zapatos.
Cuando vamos bien alejados del restaurante él se pone detrás de mí cubriendo mis ojos con sus manos.
— Shh tranquila, no arruines la sorpresa. — sigue caminando un poco más y luego susurra en mi oído provocándome escalofríos. — voy a tomarte en brazos para que no te vayas a caer, pero si abres los ojos te castigare.
Eso que ustedes sintieron yo lo sentí pero triplicado.
Cuando sus brazos me envuelven y mis pies dejan de tocar el piso escondo mi cara en su garganta, disfrutando su olor. Lo siento detenerse y bajarme por su cuerpo.
— Esto es algo que escogí hace unos días, aún no está lista pero quiero que tu decidas si te gusta o no. Es mi promesa para ti. Abre los ojos.
Frente a mi hay una casa hermosa, en el porche un columpio blanco de madera con vista a la playa. La casa es blanca, con toques azules. El frente es de madera con una galería amplia decorada con muebles en ratán. Varias plantas decoran los alrededores, y tres escalones dan la entrada a la casa, rodeados de tulipanes morados. Mi corazón palpita fuerte. Keylan me toma de la mano y abre la puerta, mostrándome un lugar pequeño, hermoso y acogedor.
Dentro está decorado en blanco, azul y colores beige. Muchas cosas que decoran con motivo costero. Al entrar la salita y el comedor dan la bienvenida, una barra divide la cocina de la sala. En la pared una puerta da entrada a un pasillo corto con tres puertas. Abro la del frente y es un baño pequeño pero funcional, a abro la puerta de la derecha y me giro a Keylan, quien me mira con una sonrisa en el rostro. Una cuna blanca pegada a la pared sobre una alfombra blanca, con la almohada más pequeña que haya visto, las paredes decoradas con nubes de diferentes tamaños y tonos desde el azul cielo al gris oscuro de las cuales bajan luces simulando gotitas de agua. Una mecedora en madera clara al lado de una ventana corrediza cubierta por cortinas grises transparentes, que al salir da acceso a un balcón en el que apenas cabemos ambos rodeado de plantitas y varios cojines en el piso para sentarse. Frente a la cuna un cambiador con cajones. Y un armario pequeñito con perchas igual de pequeñas.
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Detrás de mi
Misterio / SuspensoLEER PRIMERO DETRÁS DE TI. Segunda parte. La vida de Aysel da muchos cambios, pero no es nada en comparación a lo que le espera. Secretos bien guardados, traiciones dolorosas, muerte y un renacimiento. Son algunas de las cosas que vivirás en esta av...