Capítulo 3

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Me desperté despejada al día siguiente. Eran las 6 de la mañana, y hasta las siete no ponían el desayuno, así que decidí ir a entrenar, para calentar un poco, no sin antes hacerme invisible con un conjuro (conjuro la magia de los Mikaelson, hechizo magia de harry potter)

Busqué una zona tranquila y cree un par de golems contra los que luchar.
Haría ruido, pero dudaba que nadie pasara por ahí.

Después de entrenar durante una hora fui a ducharme y desayunar. En la entrada al gran comedor estaba la misma profesora del día anterior repartiendo los horarios de clases, que empezaban esa misma mañana.

-Señorita Mikaelson, buenos días. Aquí tiene su horario y el mapa del colegio para que no llegue tarde a ninguna clase.

-Gracias- dije cogiendo ambos papeles y entrando al comedor, me senté a desayunar y leí el horario.

Las clases empezaban a las 11, por ser el primer día, y empezaban con pociones, dos horas, con Slytherin. Luego de comer tocaba Herbologia dos horas con Hufflepuff. Y para finalizar dos horas de DCAO con Slytherin otra vez.

Terminé mi desayuno y me fui a dar una vuelta por los alrededores del castillo para pasar el rato.

Salí fuera a pasear mientras disfrutaba del sol. Cerré los ojos para absorber toda la vitamina C que pudiera, pero solo provocó que chocara contra alguien.

-Joder!- exclamó el tal Malfoy.- siempre estás en los peores momentos?

-Siempre te la pasas insultando?

-No tengo tiempo para discutir contigo- dijo y se marchó rápidamente

-Por qué estás siempre tan enfadado? Los demás no tenemos la culpa se tus malditas desgracias!- le grité mientras se alejaba

Eso le hizo parar y volver aún más enfadado hacia mí

-Tú no sabes nada, asquerosa sangre..

-Eh! Cuidado con lo que dices, podría ser lo último- le advertí. Él se mordió la lengua y se calló

-No sabes nada de mí, no sabes nada de mi vida. Piensas que todo es color de rosa? Algunos tenemos vidas oscuras, bonita- dijo con sarcasmo

Él se pensaba de verdad que lo que fuera que estaba viviendo era oscuro? Que un tipo cualquiera amenazara a su familia era malo? Ese Voldemort era un inocente corderito comparado a la oscuridad a la que yo había tenido que enfrentarme, y este inútil no iba a menospreciarme

-No tienes ni idea de la mitad de oscuridad que existe en el mundo. - dije acercándome amenazante - que Voldemort es malo con tu familia? Me río de eso, imbécil- dije enfadada - no sabes nada.

Fue a cogerme para agredirme físicamente, ya que estaba demasiado cerca para sacar la varita, pero yo estaba entrenada y le hice una llave que lo tumbó en el suelo.

Él se quedó atónito por lo que había hecho y me miró con preocupación.

-Solo eres un cobarde- le dije y me marché dejándolo tirado en el suelo.

Caminé hasta el castillo y cuando nadie me vio me hice invisible con un conjuro para que no me abordara nadie. Me apetecía estar tranquila un rato, así que me fui al séptimo piso y busqué una sala que estuviera vacía y sirviera para esconderme de todo. Después de un par de vueltas apareció una y entré. Me sorprendió ver cantidades industriales de objetos. Montañas y montañas de cosas que seguramente habían estado escondiendo allí desde hacía cientos de años.
Recorrí los pasillos del lugar mirando los objetos que había, preguntándome qué tendrían para haber sido abandonados.
Al cabo de un rato noté una sensación extraña. Mala. Oscura. Me acerqué al lugar e identifiqué el objeto.

Una diadema.

Era una diadema con brillantes azules muy bonita, pero tenía mucha oscuridad en su interior. Algo tan oscuro había que destruirlo, no podía estar ahí, así que la cogí y me la llevé.

Decidí que lo más sensato era avisar al director, según pude apreciar por la correspondencia que mantuve con él, es que era alguien de fiar. Además, por querer hacer cosas por mi cuenta, siempre habían habido heridos y problemas, mejor contar con la experiencia de ese hombre tan viejo.

Salí corriendo de la sala y fui hasta el despacho del director.

-Señorita Mikaelson, qué la trae por aquí?- preguntó sonriendo el director, que venía seguramente de desayunar y se dirigía a su despacho

-Algo bastante serio.- dije - podemos hablarlo en su despacho

-Indudablemente- dijo poniéndose serio.

Dijo la contraseña y entramos al despacho

-Dígame, qué es eso tan serio?

-Verá, he ido a esconderme un rato de todo el mundo en el séptimo piso, y he dado con una sala repleta de objetos- dije

-Ah, sí, la sala de los menesteres, muy útil- dijo jovial

-Ahí dentro había un objeto oscuro- dije- Esto- le mostré la diadema que tenía en la mano - No sé qué contiene, pero es algo malo. Ya he tratado con la oscuridad demasiadas veces, y no la quiero cerca.

El director se acercó a mí rápidamente y me la quitó de las manos. Ya no había rastro de jovialidad en su expresión, solo preocupación y miedo.

-Sabe lo que es- le dije, y en ese momento noté que la diadema no era el único objeto oscuro.

-Lo sospecho- contestó dejando la diadema en su mesa

-Está intentando destruirlo?- pregunté señalando el anillo que tenía puesto en la mano

Él me miró perplejo

-De verdad puedes notar la oscuridad en él?

-Usted no puede? - pregunté y él negó

-No sin haberlo tocado, y aún así lo que percibo no es oscuridad, es incomodidad.

-Yo que usted me alejaría de eso, no debería tenerlo tan cerca, escóndalo en un armario que bloquee su poder- le dije

-Necesito destruirlo, es vital su destrucción.- dijo

-Puedo ayudarlo- me ofrecí. No tenía nada que perder, y ya estaba acostumbrada a la oscuridad.

-Solo eres una niña-dijo

-Y qué?- le pregunté- me he enfrentado a cosas peores.

-Puede que sí puedas serme de ayuda.

-Genial- dije sonriendo y luego miré mi reloj- será hora de que me vaya a clase, no quiero hacer enfadar al profesor Slughorn. Hasta luego.

Se había creado un propósito para ese año. Destruir ambos objetos oscuros. Eso iba a ser divertido.

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