Débil es la palabra que me retrataba estupendamente, Breth sin dudarlo no dejaría que me nombrara a mi misma de tal modo sin embargo, el no estaba para evitarlo, esa tarde mi fiel acompañante en la tristeza, se derretía en mi paladar, la combinación de sabores las percibía fácilmente, fresa vainilla, y chocolate, el sabroso napolitano casi escaso en el tazón que sostenía, en tanto observaba como las gotas de lo que sería una fría tarde empezaban a caer lentamente, era inquietante intentar de distraerme con la aspirante lluvia que se aproximaba.
Al transcurrir media hora y sin obtener la tranquila lluvia que por consecuencia trae una relajante siesta, me rendí, tomé el tazón ya vacío, que reposaba a un lado de mi, con algo de desilusión levante mi pesado cuerpo, me dirigí a la cocina dónde dejé el traste, nuevamente regresé a la hamaca, tomé el celular, me dispuse a marcar a la persona que podrá ayudarme. Con desespero espere que atendiera, al tercer sonido escuche su voz al otro lado de la línea.
-hola Michael, puedes venir a mi casa?
-¿es urgente? Pregunto
-si.
Fue él, quien colgó, lo significaba que no tardaría en venir, con total aburrimiento continue mirando hacia afuera lo que los resto de lo hubiese sido una tormenta segun los pronósticos, dejo. Tal sospeché en un tiempo récord, mi amigo tocaba la puerta.
-Heydel, vine cuanto antes. Un Michel cansado trabajaba en recuperarse. -que ha pasado?. Interrogo con mejor respiración y postura. No mencione palabra me limite a caminar, seguido de él llegamos hasta la cocina donde me encontraba hacia unos minutos, le indiqué que tomara asiento en la silla frente a mi, con un corto suspiro inicié a desahogarme.
-Soy débil. La primera lágrima se derramó. -No puedo perdonar, no tienes ni idea lo que sufrí en mi infancia, el lugar seguro se encontraba en brazos de mis padres, apenas tocaba las instalaciones estudiantiles recibía humillación tras humillación, la paz no cabía durante las horas ahí, me desborda el recorcor y el odio por ellos, todavía hay noches de pesadillas profunda, despierto aterrado por que vuelva a suceder, por volver a esa etapa de inseguridades. A tal punto no eran lágrimas las que fluían era un huracán que contenía hacia ya basto tiempo. -se que no me acerco a la perfección, de hecho nadie lo hace, pero no les da derecho absoluto de cometer atento contra mi, a veces creo que en mis vidas pasadas fui de lo peor y el karma cobra los actos ahora, como en esas películas de ficción. Tome un respiro. -soy débil. Finalice.
-Jesús se glorifica en las debilidades, te está esperando cada día con brazos de amor, espera que le cuentes cómo te siente, no se soluciona, por que eso es reconocer que sin el no eres nada, así que recuerda él estará contigo en no te dejará ni te dejará desamparada, te consolara y fortalecerá.
- estás seguro. Preguntó tratando de no continuar llorando.
-quieres escucharmi testimonio. asenti curiosa y prosiguió. -cuando era mundano cometí errores, me rodeaba de chicos vandálicos, practicabamos las carreras clandestinas, y si te pregunta si mi grupo es el mismo con quien Dilan suele adjuntarse, si eran ellos, de hecho por ese bando lo conocí, para entonces solo era amigo de él, una noche estábamos apunto de robar una tienda pequeña, pero no contábamos con que tenía vigilancia y fuimos atrapados como éramos preadolescentes nos tuvieron bajo reja hasta que nuestros padres llegaron a pagar la correspondiente fianza, aparte de eso nos asignaron servicio comunitario por el expediente que a nuestra corta edad teníamos, ¿tienes idea porque era así?. Negué intrigada. -Mis padres son cristianos desde que tengo memoria, la iglesia y sus deberes tanto del hogar como de sus trabajos les consumían tiempo, poco a poco crecí con la ausencia de mis padres, el corto tiempo que soliamos pasar eran en la iglesia o en los alimentos esenciales del dia, a causa de lo sucedido comenzaron a interceder por mi alma, colocaron el estar pendiente de mi como objetivo principal, las comidas se volvieron en agradables conversaciones, al notar su drástico cambio acepté a Jesús, de ahí todo ha sido mejor.
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Las Cartas que nunca recibí...
Short StoryLas cartas que nunca recibí. Punta, tacón. Ella no es la chica nerd, Él no es el chico popular, pero es un amor que empieza en la secundaria, aún que por las circunstancia de la vida pasan años, meses, sin verse, sin saber del otro, pero un día él...