Día de entrenamiento

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Habíamos sido arrastrados a un entrenamiento "sorpresa" por parte de nuestros superiores. Nos llevaron a un hangar situado al norte. Toda la malla se había reunido allí. Bueno, casi toda. Leónidas y otro compañero más no se habían enterado de las órdenes por radio, así que ahí estaba el Superintendente, el Comisario Volkov y el Comisario Greco gritándoles por radio. No tenían vergüenza.

Nos habían hecho vestirnos de militares, con unas botas altas marrones, un pantalón militar verde más bien claro y una camiseta del mismo estilo que el pantalón.

Una vez que por fin todos estábamos reunidos nos hicieron hacer una fila que... aquello era de todo menos una fila. Era increíble lo mal coordinados que estábamos entre todos, parecía mentira que fuésemos compañeros y mucho menos policías.

— Santo Dios... — el comisario Greco bajó la cabeza en señal de incredulidad ante el desastre que estaba presenciando.

— ¡Venga! Quiero que me hagáis cien flexiones ahora mismo. Cagando hostias.

Las órdenes del Superintendente fueron claras.

Todos nos tiramos en el suelo.

– ¡Un! ¡Dos! ¡Un! ¡Dos! Vamos. — gritó de nuevo Conway.

Los quejidos, respiraciones, soplidos, cuentas y blasfemias de mis otros diez compañeros a mi lado resonaban dentro de la nave. Fuera, un calor insoportable, digno del casi verano me hacía pensar que aquello no era un entrenamiento, sino una tortura por nuestra inutilidad, como decían los comisarios.

— ¡Venga, poneos a cantar y dejad de contar!

No tardaron ni dos segundos, cuando el principio de la canción La Tusa se había escuchado.

— Aquí mi fusil, aquí mi pistola. — comenzó uno de ellos. — Una consuela, la otra dispara.

— Madre de Dios...

Fue la respuesta del Superintendente a la equivocación de una de las canciones que más le había escuchado cantar.

Por lo bajo se seguía oyendo La Tusa y no pude evitar reír, con la suerte de que quizás solo mi compañero de al lado me habría escuchado.

— ¡Cerrad la boca! — gritó Conway. — Si vais a cantar, hacedlo bien. Aquí mi fusil, aquí mi pistola.

— ¡Aquí mi fusil, aquí mi pistola! — comenzamos todos a repetir.

— Una dispara, la otra consuela.

— ¡Una dispara, la otra consuela!

— ¿Qué es lo mejor?

— ¡Qué es lo mejor!

— Ser un marine.

— ¡Ser un marine!

— De puta madre.

— ¡De puta madre!

— Ser todo un crack.

— ¡Ser todo un crack!

— Dadme otra canción, vamos. — pidió.

— I'm a barbie girl, in a barb— Paola no pudo ni terminar la frase, que Conway la pateó.

— ¡Aquí estamos en una puta instrucsión! — el comisario Volkov comenzó a gritar con su particular acento. — ¡Tonterías las justas! ¿De acuerdo?

Llevábamos ya como diez minutos haciendo flexiones y entre que mis grandes compañeros, ejemLeónidasejem, eran unos auténticos bocazas, nos ganamos trescientas flexiones más. Me quería morir en ese preciso instante.

Novata | Greco Rodriguez (Gta Roleplay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora