Lazos de amistad

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El avión en el que Alex viajaba entró en el espacio aéreo de Suiza a las 5 y media de la tarde, según decía el reloj del pelinegro.
Suspiró y miró por la ventana, uno de sus mejores amigos aguardaba en suelo suizo. Michael Jones, o Miki para los amigos, se ganaba la vida enseñando Historia en un instituto de Berna. Sin embargo, y según experiencias del propio Alex, también es un usuario Stand formidable.
Alex no lograba recordar la última vez que vio a Miki librar un duelo de Stands. Sin embargo, sí recordaba una cantidad imposible de puñetazos en rápida sucesión. De seguro su ayuda sería un gran apoyo para la pequeña cruzada de Jocelyn. Había pensado largo y tendido sobre la joven Joestar, sobre las implicaciones de la misión que iba a llevar a cabo y la posibilidad de que Alex muriera en el proceso.
"No importa", se decía cada vez que pensaba en eso. "Todos morimos algún día."
Con ese pensamiento en mente, el pelinegro se colocó las gafas y escuchó la megafonía que avisaba que de un momento a otro iban a tocar tierra en Suiza. Contrariamente a sus expectativas, Alex tocó tierra en el país alpino con toda tranquilidad. Al otro lado del aeropuerto, ataviado con gabardina y sombrero marrones, aguardaba Miki.
-¡Pero bueno, tío! ¡Cuánto tiempo! Qué, ¿todo bien?- preguntó el hombre de tez oscura, quitándose el sombrero.- Madre mía, has crecido y todo.
-Jaja, muy buena.- respondió Alex con algo de sorna. Miki le sacaba como una cabeza, y siempre que podía se lo recordaba.- Aquí andamos, liados con el curro.
-Haha, ya sé yo cuál es ese "curro".- adujo Miki, sonriendo.- Bueno, creo que venías a pedirme algo, ¿verdad? Vayamos al hotel, allí se está mejor. Hace un frío del carajo.
Así pues, ambos amigos fueron al modesto hotel que Miki había reservado para la ocasión. Resulta que el sueldo de maestro en Suiza da para mucho lujo.
-Hala. Cuéntame.- dijo el negro tomando asiento con una taza de chocolate caliente en las manos.
-Verás, Miki, amigo...- empezó Alex inclinado hacia su amigo.- ¿Te he hablado del doctor Kujo?
-Alguna vez. Un gran tío, me has contado.
-Lo es, un gran tío. El caso es que su nieta, Jocelyn, tiene un hermano pequeño que se ha puesto... a liarla.
-¿Liarla?
-Sí, ya sabes. Máscara de Piedra, Piedra Roja de Aja, todo eso.
Miki bebió de su chocolate antes de continuar, pensativo.
-Ya veo... ¿Y piensas que puedo ser de ayuda de verdad? Tío, hace años que no peleo con Jackson Five, y lo sabes.
Alex suspiró. Aquello era cierto, y por tanto desconocía la forma física en la que Miki se encontraba. Desde que el grupo se separó, Alex no supo nada ni de Miki ni del resto de miembros.
-Bueno, pero igual recuerdas lo básico sobre un Stand, ¿no?
-Joder, obvio. Es la manifestación del alma del usuario, los tipos, los peligros de cada tipo... Estoy oxidado, Alex, no muerto, jaja.
-No jodas, Miki, esto es importante.- intervino Alex, con seriedad.- Un viejo enemigo de los Joestar hace su aparición de nuevo. Necesito tu ayuda.
Michael dejó la taza de chocolate a un lado y miró fijamente a los ojos de Alex. 
-Me estás pidiendo algo bien gordo, amigo.- dijo con gravedad.- Vale que el doctor Kujo es bien majo y eso, pero una cosa es invitarle a un café a media mañana porque está sin suelto y otra MUY distinta es jugarse el cuello por su nieta.
Alex suspiró. Él, que conocía a Jocelyn y a Jotaro, y había estado un buen tiempo con ellos, sí estaba dispuesto a jugarse la vida por la familia Joestar. Pero Miki apenas si había oído hablar de Jocelyn, sólo por parte del pelinegro. Sin embargo, debía ganarse su ayuda.
-Es entendible, amigo.- dijo. Tenía un plan, siempre funcionaba con su amigo de piel oscura.- Es entendible que tegas miedo de que te haya superado en destreza y uso del Stand.
Miki picó el anzuelo, tal y como dejaba entrever su sonrisa traviesa y su Jackson Five manifestado tras él. Tal y como lo recordaba, cuatro brazos y una enorme mano por cabeza.
-¿Olvidas la paliza que te di en el 97, Alex?- inquirió Michael, aún sonriendo.
Alex dejó escapar una leve risa. Aquella paliza del 97 podría ser perfectamente la única derrota que Alex haya sufrido nunca en lo que a duelos Stand se refiere. A pesar de acumular calor como loco, Jackson Five le había roto cuatro costillas y saltado tres dientes antes de que Infernal Blaze pudiera siquiera reaccionar.
-No, esas cosas no se olvidan, Miki.- respondió el pelinegro colocándose las gafas.- Entonces, ¿vienes o no?
Michael se quedó pensativo un largo rato, con su Stand tras él, mirando a Alex con su único ojo.
- Está bien.- dictaminó al fin.- Tú dirás adónde vamos.
Alex sonrió y se puso en pie, invitando a su amigo a hacer igual para irse. De camino de vuelta al aeropuerto, financiado por la Fundación Speedwagon, Alex le explicó a Miki los pormenores y resúmenes de Jocelyn, su misión y sus compañeros, así como su habilidad Stand.
-¿Un Stand que aprende?- exclamó Michael. Estaba acostubrado a Stands simples, sin demasiados detalles ni triquiñuelas.- Toma ya. Debe ser poderosa, la chavala.
-No creas.- respondió Alex, desviando la mirada.- Se niega a aprender más habilidades, y eso que la gente de la compañía se esfuerza en enseñarle.
-No digas "compañía", Alex.- atajó Miki, entre risas.- Ambos sabemos que eres un jodido mafioso.
-Sí, pero el resto del mundo no tiene porqué saberlo.- respondió el pelinegro.
Al fin, ambos amigos llegaron a su avión, y el aparato arrancó y despegó, con rumbo a Francia.

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⏰ Última actualización: Jun 09, 2022 ⏰

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