Capítulo 2

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Por fin se detuvo el tren en la estación. Durante el trayecto se había llenado mi vagón y tuve que escuchar conversaciones de niños que no me interesaban en absoluto, pero nadie me hizo caso, así que yo seguí haciendo lo mío.

Cuando bajé del tren ya había desaparecido casi todo el mundo, a excepción de un chico rubio que salió de allí a la vez que yo y se dirigió a un carruaje llevado por thestrals.

Lo seguí porque supuse que era la manera de llegar al castillo, y me subí con él.

No dijo una palabra, y lo agradecí, no me apetecía conversar con nadie, así que saqué mi móvil y aproveché para hacer fotos al paisaje.

-Qué es eso? Eres una sucia Muggle?- preguntó el chico con desprecio. Reconocí su voz. El chico Malfoy. Sonreí

-Los...muggles, como tú los llamas, son mucho más limpios que tú- dije y utilicé un conjuro rápido (del tipo de magia heredada de mi abuela) y lo dejé completamente sucio. Puse una mueca de asco y me tapé la nariz mientras lo señalaba.

Él abrió los ojos sorprendido y de pronto puso expresión de furia mientras sacaba su varita.

-Relájate- le dije mirando por la ventana- solo he contestado a tu ofensa. Estamos empate

-No eres más que una asquerosa sangre..- empezó a decir con desprecio, pero levanté el dedo mientras lanzaba un conjuro de silencio.

-Callado estás mejor- dije y luego conjuré una barrera invisible, por si le daba por atacarme. No me aparecía tener que pelearme con las manos.

Seguí mirando la ventana con tranquilidad mientras él se movía exageradamente y enfadado, intentando hacer sonidos audibles, hasta que se lanzó, como yo había previsto, sobre mí y chocó con la pared invisible, dejándolo aún más desconcertado y enfadado.

-Si te relajas y dejas de insultar, te dejaré hablar de nuevo

Me miró enfadado pero asintió. Puse los ojos en blanco por su actitud, se notaba que tramaba algo, pero aún así le hice hablar.

-Antes de que vuelvas a utilizar tu recuperada voz te diré algo, no me gustan los insultos, los desprecios y lis problemas, así que ahórrate todo eso. Solo quiero graduarme en paz.

Pareció pensarse qué decir antes de hablar

-Cómo has hecho esto?- preguntó acercándose con cautela a la pared invisible y tocándola.

-No es algo que tú pudieras llegar a hacer nunca, así que no tiene sentido que te lo explique- dije.

-Por qué no podré?- dijo molesto- piensas que soy idiota?

-Lo pienso, pero no tiene que ver con la inteligencia.- dije sonriendo

-Y con qué tiene que ver?

En ese momento se paró el carruaje, quité la barrera y salí. Una vez en el suelo me giré para contestarle.

-De verdad crees que te lo contaré?- y me fui riendo hasta la puerta.

Allí me topé con un hombre con cara de pocos amigos, que estaba revisando a los que entraban.

Me dejé revisar y entré.

En la entrada una señora con aspecto severo, nariz puntiaguda y gafas redondas se me acercó molesta

-Señorita Mikaelson, tenía que haber llegado antes. La ceremonia va a empezar.

-Qué ceremonia?- pregunté

-La de selección de casa. Venga

Empezó a andar a toda velocidad y yo iba detrás de ella. Entramos entonces en el gran comedor, que era tan y como el libro lo describía. Sonreí. Era increíble.

Me llevó con un montón de niños pequeños, seguramente de primer año, y me hizo esperar.

Me sentía tremendamente observada, era la única adolescente entre tanto chiquillo, y mi objetivo era pasar desapercibida. Objetivo fallido

-Hope Mikaelson- me llamó la profesora. Me puse en el taburete en el que se habían estado sentando los niños y me puso el gorro.

-Oh, madre mía, tenemos una criatura extraordinaria. Tienes un gran corazón, y mucho dolor, no hay duda, tú vas a GRYFFINDOR! - gritó el sombrero seleccionador.

Me fui a sentar con los que serían mis compañeros de casa ese año y me sorprendió ver que ahí estaban los dos amigos de El Elegido, que se acercaron a saludarme

-Hola, yo soy Hermione, eres de América, verdad? Qué tal es todo allí?

-Bien- dije escueta. No quería hacer amigos, no quería tener que proteger ni ser protegida por nadie, quería vivir mi vida sin causar más problemas.

-Yo soy Ron Weasley, encantado.

-Perdonad, pero me gustaría cenar en silencio- dije

Ron puso mala cara, pero Hermione puso cara de condescendencia

-No te preocupes.- dijo ella y se fue con Ron.

Tomé mi cena en silencio, notando las miradas de todos los de la mesa, y agradecí que Harry Potter apareciera tarde y con la nariz rota, ya que la atención terminó llevándosela él.

Cuando terminó la cena nos mandaron a dormir, así que seguí a los que pertenecían a la misma casa que yo hasta dar con los dormitorios.

Cuando llegué me topé con una Hermione cautelosa

-Al parecer estas en el cuarto con Parvati, Lavender y conmigo, te enseño dónde?- preguntó

-Claro- dije y la seguí.

Subimos las escaleras y llegamos hasta los dormitorios, en una de las puertas ponía mi nombre junto con el de ellas.

Al entrar había 4 camas, todas decoradas con los objetos de cada una. Incluso mi cama estaba decorada tal y como yo misma lo habría hecho. Definitivamente ese castillo era una pasada.

-Gracias Hermione- le dije sonriendo.

-De nada, si necesitas algo puedes preguntar cuando quieras.

Asentí sonriendo. Una cosa era no querer hacer amigos, y otra no saber ser agradecida. Ante todo educación.

Me tumbé en la cama después de deshacer las maletas y me quedé dormida en seguida.



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