Capítulo 5

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Al día siguiente cuando despertó con una ligera resaca, no encontró a nadie más en su habitación. Se había traído a Roy consigo para que no se le ocurriera aparecerse en su casa ebrio, porque de seguro sus padres lo matarían. Barry esperaba que al recuperar ambos la sobriedad pudieran hablar de lo sucedido y arreglar cualquier tipo de mal entendido que se pudiera haber creado. Porque eso era justamente lo que había sido; un mal entendido. Realmente no podía creerse enamorado de la misma persona que su mejor amigo, ni mucho menos por un par de charlas inocentes y uno que otro beso que habían compartido la noche anterior. Tomó el móvil y trató de llamarlo pero al parecer se había quedado sin batería en algún momento de la noche. Simplemente genial.

La fiesta realmente había sido toda una locura. Se pasó todo el día pensando en la sensación de tener los labios de Oliver sobre los suyos. De lo muy a gusto que se había sentido el estar debajo de su cuerpo. Incluso se encontró repitiendo una y otra vez lo que él le había dicho; que aquello era más que un reto para él. Si es que el alcohol no le había producido alucinaciones podría decirse que su amor por el nuevo era correspondido. ¿Correspondido? Hace nada juró no sentir nada por el chico nuevo. No sabía si aquello era bueno o malo, considerando que lo más probable era que Roy le pidiera que no vuelva a acercarse a Oliver nunca más. Era lo más lógico. Conocía a su amigo mejor que nadie y sabía no lo dejaría pasar tan fácil.

El lunes decidió ir al colegio más temprano de lo normal para no cruzarse con nadie en el camino y así poder esperar por Roy en el pasillo donde solían juntarse a holgazanear. No sólo esperó hasta que sonó la campana de clases sin haber podido saber nada de su amigo, sino que tuvo que lidiar con cada una de las miradas y risitas que le daba cada estudiante que pasó por su lado. Al parecer, se había esparcido el rumor de lo que había sucedido el sábado por la noche. Maravilloso.

La última campana retumbó con fuerza, por lo que se apresuró para llegar a tiempo aunque le fue imposible, ya que alguien tiró de su brazo en cuanto pasó por la entrada del baño y lo metió dentro de unos cubículos: no tuvo que levantar la vista para saber de quién se trataba. Tampoco es que se animara a hacerlo. Se sentó sobre la tapa cerrada y miró al frente, arrepintiéndose al instante porque su cabeza quedaba a la altura de la cintura baja del mayor. Sintió las mejillas arder y terminó apartando la vista. Tonto Barry.

Sabes que tenemos que hablar, ¿cierto? –Preguntó con firmeza la voz de Oliver. Un escalofrío le recorrió el cuerpo de los pies a la cabeza al escucharlo tan cerca.-

¿Hablar de...? –Se sentía estúpido al preguntar lo obvio, pero realmente preferiría que el inodoro se lo tragara antes de tener que hablar del estúpido reto.- Mira, no tienes por qué molestarte en aclarar nada... Todo el mundo estaba ebrio y se nos fue de las manos.

¿Se nos fue de las manos? –Repitió, molesto.- ¿Acaso no me escuchaste decir que para mí no había sido un simple reto? Estuve deseando besarte desde el momento en el que te vi en el vecindario, unos días antes de empezar las clases. –Oliver tomó con suavidad el mentón de Barry y levantó su rostro, deseando que éste le correspondiera la mirada. Tenía que creerle ahora que por fin estaba siendo sincero respecto a cómo se sentía por el menor. Se inclinó, acortando la estúpida distancia que aún los separaba.- Casi tanto como estoy deseando besarte justo ahora. -Terminó admitiendo, dando un paso al frente.-

Barry mordisqueó sus propios labios, casi anticipando aquel beso. Se atrevió a mirarlo a los ojos, estremeciéndose imperceptiblemente al notar la calidez con la que éstos brillaban al hablarle. Su mejor amigo casi logra colarse en sus pensamientos, pero lo empujó con fuerza hacia el rincón más oscuro de su cabeza. Luego lidiaría con ello cuando llegara el momento. Ahora sólo podía pensar en lo cerca que estaban el uno del otro y decidió mandarlo todo a la mierda, una vez más.

Casi podría jurar que sus bocas se encontraron a mitad de camino, pero no estaba del todo seguro. Gimió al sentir nuevamente aquellos labios que al parecer, había extrañado más que a cualquier otra cosa en toda su vida. Dejó que sus delgados dedos recorrieran el cabello claro y tentado a tirar de éstos, así lo hizo. A Oliver aquello no le molestó, sino que al contrario, le sirvió de incentivo para pegarlo con fuerza a su cuerpo. Ambos se estaban devorando con el mismo deseo que dos amantes sentirían al reencontrarse luego de meses sin poder tocarse.

Las manos firmes de Queen aflojaron la corbata del uniforme ajeno, abriendo un camino que sus labios supieron recorrer a la perfección. 


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⏰ Última actualización: May 29, 2020 ⏰

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